Editorial: Ediciones Polifonía Literaria, Pedagógica y
Artística
Año de publicación: 2024
La palabra poética de la autora y profesora dominicana,
residente en el estado americano de Nueva Jersey, recrea
la transparencia de ese manantial cuyas visiones
incardina a la espiritualidad.
LA FE ES EL CORAZÓN DE SER de esta obra que indaga en el
propio misterio que la alberga con la estancia de su yo
verdadero. En el silencio nos reconocemos. No existen
intermediarios, interferencias ni sobresaltos. Señala
Teonilda Madera en la introducción que «la matriz
poética de esta obra está fertilizada por un misticismo
que crea un refugio para el alma que desea intensamente
una elevación espiritual y un contacto divino con el
lado bueno y luminoso de la creación. Los epígrafes de
voces canónicas que he incluido abren mi portón poético
y crean una polifonía armoniosa que unifica el contenido
temático de este libro».
MANANTIAL DE LAS VISIONES
recrea el lenguaje apegado a la sencillez, cuyo mirador
celeste reafirma ese andar ufano por las creencias y la
vigencia mística del siglo XVI en la creación
contemporánea. Más allá de las religiones y sus
respectivas confesiones, la poesía es consustancial al
hecho humano en su invocación al interrogante y prodigio
de la creación. Desde esa perspectiva, su autora nos
aproxima a la espiritualidad reveladora que coexiste en
lo profano y divino de la naturaleza que somos.
LA ESTRUCTURACIÓN DE LA OBRA SE DEFINE en tres
apartados: Manantial de las visiones, Más allá
de las visiones y Pequeña antología personal
titulada Íntimo nido de secretos. En la primera
dispone la celebración inicial del recogimiento vital en
el anunciamiento del verbo que se hace carne. Es la
descripción de la cosmogonía del milagro, de la asertiva
disposición al animismo y la determinación en la
revelación de un todo significado en el amor y su
quehacer laborioso. La identificación con Dios se
transmite con el exquisito pronunciamiento de la
naturaleza. Este escenario es su evidencia. La luz se
filtra entre las ramas del árbol y transparenta las
nervaduras de las hojas. «El poema es una oración que
nos acompaña». Ello no es óbice para que declame el
maltrato infringido, «El infierno de Dante no es el
inframundo / ya que mueren los leones marinos, delfines
/ y corales en el útero de los mares; / se incendian los
bosques y la vida se extingue; sudores copiosos, calor
sofocante, dificultades / respiratorias las temperaturas
de 115 grados Celsius / irritan a la gente, cercenan la
fauna / arruinan la flora / y masacran la vida animal y
vegetal» o sacuda a la indiferencia, «En la vigilia,
detrás de las celosías, / los deseos reprimidos de la
monja escuchan / el lamento de la cigarra que espanta
las sombras / del insomnio con su canto». «El poema
—insiste— es el cristal interior del alma / que se abre
como la rosa que corta / la respiración con su
fragancia». La rogativa de la luz y la enervada
conciencia.
EN LA SEGUNDA, MÁS ALLÁ DE LAS VISIONES, la
secuencia de los hechos vitales es un reguero extendido
de la primera, donde las vicisitudes existenciales y los
afectos coronan ese tejer laborioso de la belleza y la
esperanza, «Respiro el aroma de tu presencia y nacen
ciruelos / (…) cosecho los frutos que combaten el dolor
/ de la carne sufrida y florece un campo / de soles que
descifra tu palabra». La naturaleza impregna, aún más,
el sentido de la vida. Somos naturaleza, a pesar del
deterioro y la perversión del ser humano. Somos
naturaleza, ella es la mejor versión de nosotros, porque
«el enigma de la creación se revela / en el esplendor
del equilibrio». He ahí donde la conjunción de la vida y
la muerte nos reclama para un mandamiento mayor, «La
inmortalidad se yergue desde el sepulcro / de tu amor
derramado; / desde el sepulcro la vida florece y se
reafirma; / desde el sepulcro el alma se eleva / y se
une eternamente a la vida». Y esperanza, sí, «Verde es
la alcarraza que refresca / el agua que nos bebemos» y
se derrama por la comisura de los labios, cayendo del
propio gozo que calma la sed existencial. En su camino
decide alumbrarse por los respiraderos arquitectónicos
del mundo, erigidos como bases milenarias para avizorar
el instante en la inmensidad del tiempo pasado, «pero en
ninguna parte encontré nada que igualará / la belleza de
América y España». Toda una declaración de intenciones.
La afirmación de la identidad correspondida con la
autenticidad de nuestras acciones, «He decidido recorrer
la vida de otra forma; / no mirar cuerpos profanados por
el bisturí; no intercambiar palabra donde no hay / más
que un like en el cerebro; / he decidido, afirmo, no
detenerme / a conversar con gente que lleva el alma
vacía / y la conciencia dormida». Especial devoción el
amor paterno que recoge el poema titulado Los gladiolos
de mi padre, «Cuando la Parca vino por mi padre, antes
de partir / él vino una madrugada a despedirse; confundí
su presencia metafísica con la de un ladrón; / me arropé
de pies a cabeza e inmóvil, / como un muerto, esperé a
que el alba llegara». Igualmente, en El Olimpo es una
casa, porque «viven plácidamente mis amantes / no se
irritan, no pelean / porque de mí tienen lo que
anhelan». Amantes como César Vallejo, Cervantes, Antonio
y Manuel Machado, Pablo Neruda, Amado Nervo, Federico
García Lorca, Gutiérrez Nájera, Salvador Rueda, Ruben
Darío, Lope de Vega…
Y COMO COLOFÓN, ÍNTIMO NIDO DE SECRETOS, una
breve antología de su obra, que nos deja la sensación de
envolvente retrogusto cuando se bebe un rico y jugoso
vino que serena el alma. La coexistencia de la
exhortación y la advertencia trazan las coordenadas de
Manantial de las visiones, para abundar en el
humanismo más radicalmente concienciador. La belleza
viste a la esperanza para hacer de nuestro tránsito por
el mundo un descubrimiento siempre inédito.
PEDRO LUIS IBÁÑEZ
LÉRIDA (Sevilla,
España). Poeta,
articulista y
comentarista crítico
y literario en
diversos medios de
comunicación. Fue
miembro del Consejo
de redacción de la
Revista de
Literatura Nueva
Grecia y
coeditor de
Ediciones En Huida.
Pertenece al Centro
Andaluz de la Letras
—CAL—. Miembro
fundador y
coordinador de la
iniciativa
ciudadana, literaria
y rural Encuentro
Letras Celestes,
en la que
actualmente
desarrolla su labor
editora y cultural.
Su última obra
publicada, El
milagro y la herida.
(Ed. Nuño, 2009).
Desde su juventud
mostró una
inclinación temprana
hacia la lectura y
la escritura,
influido por el
humanismo clásico y
la tradición lírica
española, con
especial atención a
los místicos, los
románticos y la
generación del 98 y
el grupo del 27. Su
formación inicial
estuvo vinculada a
estudios en
Humanidades, que
amplió mediante una
constante dedicación
autodidacta al
pensamiento
filosófico, la
crítica literaria y
la historia de la
poesía. A lo largo
de su carrera, su
estilo ha
evolucionado hacia
una poética de lo
esencial, donde el
lenguaje es vehículo
de introspección,
diálogo interior y
comunión con lo
universal.