ODIABA TANTO A esa parra que, cuando por primera vez la notó mustia y con síntomas de enfermedad, se alegró. Entonces fue al living de la casa, tomó una copa de cristal de bacará, sirvió en ella un exquisito vino patero y fue bajo el sauce para verla morir.

Al poco rato comenzó la ceremonia que desde hacía años se repetía invariablemente a la misma hora: La vieja matrona, vestida de largo batón negro con una mantita al croché sobre sus hombros, salía de la cocina con un tejido de mil horas para sentarse bajo la reparadora sombra de la parra. El gato llegaba después.

Pacientemente, cada noche, luego de que el desprecio desencajara de su pasividad, había estado inyectando pequeñas dosis de cianuro a la execrable planta por un conducto imperceptible y minuciosamente perforado por él mismo. Al fin se veían los resultados. Iba a hacer todo un espectáculo de quizá días o meses o tal vez años el de verla morir.

De ese modo, tarde a tarde, alimentaba y satisfacía su odio recorriendo los deteriorados tallos de la parra; iba al living, llenaba una copa y marchaba bajo su sauce para paladear una placentera sensación agridulce: la vieja, su silla, el interminable tejido y esa parra de cada vez más agónica sombra.

Por las noches, otro ritual: la salida a hurtadillas de la casa, ir donde estaba oculta la botella de veneno, llenar cuidadosamente la jeringa, inyectar la raíz, poner cada cosa de nuevo en su sitio y volver subrepticiamente a su alcoba con la satisfacción del deber cumplido.

Pasado un tiempo, la devastación era evidente, la parra languidecía y él no cabía en su satisfacción. Tanto se le notaba la alegría que algunos vecinos comentaban que “el truhán” podría estar frecuentando la casa de alguien. Por supuesto, no era cierto, su única obsesión era el ver morir la parra.

Cierta vez, estando él debajo de su sauce, notó que, a una hora determinada, los rayos del sol cada vez enceguecían más su visión de la parra. Fue entonces cuando se dio cuenta de que su sauce estaba enfermo. Se preguntó si la dosis de cianuro pudiera estar llegando a través de la tierra hasta su árbol. Quizá fuera una plaga.

Con el correr de los días resultó que la plaga era más eficaz que el mismísimo cianuro. Evidentemente, el sauce moriría bastante antes que la parra. Parado bajo el sauce ya casi sin follaje, se despidió de él y, sin más, trasladó su silla debajo de un fresno. Desde allí, la visión de la parra no era muy buena. Estaba claro que el limonero debía podarse.

Los días con sus noches continuaron pasando rutinariamente, sólo la rápida muerte del sauce y la repentina enfermedad del limonero introdujeron alguna variante. La parra seguía languideciendo, y la vieja, como si no estuviese enterada de su agonía, ni de la enfermedad del limonero, seguía con su tejido como cada tarde.

Fue en abril, mirando fijamente la monótona escena de la parra, la vieja y el tejido bajo la raleada copa del fresno, y mientras bebía en la copa de bacará el vino patero, cuando sintió los primeros efectos del cianuro. Su vista se nubló y sus manos se entumecieron hasta quedar paralizadas. A los pocos días, y tan rápido como había muerto el sauce y el limonero, él mismo murió sin ver definitivamente su sueño cumplido.

La vieja lo veló toda la noche a un costado del cajón de madera de sauce sin lustrar...

Una mantilla de 18 metros tejida al croché, cubría su ya tieso cuerpo.

  

  

  

 

  

  

  

 

 
       
   

   

   

Marcelo D. Ferrer (La Plata, Buenos Aires, Argentina). Licenciado en Economía, ejerce la profesión de contador público en su ciudad natal. Es miembro y ha presidido diversas O.N.G. dedicadas a la educación y al servicio comunitario. Escritor desde temprana edad, sus primeras publicaciones las realizó con el seudónimo de “McLitton” en la sección «Arte y Cultura» de la Revista Notarial del Colegio de Escribanos de la provincia de Buenos Aires. Autor de poemas, reflexiones, cuentos y ensayos, colabora en diversos medios periodísticos de Argentina y en múltiples revistas digitales. Más datos sobre este autor, en su página «Marcelo-D-Ferrer-1».

   

GIBRALFARO. Revista de Creación Literaria y Humanidades. Publicación Trimestral. Edición no venal. Sección 3. Página 3. Año XXIII. II Época. Número 119. Abril-Junio 2024. ISSN 1696-9294. Director: José Antonio Molero Benavides. Copyright © 2023 Marcelo D. Ferrer. Diseño y maquetación: EdiBez. Depósito Legal MA-265-2010. © 2002-2024 Departamento de Didáctica de las Lenguas, las Artes y el Deporte. Facultad de Ciencias de la Educación. Universidad de Málaga & Ediciones Digitales Bezmiliana. Calle Castillón, 3. 29.730. Rincón de la Victoria (Málaga).

   

     

  

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