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LA TIERRA DONDE HABITAN TUS OJOS

   

Por FERNANDO YACAMÁN

   

  

Para Patricia Vázquez

  

I

M

e he de comer esa tuna*, aunque me espine la mano…

Eusebio me tararea esa canción cuando aparece montado en su caballo. El viento casi le vuela su sombrero y sonríe. Yo finjo no escucharlo y corto más flores. Con el paso de los días se ha vuelto un descarado y ya me canta más fuerte. Yo también he perdido el pudor, lo miro a sus ojos, mientras sigo con mi trabajo y me espino. 

Mi sangre gotea sobre la tierra.

La tierra cada día se tiñe de rojo.

  

  

II

Creyentes de toda la República visitan nuestro templo porque nuestra virgen es milagrosa y salva al peregrino de su muerte. Al fondo y a la izquierda se encuentra la virgen de madera; debajo de ella, la pared está atiborrada de reliquias, escapularios, cartas; lo que considera la gente tiene el costo de su milagro.

Yo, en mi puño, llevo un mechón de mi cabello y la promesa en este racimo de rosas de que, si me caso con Eusebio, desde este momento y hasta el día de mi muerte, cada noche vendré a ofrendarle a la virgen las flores más chulas del campo.

  

  

III

Eusebio me canta la canción mientras lo miro y desde sus pestañas nace otra lluvia. El olor a tierra mojada se impregna en mi cuerpo. Él canta con la voz quebrada por el frío. Detrás del cerro cae una estrella y nos ilumina. Me acerco a él, temblando, con los brazos llenos de rosas; a cada paso se caen y le ofrendo las que quedan en mis manos.

  

  

IV

Mi hermana menor descubre su velo para besar a su novio y en sus manos lleva un racimo que he cortado esta mañana. En mi última confesión con el padre, él predijo que en un mes pisaré el altar, pero yo pienso que «chivo brincado es chivo quedado»**. Nunca había visto a mi cuñado con esa sonrisa. Mi hermana se agarra el pecho, porque, al igual que a mí, se le desborda el corazón. Fuera del templo, los niños tienen arroz en sus puños, lo avientan y cae como la lluvia.

Caminamos rumbo a la fiesta que se celebrará en el patio de la escuela. Entre la muchedumbre, descubro a una niña de cabello oscuro como la noche, tiene una tuna entre sus manos y la come embarrándose los cachetes.

  

  

V

Los rosales desprenden luz y, en vez de flores, parece que sembramos luciérnagas. Eusebio aparece montado en su caballo y en la tierra se forman remolinos. Aprieto la virgen que cuelga en mi pecho, porque se me escapa el alma al ver que, por primera vez, Eusebio baja del caballo. Mientras se acerca a mí, intento sacudirme la tierra de mi vestido, de mis manos ásperas y heridas. Él extiende sus brazos, cubre mi cuerpo bañado en sudor, mi corazón se desborda contra su pecho, su barba espina mi rostro, sus labios gruesos se roban los míos y las luciérnagas se elevan al cielo.

  

  

VI

La gente cree que el maligno incendió el templo. Algunos sospechan que los culpables fueron los del pueblo vecino, porque nos tienen envidia. Los niños cuentan que las llamas llegaban hasta el cielo y que Satanás anda suelto por nuestras calles haciendo de las suyas.

Yo sólo pienso en mis cientos de flores que ardieron.

  

  

VII

El caballo que monta Eusebio se enfermó; eso imagino, porque la noche espesa está por caer y él no aparece ¡Él me dijo que cortaría tunas aunque se espinara la mano! Y yo esta noche me espinaría las manos con tal de darle todas las flores de esta tierra.

La tierra ha quedado completamente roja.

  

  

VIII

La banda armó un gran baile, los hombres beben cerveza, la virgen de madera resplandece en el quiosco entre un montón de luces de colores; el pueblo cree que es un milagro que sobreviviera al incendio. Yo no fumaba hasta al día de hoy. Discretamente arrojo las colillas a la virgen con la esperanza que se incendie; mi hermana me confesó que Eusebio se ha robado una muchacha del pueblo y él sabe que si regresa, lo van a matar.

  

  

IX

El padre no mentía, el hermano de mi cuñado, esta tarde ha pedido mi mano.

  

  

X

Me he de comer esa tuna, aunque me espine la mano…

Eusebio me tararea esa canción en mis sueños. El viento casi le vuela su sombrero y sonríe. Yo quisiera escucharlo hasta que se me acabe la vida. Con el paso de los años estoy más cerca de mi muerte y me gustaría perderme en aquel campo centellante, porque las rosas ya no se dan en esta tierra.

Yo corto flores y se las llevo a su sepulcro.

Mi sangre gotea sobre la tierra y el universo se vuelve más claro a mis ojos.

   
                                                   
   

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NOTAS

* tuna. m. Fruto del nopal o higuera de Indias. Es verde amarillento, elipsoidal, espinoso y de pulpa comestible.

** Refrán popular que se utiliza en el terreno de los tratos de negocios populares como una manera de decir que la venta es al contado y que debe pagarse al recibirse lo vendido.

   

   

     

    

Miguel Fernando Yacamán Neri (México, D.F., 1985). Licenciado en Letras Hispánicas. Ha cursado estudios en la Escuela Dinámica de Escritores, dirigida por Mario Bellatin. Editor de contenido y corrección de estilo en el estudio de diseño «azulgris.com». Es docente de lengua española desde hace  tres años.

Su obra narrativa se ha publicado en cuatro antologías por parte de la Universidad Autónoma de Aguascalientes. Ha colaborado también con obras de creación en diversas revistas, como «Picnic», «Crítica», «Parteaguas», «Tierra Baldía» y «Punto de Partida», entre otras. Ha participado en diferentes talleres de creación literaria con maestros, como Salvador Gallardo, Mario Bellatin, Daniel Sada, Alberto Chimal y en la Universidad del Claustro de Sor Juana en Creación Literaria y Redacción. Con el apoyo del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes 2010, ha terminado su novela corta Los ángeles del último sueño.

Ha sido distinguido, en 2009, con el segundo Premio de la sección de Narrativa en el certamen Punto de Partida, patrocinado por la UNAM y con el premio Elena Poniatowska, en 2009, convocado por la Universidad Autónoma de Aguascalientes.

    

    

GIBRALFARO. Revista de Creación Literaria y Humanidades. Publicación Trimestral de Cultura. Sección 1. Página 2. Año XIII. II Época. Número 83. Enero-Marzo 2014. ISSN 1696-9294. Director: José Antonio Molero Benavides. Copyright © 2014 Fernando Yacamán. © Las imágenes, extraídas a través del buscador Google de diferentes sitios o digitalizadas expresamente por el autor, se usan exclusivamente como ilustraciones, y los derechos pertenecen a sus creadores.  Depósito Legal MA-265-2010. © 2002-2014 Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura. Facultad de Ciencias de la Educación. Universidad de Málaga.