N.º 77

JULIO-SEPTIEMBRE 2012

10

   

   

   

   

   

   

   

B. TRABEN.

UN AUTOR DENTRO DE SUS PERSONAJES

   

Por Francisco Vélez Nieto

   

   

   

«¿Qué libro me llevaría a una isla desierta?

Cualquiera, con tal de que sea de B. Traven?»

Albert Einstein

  

  

  

D

os son las novelas consideradas las mejores de B. Traben1, La nave de los muertos, escrita en 1926, y El tesoro de Sierra Madre, redactada un año más tarde. En ambas se puede percibir buena parte de esa misteriosa y enigmática vida de tan envolvente y extraño personaje de la literatura y su mundo social y lo político, siempre rodeado de una misteriosa e intrigante existencia por la que trascurrió toda su andadura no exenta de cálculos y adivinanzas sobre lo verdadero y fantástico de su persona. Y aquí quedan, pues, dos mágicas y envolventes historias con una temática diferente, aunque con idéntico fondo, de las que brotan unos valores literarios apasionantes, que no son otros que los comportamientos humanos en su más fervoroso y calculado análisis de condición y comportamiento. B. Traben es, en suma, un escritor de brillantez expositiva denunciando a burócratas y banqueros, al poder arbitrario, expuesto como laberíntica aventura de intrigas, donde su contenido resulta verdaderamente desafiante y de una actualidad que desasosiega.

     
         

  

Ben Traven (Alemania, 23 de febrero de 1882 - México, 26 de marzo de 1969) es uno de los tantos seudónimos (Traven Torsvan, Hal Croves o Ret Marut), de un enigmático novelista que escribió en alemán, famoso en Estados Unidos, principalmente por haber escrito la novela El tesoro de Sierra Madre.

   

«La nave de los muertos» (1926)

La nave de los muertos muestra una enloquecida desesperación, el alegato contra la marginación provocada, capaz todavía de lanzar su grito contra el orden establecido, mostrando al sector social mayoritario cada día más oprimido, alineado, víctima de un apresamiento piramidal. Un vibrante manifiesto que va desmadejando planteamientos con un estilo narrativo envolvente lejos de todo carácter panfletario, manteniendo siempre una observación crítica, una clara denuncia,  contra la política al servicio de los poderosos. Brillante exposición, no sin acusados riesgos por el desenmascaramiento de burócratas y banqueros y el poder arbitrario de los gobiernos, convertidos en meros servidores de la invisible fuerza situada allá, en la dorada colina del gran dinero, a la que se suma la farándula del patriotismo como cínica parodia interpretada por los sectores más conservadores de la sociedad.

 Y es que en la vida «las cosas no suelen ser tan sencillas. Rara vez tienen en cuenta lo que uno puede o no puede soportar», lo que se puede definir como la estética del fracaso. Un joven marino norteamericano sale a pasear en un puerto donde su barco ha hecho escala. Una dama lo invita y pasar la noche con ella, cuando vuelve por la mañana para embarcar, su barco había zarpado. Al joven marino no le queda nada en los bolsillos, ni siquiera la tarjeta de embarque que lo pueda identificar. Aquí se inicia la complicada andadura de un ciudadano sin patria, carente de identidad oficial que pueda ampararlo; de pronto, se ha convertido en un marginado. Y este marinero, que ha viajado en muchos barcos y visto miles de ellos, confiesa que jamás había encontrado «uno como aquél». Ése que le ofreció la oportunidad de dejar de ser un ciudadano excluido en tierra, para convertirse en un habitante del mar. Lo que no sabía es que esa nave era una cámara de horrores, donde sus tripulantes pueden abandonar cualquier puerto, pero los relatos quedan. «Una vez que el barco ha escuchado el relato, pasa a formar parte de él. Penetra en los hierros, en las maderas, en los camastros, en la bodega de carga, en la bodega del carbón, en la sala de calderas». Y en el mundo infinito de los mares. Desde La nave de los muertos hace sus cábalas sobre el eslogan de «los trabajadores y empleados pueden llegar a director general de la empresa».

Y recuerda que desde niño se había dedicado a vender periódicos y también trabajó como limpiabotas, «porque, desde los siete años, tuve que ganarme el pan; sin haber llegado a ser director general ni multimillonario». Porque cuando se está de vigilia en una noche, se puede pensar que si los soldados de Napoleón hubiesen sacado el bastón de mando de sus mochilas y convertirse en mariscales, quién haría los miles de remaches que necesita un barco. Y es esto lo que retiene a los desalojados en este navío, metáfora de nuestra sociedad en la que se tienen que refugiar los derrotados sociales sin identidad para sobrevivir en condiciones de esclavos. Mas no es una metáfora, la sociedad está plagada de ciudadanos cuya única opción para ir tirando es la esclavitud como navegantes en las muchas naves que pueblan la tierra de los poderosos que los explotan hasta el límite de sus fuerzas, donde, salvo los rebeldes, todos se adaptan y «están acostumbrados. Una excusa retorcida, la misma que justificó en su día que se azotara a los esclavos».

     

         

«La nave de los muertos»

(1926)

Portada del libro editado en español.

 
   

En la extraña y enigmática vida de B. Traven, por lo que se puede conocer, apasionante, no se logra definir dónde se encuentra la ficción, si en la personalidad del escritor o en la ficción que el escritor crea. Al final, y sin que muera el combatiente, creo que la realidad del creador se funde con una literatura magistral, que expone envuelta en un laberinto de misterios, incógnitas y aventuras intrigantes cuyos enigmas desbordan. En efecto, reunió tal número de situaciones mezclando historias y desafíos que logró extender una misteriosa estela que ha continuado después de la muerte de tan portentoso narrador, hasta formar con vida y obra un todo indivisible, un aura de misterio nada fácil de desentrañar. Embriagador.

En 1924, tras un intenso vivir y luchar por aquella Europa palpitante de revoluciones, se traslada a México huyendo de posibles venganzas. Y, en ese alucinante país lleno de contrastes, permaneció el resto de su vida. Una existencia especial en el espacio del mundo literario, hasta tal punto de que cabe preguntarse si en verdad existió realmente. Sin embargo, al dejar una serie de títulos de gran calidad publicados, no existe ninguna duda de que el personaje oculto detrás de un seudónimo es el auténtico dueño de este legado literario de indiscutible y embriagador valor.

«El tesoro de Sierra Madre» (1927)

Cuando una buena obra literaria es llevada al cine; generalmente, la solidez y riqueza literarias corren siempre el riesgo de no lograr ese grado de calidad para que la propia historia aumente en resonancia despertando indirectamente interés en ese lector medio. En el caso de El tesoro de la Sierra Madre, trasladada a la pantalla por John Huston en 1948, con Humphrey Bogart como protagonista estelar, se convirtió en una obra magistral cuya fama saltó todo tipo de barreras por la fuerza y fidelidad de la trama y contenido literario. Esto la elevó a cuotas de gran altura en una sociedad tan manipulada, logrando mantenerla más viva fuera de las minorías condicionales. Pese a esta magistral adaptación, que procuró no extraviarse del espíritu del relato literario, la novela es mucho más conmovedora en contenido y forma que la película, aunque la que se considera la mejor novela de B. Traven es El barco de la muerte.

La historia de El tesoro de la Sierra Madre transcurre en México, donde las carambolas de la vida unen a tres personajes de nacionalidad norteamericana, que, cansados de los trabajos ocasionales y mal pagados en los campos petrolíferos, deciden, según la historia que nos va contado el más viejo y veterano de ellos, correr la aventura de escalar la Sierra Madre en busca del codiciado oro dorado y maldito.

Ese oro que provoca la fiebre más feroz que puede contagiar al ser humano, porque «el oro es algo endemoniado, creedme muchachos. En primer lugar, suele cambiar totalmente de carácter de los hombres. Cuando se ha conseguido, el alma no es la misma que antes de obtenerlo, y nadie escapa a esto». Así habla el viejo Howard, que ha vivido cruelmente antes en su propia piel varios fracasos,  cruda experiencia anterior que le permite advertir a sus recientes compañeros sedientos de aventuras, pero carentes de experiencias como mineros, de que sus sueños y ambiciones estarán llenos de durezas y peligros. Por eso, explica con claridad el papel que juegan en la sociedad los poderes establecidos, la rapiña de los bancos y la obsesión totalitaria por el dominio absoluto del oro.

Una historia que se repite

Y en esta tónica va transcurriendo la historia de la Sierra Madre en el primer tercio del siglo XX, en plena catástrofe de aquella inolvidable y terrorífica crisis que refleja insistentemente nuestra actualidad, como si fuera un invisible fantasma, culpable de intentar encubrir a quienes en verdad la provocaron. Esos que, tarde o temprano, de nuevo intentan salvar la tragedia social con el coste a la cuenta siempre en números rojos de los de abajo para que sean ellos los que padezcan siempre el desastre, la miseria y la duración de las cicatrices, hasta que vuelva a repetirse el idéntico juego especulativo y salvaje. Porque el tiempo cubre las cosas y ellos, los poderes, saben disfrazar esa suciedad de latrocinio, como peritos de oficio desde sus guaridas. Hipócrita y fría manera de manejar las vidas ajenas y el reparto de virtudes caiga quienes caigan.

     
         

  

«El tesoro de Sierra Madre»

(1927)

Portada del libro editado en español.

   

Y la narración, recuerda el viejo Howard, se retorna con la misma letra, «Uno de los bancos se evaporó cantando la eterna canción, es decir, haciéndome saber que de mis dólares no quedaba ni un centavo». ¿Nos suena a algo esta cantinela? Pues es el centro, el meollo de esta magnífica novela editada en la lengua de Cervantes y Borges para gloria de la literatura y los buenos lectores. Y, como en todas las excelentes narraciones, no pueden faltar los juicios sobre la «Iglesia Católica Apostólica y Romana», que allá, en ese México rico y exuberante, fue el mayor poder existente, preocupado con insistencia por la adquisición de bienes materiales «para llenar los cofres de Roma, sin importarle la educación de sus súbditos dentro del verdadero espíritu cristiano».

Y, con una peculiar manera de contar, Howard va entretejiendo la historia principal con otras más cortas, como Cervantes en su Don Quijote de la Mancha, aquel loco solitario que todavía cabalga entre la multitud congestionada por el consumo y las ambiciones. No hay prueba mejor de la siniestra actitud de  la Iglesia católica en estos países que el hecho de que los bandidos asesinen y roben, en nombre de Cristo Rey, a hombres, mujeres y niños, a quienes saben miembros de la misma Iglesia, pero qué importa a las alturas pertenecer a la misma familia cuando las ambiciones bancarias y religiosas forman parte de la codicia humana carente de justicia y gloria. Mas no es cuestión de contar el final de la novela, pues por encima de todas estas luchas y tragedias, el factor humano ocupa el espacio y presencia que merece en el contenido, elevándose por encima de las mezquindades de la comedia humana.

B. Traven, ese enigma

Luego ¿quién es B. Traven? Su personalidad como creador literario es tan inmensa que no importa cuál fue su verdadero nombre y patria. Puede que esta estuviera enclavada en el corazón del mundo, pues era de origen judío y huyó de Europa, en cuya historia tomó parte jugándose el tipo en las primeras revoluciones, también contadas en las novelas escritas en alemán, su lengua materna, para ir a México en busca de refugio, posiblemente por temor a represalias. Pero no especulemos más sobre el personaje. Eso sí, hasta sostuvo un pulso con John Huston, a quien, pese a la calidad de la película homónima que dirigió, no tuvo reparos en considerar, en unas declaraciones a The Times, «un mal observador». Pobre Huston. En esto último pudo más lo subjetivo que lo objetivo en el juicio de B. Traven.

  
                             
 

Cartel de la película «El tesoro de Sierra Madre», rodada para la Warner Bros. en 1948 y dirigida John Huston y protagonizada, entre otros, por Humphrey Bogart y Walter Huston.

 
  

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1. Ben Traven (Alemania, 23 de febrero de 1882 - México, 26 de marzo de 1969) es uno de los tantos seudónimos (Traven Torsvan, Hal Croves o Ret Marut), de un enigmático novelista que escribió en alemán, famoso en Estados Unidos, principalmente por haber escrito la novela El tesoro de Sierra Madre, que fue base de la película «El tesoro de Sierra Madre», rodada para la Warner Bros. en 1948 y dirigida John Huston y protagonizada, entre otros, por Humphrey Bogart y Walter Huston. El mismo año de su estreno, la película mereció 3 Oscars (Mejor director, mejor actor secundario (Walter Huston) y mejor guión); 4 nominaciones a los Globos de Oro y el galardón de mejor película por Círculo de Críticos de Nueva York.

   

   

    

     

 

FRANCISCO VÉLEZ NIETO (Lora del Río, Sevilla, 1935). Escritor, poeta y comentarista literario.

En verso ha publicado los poemarios: La otra historia de siempre, Excepto la derrota, Memoria ante el espejo, De soledades y desencantos (Corona del Sur, Málaga, 2007), Poesía Unida (Nuño Ed., 2009) e Itálica y otros poemas (Nuño Ed., 5.ª edición, 2010). Son suyos también los cuadernos de poesía: Poetas en el aula, Poetas y humanistas y Cuadernos abiertos.

Es autor de prólogos y editor de antologías como: Antología del Olivo. Los poetas cantan al olivo (Fundación José Manuel Lara, Sevilla, 2006); Poetas en bicicletas. Homenaje a la bicicleta a través de la poesía (Nuño Ed., 2007); Poetas en Sevilla, El aljarafe y el vino. Los poetas cantan al mosto y al vino (Aconcagua, 2008), Poetas en el camino. Antología de poetas jóvenes en Sevilla (Nuño Ed., 2009), y La caricia del agua. Antología de poetas cantando al agua (Emasesa Metropolitana, Sevilla, 2009).

Ha colaborado con poemas propios en antología de varios autores, entre ellas: Itálica Famosa, Nueva Poesía Sevilla, Soleares, Poetas en Sevilla, Homenaje al soneto, El ultraísmo, Homenaje a la Generación del 27, Homenaje a Juan Ramón Jiménez (Ateneo de Sevilla) y El Aljarafe y el vino, un salto a la vida. (Visiones y pensamientos).

Entre sus obras en prosa, cabe citar: Itálica y el Monasterio de San Isidoro del Campo. Guía para el paseante (RD Ediciones, 3.ª ed., 2003) y Guía oculta del Parque de María Luisa. Paseo secreto entre glorietas y poetas (Ed. Guadalturia, 2009).

Como articulista y comentarista literario, colabora actualmente en la revistas Debatepress, Calle Ficción, Cuadernos para el Diálogo, Cambio 16, Papel Literario, LETRAS, La República de las Letras (ACE-España) y GIBRALFARO.

Es Presidente honorífico de la Asociación Colegial de Escritores de España en Andalucía.

   

   

GIBRALFARO. Revista de Creación Literaria y Humanidades. Publicación Trimestral de Cultura. II Época. Año XI. Número 77. Julio-Septiembre 2012. ISSN 1696-9294. Director: José Antonio Molero Benavides. Copyright © 2012 Francisco Vélez Nieto. Edición en CD: Director: Antonio García Velasco. Diseño Gráfico y Maquetación: Antonio M. Flores Niebla. Depósito Legal MA-265-2010. © Las imágenes, extraídas a través del buscador Google de diferentes sitios o digitalizadas expresamente por el autor, se usan exclusivamente como ilustraciones, y los derechos pertenecen a su(s) creador(es). © 2002-2012 Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura. Facultad de Ciencias de la Educación. Universidad de Málaga.