1

Subiendo la montaña,

las mariposas desatan

tormentas inesperadas,

no sé si ir a cazarlas

o quedarme a ver qué pasa,

una de las mariposas

puede hacer una casa,

y, mientras, la otra

me toca los ojos,

la cadena queda rota,

y saltan las alarmas,

se oye el ruido de sables,

nubes camufladas,

armadas hasta los dientes,

vuelvo a mi casa en calma,

conozco el camino de sobra

y cada vez es más llano,

cierro entrada y ventanas

y ahora ya no entra nada,

la casa está asegurada

y observo lo que pasa.

2

Trazos organizados,

sonidos elaborados,

mensajes embotellados,

mientras navegamos

los vamos encontrando,

unos nos sorprenden,

otros ni regalados,

y los que necesitamos,

contados por interesados,

rehogados en cazos

de cocinas ubicadas

en parajes alejados

del género humano,

donde el ego desatado

actúa despreocupado

y tantas veces sin cuidado,

nosotros silenciamos

esa voz de algún lado

que nos quiere echar una mano.

3

En lo abierto del desierto

conviven el cielo y el infierno,

el sol se pasa de justo,

un pie huye de lo oscuro

y el otro busca el fruto

y la sombra de la palmera,

la serpiente no está ahí subida,

sino debajo de la arena,

sufriendo también lo suyo,

buscando algún escarabajo

que le sirva de cena,

las ganas, la sed, la pasión

y el espejismo del oasis

nos atraviesan la carne,

ya no nos es suficiente

la satisfacción completa,

y queremos reventar,

que la meta sea eterna, inmensa,

queremos que nos envuelva

en suave y fina seda,

trampa tejida en verdad,

por la araña hilandera.

4

Ladridos, aullidos,

esputos cáusticos

pegándose a los oídos,

las orejas echan humo,

mirar para otro lado

no quita esos sonidos,

el insulto y la agresión

no mantienen la proporción,

y son otra sin razón

que les acerca a su objetivo,

no más pasos en falso,

no más saltos al vacío,

no miremos al abismo

mucho tiempo seguido,

las palabras razonables

son los ladrillos fiables

que resisten provocaciones

y otras tentaciones

ahora nada aconsejables,

y la ilusión en los bolsillos.

5

Él siempre está a gusto y ríe,

y nunca se deprime,

ella siempre va, y lo clava,

siempre sabe lo que pasa,

menuda pareja que hacen,

con la copa en la mano,

no es que no les siente mal,

es que les sienta fenomenal,

no hay quien les pueda igualar,

saben llevar y manejar,

a ver quién es el que encuentra

amigos así en el planeta,

aman a todas por igual,

incluida a la soledad,

llevan dentro la belleza,

y también la buscan fuera,

otras ven dos problemas,

pero la mirada es la enferma,

no miran bien, no se dan cuenta,

suerte que están él y ella

para quitarnos la tristeza.