SILENCIO

 

Me gusta el silencio cuando borra 

el precio pagado por el olvido, 

donde genera el lenguaje fructífero 

                                           el alma,

donde las nubes de la incertidumbre mueren

besando la plena lucidez del amor.

 

Cuando ya la hecatombe del ambiente

encabrita el deseo de la soledad,

surge como un éxtasis la melancolía 

difuminada por el recuerdo.

 

Muere lo que no es

cabalgando asustado

en el tiempo pretérito.

 

En los jardines del silencio,

los versos se arrancan por manojos;

hay cultivo de amapolas 

entre la pausa de la hora.

 

Hurgan mis ojos cerrados, 

el vientre de las cosas

saltando desde las alturas, la palabra

que corre tras tu paso.

 

El soneto se oye caer como un látigo 

al unísono del relámpago

                        y, sin embargo, suave 

como el toque efímero de una pluma.

 

El espíritu de tu cuerpo 

fluye de portales inanimados

haciéndolas temblar de amor.

 

Allí una piedra, un tulipán, un crisantemo,

                               una banca vacía, 

un árbol de cerezo, trinar de pájaros 

esquinaseis de flores amarillas, 

                   se vuelven un altar,

un culto a tu amor, un sacrificio encendido;

el hecho de lo prometido.

 

                     ¡Ay el amor

cuando viene a buscar lo que no ha perdido!

 

¡Qué silencio al paso de tu suspiro

como un toque a mi oído

sobre el blondo nácar de tu pecho!

 

Las lilas de tus sonrisas cobran vida

revoloteando en las gargantas de los pájaros;

gorjean, se divierten y vencen la palabra resistida.

 

¡Ah la pluma de tus pies

cuando despiertan tus pasos

dejando la huella de la nada!

 

He aprendido a querer el silencio

porque allí la soledad me abraza

sin una palabra de reproche.

 

Allí me surca tu labio.

 

El capricho sollozo de tu alma

que para mí es caricia.

 

Allí me enveneno de ti

hasta que la sobredosis del poema somnoliento 

espera que pronuncie tu nombre.

 

Allí mío es tu pelo,

tu voz callada, tus manos de seda,

tus locuras ausentes, la danza de tu sonrisa, 

la inocencia de tu afrenta.

 

Y nace la flor cuando arranco un beso de tus labios

en el recuerdo que muere a prisa.

 

Te arrulla mi olfato, 

te siguen mis ojos.

 

Allí se adormece mi alma,

se vuelven bríos tus ojos,

no sé si el cielo es azul 

o ha oscurecido de repente.

 

Allí se me hace eterna la hora.

 

                       ¿Cómo mentir que te amo?

¿Y cómo no amarte, si resurge de mi boca

la mueca fatigada al efluvio toque del viento

cuando celoso buscaba morder tus labios?

 

No hay palabra, no hay fonema

que despierte el más grandioso poema

que el firmamento de tus ojos.

 

Y tu cuerpo, tu cuerpo es vaso 

de trigo para el amor del alma,

un topacio que brilla irisado por la luz del día.

 

No hay vértigo en la frase,

no hay éxtasis alucinógeno

en las vértebras de mis pulmones

ni delirio de locura en mi palabra.

 

Hay síndrome de amor escondido.

 

Porque no basta un lecho para amarte,

unas nupcias para clamarte que eres mía,

un cortejo de rubíes para engalanarte.

 

                                ¡No!

 

Ya eres tú, ya eres bella,

ya eres mía.

 

Hay ciertas cosas incorregibles en mí,

las vértebras de mis costillas,

el ruido de mi voz,

la piel que va perdiendo su lozanía.

 

Y se va,

se va el tiempo que fue ayer, hoy

mañana pasará.

 

Pídeme,

pídeme que estruje

                   el hosco tronco de los cardos,

que salga en el crudo invierno amoratado,

que, penitente, hinque rodilla;

   

pide que los ocasos naufraguen en el horizonte,

que las estrellas sueñen de día,

que los peces mueran de frío;

  

pide que nunca una madre rece

                    por el hijo ausente;

  

pero no me pidas que nunca vuelva a amarte,

porque no he dejado de amarte todavía.

 

Me gusta el silencio,

porque sabe callar cuando, al amarte,

                                    la noche brilla.

 

Me gusta el silencio cuando te amo,

porque susurra en el poema

que aún eres mía.

 

                                      ¡Y te amo!

   

  

 

 

   

«El Beso (The Kiss)», de Auguste Rodin.

Versión en mármol blanco (2010).

Se halla en la Ny Carlsberg Glyptotek, Dantes Plads, København, Danmark.

   

    

    

  

       

         

Hilario de Jesús Esteban López (Ipala, Chiquimula, Guatemala, 1975). Maestro en Educación Primaria Urbana. Amante de la poesía lírica, el dibujo y la pintura. Gran parte de su obra ha sido dada a conocer a través de diversas revistas digitales. Ha participado en varios certámenes internacionales de Poesía. Es autor de una amplia colección de sus poemas y relatos líricos, aún inéditos, que verán pronto la luz en su primer libro. Es titular del blog «Desde el Corazón», en donde da a conocer su creación literaria.

    

    

GIBRALFARO. Revista de Creación Literaria y Humanidades. Publicación Trimestral. Edición no venal. Sección 2. Página 9. Año XVIII. II Época. Número 103. Abril-Junio 2019. ISSN 1696-9294. Director: José Antonio Molero Benavides. Copyright © 2019 Hilario de Jesús Esteban López. © La imagen ha sido tomada, a través del buscador GOOGLE, de la fuente que se cita, y siguiendo las instrucciones que se indican: Yair Haklai (autor), CC BY-SA 3.0. https:// commons. wikimedia. org/ w/index.php?curid=11313565. Depósito Legal MA-265-2010. © 2002-2019 Departamento de Didáctica de las Lenguas, las Artes y el Deporte. Facultad de Ciencias de la Educación. Universidad de Málaga & Ediciones Digitales Bezmiliana. Calle Castillón, 3. 29.730. Rincón de la Victoria (Málaga).