JULIO-SEPTIEMBRE 2017    

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LAS HUELLAS DEL TIEMPO Y LAS PALABRAS

   

Por Florentino Gutiérrez Gabela

   

   

(I)

  

(Frente al espejo)

  

Mañana, cuando te veas una vez más frente al espejo,

no te sientas incomprendido, egoísta o vanidoso

ni te ofenda la imagen vilipendiada del fracaso,

tampoco busques con urgencia algo que te conmueva,

como un poema que compartió tus días más inútiles y frívolos.

Tú elegiste ese destino y los días ya quemados por la lucidez,

la costumbre que llevas como un temblor

o la cotidiana derrota que construye las horas igual que un vértigo.

  

Esta noche te hablo sin mirarte a los ojos,

desde el fondo de los míos,

y ligeramente desangrándome en la rutina y el deseo.

No te hablo como dos fantasmas que se miran al espejo

en ese laberinto desolado que fue vivir,

te hablo desde el solitario asombro

y el irritable gesto de la existencia,

desde la húmeda terquedad que deja constancia

del espasmo de la vida.

  

Y no busques ahora lo que fue certidumbre en otro tiempo

con su belleza frente a un cuerpo desnudo,

con la mirada que poseía la luz, la llama y la pasión del mundo,

tampoco sientas piedad por ver morir aquello que amaste

cuando las palabras eran la ansiada embriaguez de la carne

y sus traiciones más dolorosas.

  

Has buscado, es cierto,

con el devastado aliento de los mejores días

y solo hallaste la tenaz ceniza,

el látigo con su obstinado poderío,

los brazos que caen sobre el mármol como una pupila de nieve,

solemnes sobre la tierra y su cansancio eterno.

  

¿Qué puedo confesar ante ti, que me ocultas

cuando nos hundimos por los puertos del desencanto

con la fiereza suicida de la luna,

cuando nos fuimos consumiendo en un letárgico olvido

deliberadamente expuestos al trance cotidiano de la destrucción?

   

   

  

   

(II)

  

(Mirada evocadora)

  

Los días anticipan el deseo del tiempo.

  

Como se fundieron los juncos sobre el fango,

los años se rendirán a la mudez del agua.

  

Era entonces la azarosa geografía,

el destierro constante, la perdurable adversidad.

¿Realmente compartimos identidades,

alguna consolación por nuestra servidumbre?

  

Pretendíamos las sobrias razones, las lúdicas promesas

o la simiente malherida que de nosotros brotaba

como un amor contrariado o un resentimiento infinito.

  

El tiempo esculpe colores de primavera muerta,

se adueña del desacierto y otros hastíos,

¿desde cuándo nos diluimos por sus linajes remotos?

Cualquier tiempo es confidente anónimo de nuestros crímenes.

  

El azar dispone a veces de un dulce veneno

que nos seduce entrañablemente.

Lo que nos fue dado, los años yermos y desolados,

elementos ingrávidos de la ciencia,

¿acaso no están muriendo en tu corteza inmaculada,

entre tus brazos quebradizos?

  

¿Cuántos perfumes se perdieron en la indecisa luz,

la difusa hora del desvelo?

  

Apenas creemos en las constelaciones de los días,

siempre soñamos un orden prudente y pacífico

donde los dioses y las estrellas se mostraran compasivos

y los corazones no fuesen tutelados por ningún azar

o algún desgobierno de los hombres.

  

En esa fragilidad,

en las costuras siempre amargas de cualquier mudanza

o en los residuos insondables de la memoria,

allí donde el ingrato recuerdo traza su círculo de espuma

y trémulas alas, encontramos algún momento de falsa paz,

la culpa por los errores cometidos,

los delitos consumados, los olvidados moldes

donde se fraguaron todas las conspiraciones,

en esas y otras penumbras encallan las vidas

cuando ya nada importa.

   

   

  

   

(III)

  

(El tiempo de las palabras)

  

El artificio de las palabras

testimonia las pérdidas ya consumadas.

  

Palabras decididas, audazmente libres,

diligentes en la verdad, agobiadas en los delirios,

con su poder se encadena al pensamiento,

se reivindica la célula del abstracto yugo.

  

En la llama aristotélica y en el cartesiano cerebro,

centellea platónico el siniestro destino,

el moribundo bronce de las horas,

el breve combate de los vencidos.

  

En cualquier escritura tiene su refugio el verso suicida.

  

¿Cómo se hizo la palabra

en este horizonte desierto?

  

Te hablaré despiadadamente en medio de esta tregua

ahora que la lucidez reina entre nosotros,

sin la ebriedad propia de otros tiempos

cuando perseguíamos al hombre necesario

para vivir o morir más cerca de la tierra.

  

Porque los hombres somos siempre los mismos,

la misma atadura a la tierra, igual desapego a las horas,

el mismo aliento dulcemente creado para adormecer otra piel.

  

A veces hay quien necesita benévolas compasiones,

pequeñas cosas para no renegar de los sentidos

cuando la desdicha llega tejedora de carencias.

  

La cordura de hoy no nos impedirá caer en la hoguera

por más que el remordimiento haya colmado nuestra sangre

y ya sintamos nubes blancas en las sienes creadoras.

   

   

  

   

(IV)

  

(Meditación poética del presente)

  

Poco queda en este lugar de nostalgia

donde las palomas rozan el silencio de los zafiros.

  

Todo el humo remonta

y evoca la danza de los candiles.

  

Aún duele el ojo malhechor

y la piedra arrojada

en la gruta cosmogónica de mi costado.

  

Para qué ese furor por vivir

y su hambre desbocada,

ese nacimiento, el desarraigo y su abierta ira.

  

Ya no cabe la vida en estos pasos

ni debiera el alma caminar a más desaliento

del que ya dolió.

  

¿Para qué sirve la luz en este tiempo sin juicio?

  

¿Por qué estas simetrías cósmicas

en esa sustancia lacónica de tu carne?

  

¿Adónde va la molécula oval de esa piel gloriosa?

   

   

  
   

   

    

    

       

         

Florentino Gutiérrez Gabela (León, España, 1953). Poeta. Sus primeros poemas fueron publicados en antologías con otros autores. Su producción lírica ha sido difundida principalmente a través de revistas digitales, como Letralia, Destiempos, Palabras Diversas y Revista Almiar (Margen Cero), entre otras. También tiene varios libros publicados: Liturgia del Tiempo, Caballos del Paraíso, Últimas Devociones, La Vida y Otros Agravios, La ciudad de los Lenguajes, Alba de Otoño, Los Paisajes Oscuros y Vivir no Es una Utopía.

    

    

GIBRALFARO. Revista de Creación Literaria y Humanidades. Publicación Trimestral de Cultura. Sección 2. Página 5. Año XVI. II Época. Número 97. Julio-Septiembre 2017. ISSN 1696-9294. Director: José Antonio Molero Benavides. Copyright © 2017 Florentino Gutiérrez Gabela. © La imagen que ilustra la selección poética forma parte de la colección de fotos de cuadros que gentilmente nos ha cedido el pintor mallorquín Mateo Felipe Serrano, a quien pertenecen todos derechos que pudiesen concurrir sobre la misma. Depósito Legal MA-265-2010. © 2002-2017 Departamento de Didáctica de las Lenguas, las Artes y el Deporte, adscrito a la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Málaga & Ediciones Digitales Bezmiliana, Castillón, 3, Rincón de la Victoria (Málaga).