N.º 71

MARZO-ABRIL 2011

17

    

   

  

   

   

   

   

«ARIZONA»,

UN TRABAJO CONCIENZUDO POCO RECONOCIDO

   

Por Manuel López Porras

   

   

  

E

s y ha sido una constante en la historia de las imágenes en nuestro país no valorar, por no decir ignorar, el trabajo de un conjunto de autores que merecen, con toda justicia, un reconocimiento tan meritorio o más que el de otros a los que la fortuna ha encumbrado.

   
     

  

«ARIZONA». Portada del episodio N.º 1. Con él se inicia la narración de las aventuras de los dos amigos, Arizona y Dinamita (el título resulta bastante sugerente), en diferentes episodios completos que discurren en el lejano Oeste americano, y comprende los 23 primeros números.

   

Tal es, sin duda, el caso de Armando, quien, desde que se hizo cargo de los dibujos de El Jeque Blanco (Rollán, Madrid, 1951), en sustitución de Laffond, y, posteriormente, de Mendoza Colt (Rollán, Madrid, 1955), en la que sustituyó a Martín Salvador también en su parte gráfica, hasta la realización de Arizona (Toray, Barcelona, 1959), demostró, sin altibajos, una regularidad que no era lo habitual en la mayoría de los dibujantes de la época, dado el sistema en que estaba basada la industria del tebeo, que exigía resultados mercantiles pero no estética.

En efecto; las exigencias comerciales de antes (la verdad: y de ahora) solo pedían al dibujante un determinado número de páginas en unos plazos y condiciones previamente fijados. En esas condiciones tan poco propicias para el lucimiento artístico, Armando mantuvo un nivel más que digno, destacando, de manera sobresaliente, en la ambientación y el dibujo del caballo.

El estudio de los trabajos de Armando no presentan gran complejidad: basta con dejarse llevar por la vía de la contemplación lenta y cuidadosa. Asomándonos a sus trabajos, encontramos armonía y orden, un dibujo agradable y atractivo en el que la habilidad en la planificación y en el montaje, sobre todo en las escenas en que predomina el movimiento, logra establecer una intensa dinámica secuencial. La aportación de Armando al tebeo nacional no ha sido todo lo valorada que merecía.

  

ARIZONA: Ficha técnico-artística

Título de la serie: ARIZONA

Género: Aventuras. Western

Guión: R. Acedo, B. Bañolas, Sesén, Retamosa y otros

Dibujo: Armando

Editorial: Ediciones Toray, Barcelona

Año de aparición: 1959

Formato: Cuadernillos de 7 x 24 cm

Colección: 41 números

Color: Portada, en color; interior, en B/N

  

Arizona, un héroe tradicional

Armando nos da en esta serie una versión un tanto idealizada del viejo Oeste americano, consiguiendo una brillantez inusitada, tanto en el aspecto gráfico de los fondos como en el de la ambientación. En este escenario galopan Arizona y Dinamita, su fiel acompañante.

    

     

«ARIZONA». Portada del episodio N.º 24. En lo que se podría considerar segunda parte de la serie (el título ya dice algo), a partir de este número, y hasta el 29, las nuevas aventuras de nuestros protagonistas se plantean en episodios consecutivos y se desarrollan en Méjico, donde Arizona y Dinamita colaboran con el histórico Benito Juárez en su lucha contra el emperador Maximiliano.

 
   

Arizona es el prototipo de héroe tradicional: un convencional jinete errabundo que pone sus armas al servicio del bien y la justicia; nada hay en él de misterio, sus aventuras no parecen inverosímiles y los lugares en que se desarrollan no resultan increíbles.

Con excepción de su última parte, en la que el guión experimenta un giro hacia lo fantástico y lo extraordinario, la temática de la colección no tiene nada de novedoso y original; casi podría resumirse diciendo que la llegada de nuestro protagonista cumple decisivamente con la pacificación de un grupo revoltoso que tiene en vilo la tranquilidad de una sencilla comunidad. Hay largas cabalgadas, luchas, secuestros, persecuciones, elásticos saltos, tiroteos, muertes…

  

Estructura de la obra

Desde el punto de vista narrativo, la obra se compone, en un primer nivel, de 2 partes asimétricas: la primera comprende los 23 primeros números (o cuadernillos o entregas), y en ella se narra una aventura completa por número, de tal manera que se da una coincidencia plena entre el número de entrega y la aventura; se trata, pues, de episodios completos, cerrados. La segunda parte se extiende desde el número 24 hasta el final (el cuadernillo 41), y en ella, esa coincidencia ya no existe: cada número es un episodio o parte de una historia, la acción aventurera no culmina en un número, sino que las aventuras que ahora se desarrollan comprenden varios cuadernillos, que se enlazan uno tras otro hasta su final definitivo.

Ahora bien, por la temática que se desarrolla, esta segunda parte, como veremos, se compone, a su vez, de otras dos de extensión desigual (primera: 24 – 29; segunda: 30 – 41), cada una de la cuales abarca sendas historias, caracterizadas por desarrollarse en diferentes contextos situacionales.

  

El lejano Oeste, una aventura por entrega

En un primer momento de la narración, concretamente en sus 23 primeros números, las aventuras de Arizona y Dinamita nos las presenta Armando en diferentes episodios completos, uno por entrega (o cuadernillo). Ciertamente, esta modalidad narrativa comporta una dificultad extrema, pues el relato de una historia se ve limitado en su acción y desarrollo por las reducidas posibilidades que presentan tan solo 10 páginas.

Sin embargo, y paradójicamente, este procedimiento es lo que permite al autor introducirnos en la variopinta inmensidad geográfica del lejano Oeste, con todos sus tópicos novelescos, consiguiendo un impactante realismo, en que el elemento forastero, en este caso nuestros protagonistas, continúa estando siempre presente. Siempre de un sitio a otro diferente a lomos de su caballo, las historias vuelven a ser contadas con escasas variaciones entre galopadas, disparos y estampidas, pero, y aquí radica la maestría de Armando, procurando eludir la pesada monotonía de la reiteración. Este buen hacer había que llevarlo a buen término y Armando supo hacerlo en esta colección.

  

Arizona, en Méjico

   
     

  

«ARIZONA». Portada del episodio N.º 30. El hilo de la acción abandona el escenario histórico de México para adentrarse en la aventura fantástica, con ciudades perdidas y tesoros ocultos, recurso que se prolonga hasta la finalización de la serie.

   

En lo que se podría considerar segunda parte de la serie, a partir de su número 24 y hasta el 29, las nuevas aventuras de nuestros protagonistas se plantean distribuyendo la acción a lo largo de varios números; esto es, la estrategia narrativa de una historia por número se abandona.

Estas nuevas aventuras nos trasladan a Méjico, donde Arizona y Dinamita colaboran con el histórico Benito Juárez (1806-1872) en su lucha por la liberación de Méjico contra Maximiliano (1832-1867), proclamado emperador de este país por interés de las potencias europeas, sin que lo que se nos cuenta, aunque inmerso en la realidad histórica, forme parte necesariamente de los hechos históricos acaecidos en la lucha de los mejicanos por la independencia política de su país.

  

Cambio de escenario: del western a lo fantástico

Finalizada la aventura de Juárez y Maximiliano en el número 30 de la colección, la serie experimenta un giro radical, abandona el escenario histórico de México para adentrarse en la aventura fantástica, con ciudades perdidas y tesoros ocultos, recurso que se prolonga hasta la finalización de la serie en su número 41.

 

Valor estético de la obra

No estamos ante una obra redonda, estéticamente perfecta. Pero tiene cualidades y no pocas. El dibujo de Armando puede gustar o no, pero no deja indiferente. Quizá sea cierto que Arizona no constituya una obra maestra, pero es innegable que se trata de una excelente narración gráfica, aunque su precipitado final le reste algo de su valor en este sentido.

Ya conocíamos a Armando dibujante (El Jeque Blanco y Mendoza Colt) y en este aspecto no nos defrauda. En Arizona mantiene el gusto por los escenarios rigurosamente definidos; es detallista, sin resultar cargante, con un dibujo narrativo del que podemos decir que consigue plenamente su objetivo: hacer creíble lo que se nos está contando.

Aunque los guiones puedan no ser especialmente profundos o innovadores, recorrer las páginas de Arizona es encontrarse sumergido en aquellas populares novelas del Oeste de unos tiempos ya pasados, donde el dibujo de Armando se adapta como un guante de goma.

    

     

«ARIZONA». Portada del episodio N.º 40. En este penúltimo episodio, una ballena embiste la pequeña embarcación en que se hallan los protagonistas de la historia.

 
   

Armando explota el atractivo de lo establecido, de las cosas hechas a la vieja usanza, de las historias contadas con un solo propósito, sin dobleces ni ironías. Su dibujo está completamente al servicio del guión, y todo intento de efectismo es abandonado al servicio del proceso narrativo. Parece plenamente consciente de lo que está haciendo y por qué lo está haciendo, y esa convicción insufla vida al tebeo y restaura con efectividad parte del aura mágica que siempre debería estar presente en cualquier relato gráfico.

Arizona es, pues, una narración entretenida, cuya principal virtud es la honestidad y el respeto al lector, y en la que los caballos de Armando son lo mas sobresaliente y gratificante de la saga: su gran dominio del caballo en movimiento le acredita como uno de los grandes dibujantes de la posguerra española. Por otra parte, en la obra es evidente que los aciertos de realización gráfica superan en mucho a los de los guiones.

En resumen, un trabajo concienzudo que se ve justamente recompensado por el óptimo resultado de la obra. Es hora, pues, de una reivindicación en toda regla de su obra.

  

Consideraciones finales

Armando tuvo que bregar con una maldición particular, la de ser siempre considerado un segundón ante la descollante pléyade de brillantes autores contemporáneos, consideración especialmente injusta, pues, si bien es innegable que entre ellos existían similitudes de temática y estilo, también lo es que, en ciertos aspectos (en el gráfico y el narrativo especialmente), Armando supera a muchos de ellos.

Insistimos, en fin, en que Armando es uno de esos autores cuya obra no ha sido suficientemente valorada y que debería empezar a conocer una revalorización. Todos los aficionados que conocemos opinan que fue un dibujante excelente e, igualmente, todos coincidimos en esta reivindicación.

   

   

     

Manuel López Porras (1941), jubilado en la actualidad, es, desde siempre, un entusiasta de los tebeos, que alegraron su infancia en aquellos grises años como a tantos otros muchos españoles. Desde hace unos años, colabora en la revista “El Boletín”. del amigo Carlos González.

   

   

GIBRALFARO. Revista de Creación Literaria y Humanidades. Publicación Bimestral de Cultura. II Época. Año X. Número 71. Marzo-Abril 2011. ISSN 1696-9294. Director: José Antonio Molero Benavides. Copyright © 2011 Manuel López Porras. © Las imágenes, extraídas a través del buscador Google de diferentes sitios o digitalizadas expresamente por el autor, se usan exclusivamente como ilustraciones del texto, y los derechos pertenecen a su(s) creador(es). Edición en CD: Director: Antonio García Velasco. Diseño Gráfico y Maquetación: Antonio M. Flores Niebla. Depósito Legal MA-265-2010. © 2002-2011 Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura. Facultad de Ciencias de la Educación. Universidad de Málaga.

  

  

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