N.º 71

MARZO-ABRIL 2011

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GLORIA

   

Por Ernesto Colomo Magaña

   

   

   

E

scribir de los sentimientos, en concreto, del amor, es una tarea más ardua y difícil que hacerlo de un simple gesto que pueda poseer el mismo valor. Una mirada, un abrazo, un beso, llenan y regocijan el alma un momento.

Una frase bonita o un regalo se recuerdan con especial cariño. Una declaración, si surge del interior y dejando que sea el corazón el que elija las palabras con sinceridad y emoción, nunca se olvida.

La pasión y el cariño sujetan mi pluma, la felicidad y la ilusión serán mi motivación, tú, Gloria, la fuente de mi inspiración.

   
     

  

Mi mundo es mejor desde que tú estás en él.

   

Mujer, hermosa e inteligente, cuya belleza no se compone sólo de tu atractiva silueta, de tu rostro angelical o de tu perfecta sonrisa, sino de la bondad y grandeza de tu espíritu.

La pureza y la armonía componen la esencia de tu alma, impulsada por hacer feliz a todos cuanto te rodean y cuyo reflejo se vislumbra en la inmensidad de tus ojos oscuros.

Unos ojos que brillan cuando me miras, que me dicen que me amas, donde encuentro paz y descanso como al recostarme sobre una verde ribera en un día cálido de primavera.

En tus labios, sonrosados y carnosos, puedo hallar la eternidad, siendo tus besos el elixir, lo que me permite seguir viviendo. Besos dulces y suaves, cariñosos o apasionados, pero siempre con un sabor peculiar que emana desde el fondo del corazón y recorre todo el cuerpo alcanzando cada uno de los sentidos… sabor a amor.

Un rostro cándido de belleza sublime, que el propio Miguel Ángel hubiera querido crear. Expresa juventud y felicidad a raudales, un hermoso lienzo donde situar el resto de tus perfecciones.

Siento cada vez que el brillo de tus ojos denota tristeza, me queman esas perlas húmedas que recorren el surco de tus ojos negros, pues veo que he agraviado y herido a la única persona que llena mi vacío.

Por cada uno de esos momentos en que mi vista no alcanza a superar la punta de mi nariz, perdón te pido.

Desde ahora, no me importará verte llorar a diario, con los ojos húmedos y el corazón encogido, si tu sonrisa me embarga y la felicidad por amarnos es el motivo.

Mi mundo es mejor desde que tú estás en él.

Mis anhelos y sueños, presos del horror del mundo en que vivimos, despiertan cuando en tu boca se dibuja una pícara media luna. Tu risa se convierte en la melodía que marca los compases de mi corazón, sin descanso, continuos, haciendo de mi vida un plácido paseo, descalzo, dándome el sol en la cara y con la brisa marina, a la orilla del mar.

El paraíso evoca tu nombre y con un ángel del cielo te confundo. Viniste a mí cuando andaba errante, sin rumbo ni destino, como un barco sin velas en medio de una gran tormenta… hasta que apareciste tú.

Tu vitalidad y amor borraron todo mi pasado y una promesa se grabó a fuego en mi interior, no perderte jamás.

Siento que eres el tren que no puedo perder y para el que solo tengo una oportunidad de subir. Un tren al que había que saltar aunque pudiera caer, como el humilde que lo pierde todo sin merecer, una ilusión por la que seguir, una esperanza por la que soñar a la que me aferre como un clavo ardiendo, como la última bocanada de aire antes de perecer ahogado.

De ti, he aprendido a vivir. Las cosas son como son y tú has sido la única que me ha hecho comprender la verdad de esa cuestión.

   
     

  

Eres el manto  de estrellas que cubre mis noches y mis sueños, no quedando nunca indefenso.

   

No es sólo todo lo que te amo, no es únicamente la felicidad que he hallado contigo, no es exclusivamente el deseo de permanecer a tu lado… lo es todo, te has convertido en todo para mí, como una necesidad vital, como una adicción de la que no te puedes apartar, como un destino del que no puedes huir, no por falta de fuerzas, sino porque me quiero quedar aquí.

Eres el manto de estrellas que cubre mis noches y mis sueños, no quedando nuca indefenso.

Que la vida es corta, nos lo recuerda a cada momento la realidad que nos envuelve y rodea, que ese breve paseo entre las maravillas del mundo que se nos ha dado quiero realizarlo contigo, no cabe lugar a dudas.

Como yo mismo dijera en su día, la felicidad no es llegar a un destino, sino disfrutar de todo el camino, quiero recorrerlo agarrado de tu mano, sin que nada ni nadie nos separe, siempre andando junto a ti.

Ya no quedan palabras por decir, ni sentimientos que pueda argumentar, por ello desde la sencillez, sin usar artificios ni metáforas, te diré orgulloso y de verdad que te quiero a ti, Gloria, todo lo que un hombre puede querer a una mujer.

   

   

 

    

 

 

Ernesto Colomo Magaña (Málaga, 1987). Diplomado en Maestro en Educación Física por la Universidad de Málaga. Pertenece a la Promoción 2005-2008. Actualmente está realizando el curso 4.º de la licenciatura de Pedagogía en la Facultad de Ciencias de la Educación de esta misma Universidad. Ha sido galardonado con el 3.º premio del IX Concurso de Relato Corto “Ochavada” (Archidona, Málaga). Dedica mucho tiempo a la lectura, pero es la redacción de relatos de misterio e intriga la afición que más le acapara su tiempo.

    

    

GIBRALFARO. Revista de Creación Literaria y Humanidades. Publicación Bimestral de Cultura. Año X. II Época. Número 71. Marzo-Abril 2011. ISSN 1696-9294. Director: José Antonio Molero Benavides. Copyright © 2011 Ernesto Colomo Magaña. © Las imágenes, extraídas a través del buscador Google de diferentes sitios o digitalizadas expresamente por el autor, se usan exclusivamente como ilustraciones, y los derechos pertenecen a sus creadores. Edición en CD: Director: Antonio García Velasco. Diseño Gráfico y Maquetación: Antonio M. Flores Niebla. Diseño Gráfico y Maquetación: Antonio M. Flores Niebla. Depósito Legal MA-265-2010. © 2002-2011 Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura. Facultad de Ciencias de la Educación. Universidad de Málaga.

    

    

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