N.º 64

NOVIEMBRE-DICIEMBRE 2009

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CIELOTODOGRIS

   

Por  Susana Quiroga

   

   

A

h... la noche me ha jugado una mala pasada, cielotodogris. Esperaba los mismos rayos de sol de ayer, pero no aparecen; se han ido y, para mi desamparo, empiezan a caer unas gotas de lluvia. Espesura fría, mi mirada se detiene en el borde de esta ventana gris, no puede prolongarse al infinito, a ese infinito que me cobija, sí, porque, cuando el sol se enciende, una claridad entibia mi piel, mi sangre hormiguea, crezco, el aire me eleva a los cerros, me confundo con los murmullos del viento, acudo a tu llamada, soy parte del universo. Habrá que cambiar de planes, cielotodogris sin verde, sin azul de pájaros, hace frío.

   
     

 

Por lo general, los domingos, la computadora descansa, no la enciendo, pero hoy llueve, cielotodogris, ella me aguarda.

   

Por lo general, los domingos, la computadora descansa, no la enciendo, pero hoy llueve, cielotodogris, ella me aguarda. Entonces, comienza la ceremonia: abro mi correo, espero, llamo para conectarme, espero; por fin, Buscando Host..., Conectando, Autorizando Conectado; entran mensajes, España, Córdoba, Buenos Aires, Jujuy, página literaria, noticias, recitales poéticos... Pero el tuyo no llega, no llega. A veces, son dos palabras, sabes que me bastan dos palabras, me alucinas a veces con dos palabras. Yo sonrío, te adivino, cómo estás, te quiero, cántame, mírame amor, y en la pantalla se dibuja un corazón; otras veces, una estrella o flores que se convierten en un ramo oloroso, en un caleidoscopio de esas flores de colores que en otoño recogíamos del campo, ¿recuerdas?, las que me dejaban la nariz con polen amarillo, cosmos, sí, cosmos se llaman. Entonces, la ternura encendía tu mirada y la risa, el amor; dos palabras, sabes que bastan dos palabras para que el sol entibie este cuarto, aunque llueva; para que los pájaros remonten el vuelo, aunque no los vea. Cuando se lo cuento a Lucy, mi amiga del alma, me mira con preocupación; me dice que edite tus mensajes, pero no quiero, no quiero imprimir tus mensajes; tengo miedo de que en el papel frío se mueran, de que el corazón o la flor o la estrella sólo míos, se esfumen y anden a la deriva como barriletes sin hilo perdidos en el cielo. No podría soportar esa pérdida. Eso sí, los he guardado en el archivo de la computadora para poderlos ver cuando yo quiera, cuando el desasosiego me invada, cuando la soledad sea una carga muy pesada y me llene de congoja el alma. Espero, Recibiendo mensajes... Pero no llegas, cielotodogris, esas dos palabras no llegan, no me buscan, no me encuentran, hace frío, llueve.

Aquella noche, cielotodogris, también llovía. Cuando abriste por fin los ojos  después del accidente, de tanta lejanía, me mirabas doliendo, y me dijiste, con una apenas sonrisa, estaré siempre contigo, nos encontraremos, ya verás, muchos indicios te guiarán, ya verás, y así es, a veces, un aroma me habla de un día, de aquel abrazo, otras, la sábana corrida a tu lugar que dejó huérfano el mío, otras, el vuelo de ese pájaro cuyo silbido tan bien imitabas. Entonces cierro los ojos para sentir mejor tu presencia, para que el gesto amado no se diluya en el tiempo, cierro los ojos para que el roce de tus manos en mi cuerpo sea más presente... y estás conmigo. A veces, llegas en el sueño, y es tu presencia tan real, tan patente que se me olvida tu ausencia. Entonces, hablamos, nos encontramos en el abrazo, en la pasión y, cuando despierto, mi piel está lozana, joven, fresca y la dulce modorra después del amor me retiene en la cama con los ojos cerrados y una sonrisa. No quiero abrirlos, espero así retener tu voz, sentir el olor de tu piel, tu nueva caricia. Entonces, el encuentro me acompaña todo el día, mi canto es un susurro entre las paredes de la casa, de nuestra casa, es un violín entre los árboles de nuestro jardín, todos me miran confusos, no comprenden esta dulce embriaguez, ni Lucy, mi amiga.

Pero en esta mañana de lluvia como aquella otra terrible cuando te hundiste en la lejanía, las dos palabras no llegan, Desconectado, espesura gris, se terminan los mensajes, la pantalla pálida, desasida, sin estrellacorazónflorescaleidoscopio, sin verde, sin árboles que me llamen, sin azul de pájaros, sin los murmullos del viento donde anida tu voz amada.

Hace frío, cielotodogris, desamparo. Mis manos, vacías.

   

   

 

    

 

 

Susana Quiroga, poeta y narradora jujeña, es profesora en Letras, y su producción literaria comprende tanto la poesía como la prosa. Ha publicado los poemarios Mariposas (l988), Premio en poesía para poetas inéditos; Poemas de la Soledad (l994), Faja Nacional de Honor (ADEA); Salvajes luces inquietas sombras (1998), Faja Nacional de Honor en 1999 (ADEA); Arcilla de mujer (2000), Una (2005) y Verano intenso (2006). En prosa cuenta con los libros de cuentos Ráfagas de viento (l991), Faja Nacional de Honor y Primera mención especial (ADEA) y Mensajería (l995), la mayoría premiados por diferentes instituciones nacionales y provinciales. Es también autora de la novela Final de sitio. El río de Angustia (2003), Faja Nacional de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores en 2004. A su actividad docente y literaria añade la dirección, desde 2001, de la ‘Página Literaria’ del diario “Pregón”, de Jujuy (www.pregon.com.ar), y la colaboración en diversas páginas y revistas literarias nacionales e internacionales. Es Miembro de Honor de la Fundación Argentina para la Poesía de Buenos Aires.

    

    

GIBRALFARO. Revista de Creación Literaria y Humanidades. Publicación Bimestral de Cultura. Año VIII. II Época. Número 64. Noviembre-Diciembre 2009. ISSN 1696-9294. Director: José Antonio Molero Benavides. Copyright © 2009 Susana Quiroga. © 2002-2009 Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura. Facultad de Ciencias de la Educación. Universidad de Málaga.

    

    

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