N.º 58

NOVIEMBRE-DICIEMBRE 2008

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DECIR CÓMO, DECIR QUÉ

   

Por Mercedes Sáenz

  

  

A

tendía su consultorio con esmero y un cierto grado de alegría. Era psicóloga y se llamaba Andrea.

Por las noches, se sentaba sola en una silla frente a un público numeroso y esperaba que creciera el silencio absoluto y entonces, desde esa silla, iluminada por una lámpara derecho a su cabeza, separaba su pelo en hermosas colinas y descendía sobre su cara como un torrente de agua incierta, y se convertía en la imagen de lo que estaba dispuesta a contar.

   
      

 

Si se ponía de pie, podía ser una estatua perfecta. Si osaba mover los brazos, era como un fla-menco sobre el  agua plateada.

   

Música,  sonido del viento,  olores,  tristeza y alegría, cabían debajo de sus párpados, al cerrarse o al abrirse o al dejarlos quietos como dos mariposas de arena.

En sus narraciones podía llevarte a un pequeño pueblo de Turquía, descalza, por el sur argentino o marearte en un barco holandés.

Desde la misma silla podía ser una inmigrante con un vestido gris esperando en Retiro que la pasen a buscar, las piernas cruzadas y las manos escondiendo todas las expectativas sobre sus faldas.                                 

Si se ponía de pie, podía ser una estatua perfecta. Si osaba mover los brazos, era como un flamenco sobre el  agua plateada. Tremenda la dignidad de su cuello, para ser un perfil que duraba sólo unos segundos.

Algunas de sus historias eran de autores famosos o no, de Las Mil y una noches, de gente que esperaba en el subte o de amores que volaban y morían.

Una noche, yo estaba sola. Tenía ante mí una copa de buen vino que convidaba la casa. No la toqué por no romper el juego de luces que había sobre ella. Siempre pensé en el vino tinto como la sangre y el en vino blanco, lágrimas.

Esa  noche, Andrea, con una copa de vidrio en la mano, contó una historia árabe de las más sugestivas que oí en mi vida, y un aplauso insistente y continuo provocó que algunos reflectores se prendieran.

Ella no se movió agradeciendo al público, que estaba casi todo de pie. Giró lentamente su cabeza hacia la izquierda y una luz indecisa la iluminó levemente amarilla. Brillaba su pelo, pero, sobre nosotros, el silencio negro. Su cara,  mezcla de cera e incienso, como una virgen legendaria.

—Viene a cuento —dijo lentamente. Levantó las manos y las cruzó como una paloma sobre su pecho. No movió sus párpados y dos lágrimas gruesas le cayeron de los ojos. Miró fijamente un sólo lugar y dijo con ternura:

—Yo tenía un amor que se llamaba Javier…

Sólo de una de sus manos salía sangre cada vez más roja, que entraba por la manga negra de su vestido y se deslizaba por sus dedos con una lenta velocidad maldita.

—Estoy muriendo por la mitad —dijo sin bajar la cabeza.

Nadie se movió.

Era una estatua doblada en dos como un libro, la curva de su espalda una línea recta y ahora la sangre corría por sus piernas.

La cara de Andrea desaparecía en capas transparentes. Y sus ojos cerrados.

Su brazo, el del tajo alevosamente abierto, quedó suspendido en el aire como un adiós imperceptible, como si desde la borda de un bote tocara el agua con la punta de los dedos. Con algún Javier, supongo, salieron de la luz y de mí para siempre.

No me moví ni tomé la copa de vino. Cuando pude levantarme supe que como un ciego para siempre llevaría esas voces conmigo.

  

  

    

Mercedes Sáenz (Buenos Aires, 1952). Ha cursado estudios de filosofía. En su haber literario cuenta con pequeñas publicaciones para las editoriales Atlántida y VYR y diversas colaboraciones para revistas virtuales, especialmente para Artesanías Literarias, del editor Andrés Aldao. No participa en concursos. Es autora del libro Filos de Lata, publicado por la Editorial Vela al Viento, del editor Eduardo Gómez. Actualmente está preparando un segundo libro.

    

    

GIBRALFARO. Revista de Creación Literaria y Humanidades. Año VII. Número 58. Noviembre-Diciembre 2008. Sección 1. Página 2. ISSN 1696-9294. Director: José Antonio Molero Benavides. Copyright © 2008 Mercedes Sáenz. © 2002-2008 Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura. Facultad de Ciencias de la Educación. Universidad de Málaga.

    

    

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