N.º 58

NOVIEMBRE-DICIEMBRE 2008

1

   

  

   

   

SARA

   

Por Rosana Victoria Molero

   

  

N

o sentía las piernas y le dolía muchísimo la cabeza. Aquello había sido una locura, pero no le importaba, había valido la pena. Le había salvado la vida a él. ¿De qué? No sabía... tal vez de una muerte segura. El impacto del coche había sido tremendo, pocas posibilidades había de sobrevivir. Ella misma no sabía dónde estaba, quizá en el cielo. Sentía que estaba en movimiento y oía voces. La conciencia se le escapaba por momentos. No podía retenerla por mucho que lo intentara. Se desmayó.

   
      

 

No sabía... tal vez de una muerte segura. El impacto del coche había sido tremendo, pocas posibilidades había de sobrevivir.

   

Horas más tarde, despertó en una habitación blanca. Tenía una ventana que daba a la calle con unas cortinas color azul cielo. Cerca había una triste mesilla y un pequeño sofá. Se llevó una mano a la cabeza. No sabía con total seguridad qué había sucedido.

Alguien llamó a la puerta y la abrió. No era posible, era él, la última persona a la que esperaba ver allí.

—¿Puedo pasar? —preguntó él—. ¿Cómo estás?

—Déjame en paz, Iván —respondió ella.

—Sólo venía a darte las gracias, Sara; has arriesgado tu vida por mí. —El chico no pudo evitar que una lágrima rodara por su mejilla.

Ella se volvió hacia él como movida por un resorte, no esperaba que reaccionara así. Siempre lo había sentido frío, a pesar de llevarse bastante bien con él. Era lo último que se podía imaginar.

Apenas unas horas antes, habían estado discutiendo. Pasaron por una carretera y un coche venía a toda velocidad… directo a él.

Fue tal vez un acto reflejo, no sabía ahora cómo explicarlo, pero Sara no pudo evitar darle un empujón y quitarlo de en medio.

Se llevan más o menos un año de edad, pero ella, a sus quince años, sabía bien por qué hacía las cosas.

—¿Por qué lloras? —preguntó la chica.

—Tranquila, no es por nada.

Él iba a salir de la habitación cuando Sara le preguntó algo que él hubiera deseado ignorar. Pero era demasiado importante como para hacer que no lo había escuchado.

—¿Qué me pasa? ¿Por qué no puedo mover las piernas?

—Bueno… verás —dijo el joven, aclarándose la garganta. Se situó a su lado y le cogió la mano. —Has tenido una lesión en la médula y, por ahora, no puedes andar. Pero no te preocupes —se apresuró a decir—, los médicos dicen que vas a curarte, con el tiempo.

Ella se desasió del contacto de su mano. No era posible, aquello era una pesadilla de la que despertaría pronto. Pero nada más tocó con sus pies el suelo para incorporarse, volvió a caer como un fardo sobre la cama. Iván corrió a ayudarla y la abrazó con todas sus fuerzas intentando infundirle ánimos. Los ojos azules de ella se llenaron de lágrimas y no pudo evitar llorar.

—No te preocupes —dijo él—. Yo estaré contigo y te ayudaré todo el tiempo que haga falta.

  

  

Rosana Victoria Molero Martín (Málaga, 1992) cursó la Educación Primaria en el C. P. ‘Luis de Góngora’ de Málaga y los correspondientes a la ESO, en el Colegio ‘Sierra Blanca’, también de Málaga, donde, en la actualidad, cursa 1.º de Bachillerato.

    

    

GIBRALFARO. Revista de Creación Literaria y Humanidades. Año VII. Número 58. Noviembre-Diciembre 2008. Sección 1. Página 1. ISSN 1696-9294. Director: José Antonio Molero Benavides. Copyright © 2008 Rosana Victoria Molero Martín. © 2002-2008 Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura. Facultad de Ciencias de la Educación. Universidad de Málaga.

    

    

PORTADA

 

TÍTULOS PUBLICADOS