N.º 57

SEPTIEMBRE-OCTUBRE 2008

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SUEÑOS INEQUÍVOCOS DE UN DESPERTAR

   

Por Vanessa Álvarez Díez

  

  

L

a verdad, para no haber dormido lo suficiente, la mañana no comenzaba mal.

Era uno de esos días de irremediable agobio. Se acercaba la fecha para casi todo, y, como ocurre en estos casos, la ansiedad estaba de nuevo presente, como siempre, inexcusable a su cita a los momentos ‘previos de’. El ‘de’ no importa, ella siempre acude. De todos modos, la mañana comenzaba para ella como un nuevo capítulo de un libro, de su nueva vida, platónico y entusiástico futuro que tal vez no conociese nunca, pero que a ella le inyectaba en mañanas como ésa la adrenalina suficiente para desperezarse de sus desafiantes miedos y vencer la mordaz batalla interna con dilucidadas estrategias.

   
    

 

"Mujer pensativa" (1912)

(Karl Schmitt-Rottluff)

   

Es difícil planear cómo será la semana siguiente sin saber cómo acabará el día. Se lo pregunta una y otra vez porque está tan acostumbrada a que su destino cambie en cinco minutos que lo único que ya puede planear en su vida son sus sueños. A veces también planea las pesadillas. Para verlas venir. Es mejor estar precavida, y así, no dormirse en los laureles. Porque llegar, llegan seguro.

El trabajo era como siempre, rutinario, como casi todos. Pero entre tanto, se puede dejar llevar, más allá del horizonte, añil, sepia o azul del mar. Nunca supo describirlo muy bien, porque nunca anheló el mar. Su mente estaba más allá de él. Como la de los Conquistadores de otros mundos, que sueñan con tierras lejanas, más allá del de los Océanos. Eso le ocurría a ella. Nunca amó el mar porque no lo comprendió, ni lo anheló. Y para amar las cosas hay que anhelarlas, aunque estén cerca, cuando amas, anhelas, al menos el sentimiento recíproco de lo-quien amas. La tierra firme es distinta. Sabes dónde tienes los pies, y así, aunque no sepas dónde está tu mente, tienes un punto de apoyo que te une a tan cálidos y apacibles mundos, como inhóspitos a veces. La tempestad, claro, también es viable en tierra firme, inhóspitos recuerdos y las mareas, vagos pensamientos que algún día se quedarán en un lejano arrecife. Pero está firme. Segura de sí misma. La tierra, porque ella no tiene claro lo que significa esta palabra. Porque lo único que sabe es lo que no quiere. Lo que quiere, no lo anhela; por eso, no lo sabe.

Mientras continúa su vida. Pasa por ella sin dejar casi trazas de su vida. Tan sólo es un eslabón más de los muchos que componen la vida.

Sin embargo, al final de la mañana presentía que hoy su vida no buscaba en sus sueños. Ahora si, comenzaba a divisar una nueva perspectiva. Hoy, ya pisaba más firme, la vida la sonreía.

  

  

    
   

VANESSA ÁLVAREZ DÍEZ (León, 1978) ha cursado los estudios de Jardín de Infancia y ha sido soldado profesional, primero en el Cuerpo de la Armada (A Coruña) y posteriormente en el de Tierra (Burgos). Durante su servicio en las Fuerzas Armadas, comienza los estudios de Administración de Sistemas Informáticos, que concluirá en Málaga, ya fuera del Ejército. En la actualidad es diplomada en Maestro en Lengua Extranjera, especialidad de Inglés, por la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Málaga. Se inicia en la creación poética tempranamente. Cultiva una poesía con evidentes ribetes melancólicos, evocadores de sus vivencias personales en su tierra natal y de aquellos otros lugares que han ido conformando su existencia.

    

    

GIBRALFARO. Revista de Creación Literaria y Humanidades. Año VII. Número 57. Septiembre-Octubre 2008. ISSN 1696-9294. Director: José Antonio Molero Benavides. Copyright © 2008 Vanessa Álvarez Díez. © 2002-2008 Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura. Facultad de Ciencias de la Educación. Universidad de Málaga.

    

    

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