1

LA NOTICIA

Nuestro Padre Jesús "El Rico" libera a José Antonio Bautista, el preso que supo rehacer su vida. Se desenganchó de la droga, que le llevó a cometer un robo con violencia y lo arrastró a prisión en 1999. Ayer, fue el protagonista sin rostro del Miércoles Santo. “El Rico” le abrió la puerta de la prisión provincial. Bautista ya es libre.

  

TEXTO: Ángel de los Ríos /FOTO: Carlos Moret

   

  

  

M

aría y Carmen se aferraban a la valla con todas sus fuerzas. Llevaban esperando en la plaza de la Aduana para la liberación de José Antonio Bautista desde antes de las siete y media de la tarde. «Es un hombre bueno», le dijo la una a la otra. No habían visto su cara. Casi nadie en Málaga lo conoce. José Antonio es parco en palabras y quizá ese escaso afán de protagonismo, esa humildad, ha dicho mucho más de él que cualquier otra cosa. Virtudes, su mujer, y su hija de 17 años observaron, desde algún escondido lugar del Palacio de la Aduana, cómo José Antonio esperaba con tensión la escasa hora que le separaba de la libertad.

  

    

    

Vista parcial de la imagen de Nuestro Padre Jesús "El Rico".

(© Imagen: SUR)

  

A las ocho en punto, el trono de Nuestro Padre Jesús “El Rico”, más resplandeciente que nunca gracias a su nuevo dorado, asomó por el fondo de la calle Alcazabilla acompañado por la banda de cornetas y tambores del Ayuntamiento de Alhaurín de la Torre. Mientras, a los pies de la Subdelegación de Gobierno, se iban agolpando malagueños, extranjeros y muchas cámaras de televisión, que no querían perderse el momento en que “El Rico” bendijera al reo.

La banda de música de la Policía Nacional iba afinando sus instrumentos para tocar el himno nacional llegado el momento, pero aún quedaba una hora de pasito corto hasta la libertad del hombre que rehizo su vida abandonando la droga por el pincel.

Llega la comitiva procesional. Un silencio tan denso que puede palparse estalla entre la gente. Todo el mundo parece contener la respiración para no romper la mística del instante. Es el momento del encuentro de José Antonio Bautista, un presidiario, con su “Libertador”. «¿Quietos ahí!», truena la voz del capataz. Dos toques de campana y el remozado trono de Jesús “El Rico” descendió al suelo.

Cuando la Virgen del Amor llegó frente a él, a las nueve de la noche, sonó la hora de la libertad. El periodista Antonio Guadamuro se acercó al atril para presentar un acto en el que intervinieron el subdelegado de Gobierno, Carlos Rubio; el presidente de la Audiencia Provincial, Francisco Javier Arroyo; el obispo, Antonio Dorado Soto; y en el que estuvieron presentes, entre otros, Jorge Castejón, director de la prisión provincial; el alcalde, Francisco de la Torre Prados, y el hermano mayor de la cofradía, Isidro Merino. Cuando firmaron el acta de liberación de José Antonio Bautista, llegó el momento de la bendición. Merino se acercó a Bautista y pareció susurrarle: «Ahora sí te ha perdonado». Tras el acto, José Antonio se unió a la procesión y aseguró que volverá a hacerlo el año que viene.

  

SUR, Jueves 8 de abril de 2004.

  

  

  

2

LA LIBERACIÓN DE UN PRESO

Este año, como el Miércoles Santo de todos los años, Nuestro Padre Jesús “El Rico” pasea acompañado de un sinnúmero de cofrades y penitentes por las calles de Málaga envuelto en una aureola de luz y, con paso majestuoso, al son de trompetas y tambores, pasará, como deslizándose, ante una muchedumbre de enfervorizados creyentes que, extasiados, contemplarán su silencioso paso.

La noche del Miércoles Santo, toda Málaga se vuelca con su Cristo, todos nos sentimos el corazón encogido cuando lo vemos flotando sobre nuestras cabezas como si fuese andando sobre las aguas de nuestro mediterráneo mar. Es todo un espectáculo y, a la vez, toda una manifestación de sincera devoción religiosa.

Pero el Miércoles Santo es esperado con especial inquietud por una persona: un preso, un hombre o una mujer que, como todos, ha cometido errores en su vida, una víctima de sus propias debilidades; una persona que está saldando, con la privación de su libertad, una deuda contraída con la sociedad; un ser humano, con una familia y unos amigos que le esperan en casa.

  

    

    

José Antonio Bautista, el preso que supo rehacer su vida y que ha sido liberado de la cárcel, durante su acompañamiento a la comitiva procesional.

(© Imagen: SUR)

  

La mañana del Miércoles Santo, ese recluso penitenciario será puesto en libertad por la misericordiosa voluntad de Nuestro Padre Jesús “El Rico”, advocación que le fue dada en reconocimiento de que el Señor es «Rico, Grande y Poderoso por esencia de su Majestad y Misericordia».

Llegada la noche, el liberado se incorporará a su procesión, acompañando a la comitiva que lo sigue, con el rostro cubierto y descalzos los pies, portando sobre su hombro una cruz en testimonio de gratitud.

Un año más se habrá llevado a efecto una pragmática de Carlos III. La ley se habrá cumplido otro año y una persona privada de libertad por la comisión de actos delictivos será, a partir de ahora, un hombre o una mujer libre.

Sépase que este hecho sólo tiene lugar en Málaga y constituye un hecho insólito en la España de hoy, pero, aunque inusual, la liberación de un recluso por una imagen que responde a esta advocación y que se procesiona la noche del miércoles de nuestra Semana Santa tiene un fundamento histórico que la sostiene y la justifica.

Conozcamos el hecho que pudo motivar tal evento.

  

  

  

3

LA LEYENDA

Corría 1765. Cuenta la tradición que ese año se produjo en Málaga un terrible brote de cólera, que hizo que enfermaran y perecieran muchos hombres y mujeres. Tal fue la virulencia de la epidemia que, llegada la Semana Santa, no había hombres sanos que pudieran portar las imágenes para procesionarlas. Nadie se atrevía a salir más de lo necesario por temor a contraer aquella cruel enfermedad. La muerte estaba garantizada para los contagiados.

La noticia de que ese año no habría procesiones trascendió los muros de la cárcel. Ese año no se procesionaría la venerada y muy querida imagen de Jesús “El Rico”. El Jesús de los encarcelados, el Jesús que ayudaba y cuidaba los cuerpos y las almas de los presos no saldría ese año a las calles de Málaga porque el cólera había enfermado o exterminado a quienes eran sus habituales portadores de trono.

La noticia se propagó por la cárcel toda como un incendio. La noticia corrió por todos los módulos, por todas las galerías, por todas las celdas de la penitenciaría. Y una extraña mezcla de dolor, de indignación y de fervor religiosos se adueñó de la gente encerrada entre aquellos muros.

Espontáneamente, sin que nadie mediara, sin acuerdo previo, sin una voz acaudilladora... los reclusos, como movidos por un extraño y común sentimiento, se amotinan, desbordan a los guardianes que los custodian, salvan los muros carcelarios, desgajan los goznes del portón que impedía su salida al exterior y corren como posesos a portar sobre los hombros su entrañable imagen de Jesús “El Rico”. Esa noche, ellos serían sus portadores esa noche. Esa noche, ellos, los privados de libertad, los encerrados por malhechores, los marginados de la sociedad... ¡serían sus «hombres de trono»! Y esa noche, como había ocurrido todas esas noches de Semana Santa, Nuestro Padre Jesús “El Rico” volvió a pasearse por las calles malagueñas.

  

    

    

El trono de Nuestro Padre Jesús "El Rico", a su paso por la Alameda Principal.

(© Imagen: SUR)

  

Concluida la procesión, todos volvieron voluntariamente aquella noche del Miércoles Santo al recinto que los separaba de sus familias y los aislaba de la sociedad.

Una anécdota —si así podemos llamar a hecho tan singular— va unida a esta creencia popular. Se dice que no todos ellos volvieron al claustro penitenciario. Hubo uno que no lo hizo. Hubo un recluso que se quedó, toda aquella noche, cuidando de un familiar infecto de cólera, a quien le había llevado, para que obrase el prodigio de sanarlo, la cabeza de San Juan Bautista “Degollado”, que, por entonces, se veneraba a los pies de la imagen de Jesús “El Rico”.

La sorpresa fue mayúscula para los carceleros, cuando, a la mañana del día siguiente, el fugitivo regresó por sí mismo a la cárcel. Todos cuantos salieron la noche pasada estaban ya de nuevo en donde la sociedad los había recluido para purgar por sus delitos.

Se dice que, para reconocer el extraordinario gesto de estos hombres, en señal de agradecimiento por la inusual actitud de estos presos, y, en especial, para elogiar la buena voluntad de este último, el rey Carlos III firmó una pragmática por la que se otorgaba a la Justicia de Málaga el derecho a libertar cada año a un preso, que abandonaría la cárcel el día del Miércoles Santo y saldría en procesión con la cofradía titular de Nuestro Padre Jesús “El Rico”. Después, volvería a casa con los suyos liberado de su condena.

Hasta aquí lo que es creencia generalizada entre todos los malagueños. Quizás la realidad se desvíe de lo que es tradición de todo un pueblo. Puede ser que lo narrado nada tenga que ver con las razones auténticas del hecho, pero esa es otra cuestión: el pueblo malagueño así lo cree y con eso basta.

  

  

  

  

  

  

      

JOSÉ ANTONIO MOLERO BENAVIDES (Cuevas de San Marcos, Málaga, 1946) ha cursado los estudios de Magisterio y Filología Románica en la Universidad de Málaga, en donde ejerce en la actualidad como profesor de Lengua, Literatura y sus Didácticas. Desde que apareció su primer número, está al frente de la dirección de GIBRALFARO, revista digital de publicación bimestral patrocinada por el Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura de la Universidad de Málaga.

   

   

GIBRALFARO. Revista de Creación Literaria y Humanidades. Publicación bimestral. Sección 6. Página 14. Año VIIII. II Época. Número 60. Marzo-Abril 2009. ISSN 1696-9294. Director: José Antonio Molero Benavides. Copyright © 2009 José Antonio Molero Benavides. © Las imágenes que ilustran el texto han sido tomadas de la información del evento citado facilitada por el diario malagueño SUR, en su edición digital del 4 de abril de 2004. .En nuestro caso, también se usan exclusivamente como ilustraciones, razón por la cual cualquier derecho que pudiera concurrir sobre las mismas corresponde en exclusiva a esa fuente. Diseño y maquetación: José Antonio Molero Benavides. © 2002-2009 Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura. Facultad de Ciencias de la Educación. Universidad de Málaga.

   

   

     

 

Servicio de tr�fico web