N.º 58

NOVIEMBRE-DICIEMBRE 2008

13

GIBRALFARO

  

AULA de MOMENTOS DE LA HISTORIA

MENÉNDEZ Y PELAYO

  

  

  

  

  

LA ORDEN CARMELITA EN MÁLAGA

Por Eduardo Postigo Pérez

A

l menos desde el siglo XIV se viene discutiendo sobre el origen de la orden carmelitana, al no existir unos escritos fiables para conocer su génesis y evolución. Por una parte, la tradición de la Orden afirma que fue fundada por los profetas Elías y Elíseo en las inmediaciones del monte Carmelo, cadena montañosa de Israel que parte de la región de Samaria y acaba hundiéndose en el Mar Mediterráneo, cerca del puerto de Haifa, en donde fue construida una ermita, que fue llamada ‘Stella Maris’ (Estrella del Mar). Alrededor de ella, se fue estableciendo un eremitorio en las cuevas construidas en sus laderas, desde el que la orden se fue expandiendo con el paso del tiempo. Desde principios del siglo XIII, los carmelitas enviaron sus monjes a Europa.

 

 

 

 

Parroquia de Nuestra Señora del Carmen (Brarrio de El Perchel), donde estuvo la primera sede de la Orden Carmelita en la provincia de Málaga.

 

 

La antigua regla por la que se gobernaban los carmelitas era verdaderamente dura. Estaba tomada en parte al pie de la letra de la de San Agustín, con disposiciones como que se prac-tique el ayuno desde el día 14 de septiembre hasta la Pascua, por ejemplo.

En la reforma de 1241, las reglas se sua-vizan bastante, dulcificándose la vida monástica carmelitana. Las reformas introducidas en las reglas dieron origen a la existencia de conven-tos ‘de la observancia’, que se atenían al espí-ritu de la antigua regla, y los ‘conventuales’, también conocidos como ‘los Relajados’, que descuidaron al extremo aquel espíritu carmeli-tano de origen.

  

La Orden del Carmelo en Europa: Simón Stock

En 1245, en la ciudad de Ayesford (Inglaterra), en un capítulo extraordinario, fue elegido general de la Orden el hermano Simón Stock. A él se debieron numerosas fundaciones y que el papa Inocencio IV encargara una regla más moderada para los carmelitas, lo que fue confiado al cardenal Hugo de San Cher y al obispo Guillermo de Antroda (Siria). Este mismo año, dicho Papa incluyó a los carmelitas entre las órdenes mendicantes (nueva modalidad europea de vida religiosa) y, en el 1247, dio una aprobación interina de la Orden.

En tiempos del Cisma de Occidente (1378-1417), por el que se escinde la unidad de la Iglesia católica provocada por la coexistencia de dos papas con sede, el de Roma y el de Aviñón, los carmelitas, al igual que las otras órdenes religiosas, se dividen en dos partidos, refundiéndose en el año 1411, poco antes de la conclusión del concilio de Constanza (1414-1418), que dio fin a la crisis papal.

En España, el primer convento de la orden se había fundado en Peralada (Gerona), el 4 de abril de 1206, de donde se expande por todo el territorio nacional. En 1281 se forma la provincia de ‘Yspania’, siendo el primer convento andaluz el de Gibraleón (Huelva), que se levanta en 1332.

  

El Carmelo y la reforma teresiana

Teresa de Jesús, ingresa en la Orden en el convento de la Encarnación de Ávila, poco tiempo después de hacer su profesión (1536), donde madura su intención de introducir en la Orden una reforma, ya que, hacia el siglo XVI, los carmelitas se habían alejado bastante de los principios y propósitos originales, inspirada en la recomendación de la vida contemplativa y ciertos principios de la primitiva regla, dando lugar a la fundación de la Orden Carmelita Descalza.

 

 

     

Iglesia conventual de La Merced (Ronda).

 

 

 

El primer convento fundado por ella fue el de Ávila, en el año 1562. Con ello queda establecida la división de éstos en ‘carmelitas descalzos’, seguidores de la primitiva regla, y los ‘carmelitas calzados’, comúnmente conocidos como ‘los mitigados’; de esta manera, los carmelitas calzados adaptan su regla a las necesidades de los tiempos, mientras que los descalzos la observan con espíritu de austeridad.

Teresa de Jesús (luego Santa Teresa) encuentra en San Juan de la Cruz un eficaz colaborador en la tarea reformadora que se había impuesto, así como en la fundación de nuevos conventos. Los progresos de ambos provocaron los celos y la oposición de los carmelitas de la observancia moderada, lo que ocasiona la prisión de San Juan de la Cruz, que fue acusado de judaizante sin fundamento alguno. Los carmelitas refor-mados fueron reconocidos oficialmente en el año 1580, formando una provincia bajo la dependencia del general de la Orden. El primer provincial fue Jerónimo Gracián.

Cuando Santa Teresa reformó el Carmelo, tomó de la antigua Orden sus elementos contemplativos, usando la ora-ción y la separación del mundo, como métodos de superación y de conexión con la eternidad.

  

Los Carmelitas en Andalucía

Santa Teresa de Jesús falleció en 1582, dejando fundados 17 conventos de monjas reformadas y 15 de frailes. Nicolás Doria, provincial sucesor de Jerónimo Gracián, limitó la extensión de los Carmelitas Descalzos a sólo España. En un capítulo general celebrado en 1593, propone la separación de la provincia carmelitana reformada y la Orden, de la que Doria sería elegido primer general. El primer convento establecido en Andalucía por la rama de los Carmelitas Descalzos fue el de San Juan del Puerto, cerca de Huelva, en el año 1572.

 

 

       

 

Nuestra Señora de Belén, convento Carmelita ubicado en Antequera y suprimido tras la desamortización de Juan Álvarez Mendizábal.

 

 

Con el paso del tiempo, llegaron a existir en Andalucía un total de 36 fundaciones, entre conventos y ‘desiertos’ (o conventos dedicados a la oración y contemplación lejos de las pobla-ciones). La Guerra de la Independencia provocó la desaparición de muchos de ellos, saqueados o destruidos por las tropas napoleónicas, que solían usarlos como acuartelamientos.

  

Los Carmelitas y la desamortización de Mendizábal

En 1835, Juan Álvarez Mendizábal, primer ministro del Gobierno y ministro de Hacienda, inicia en España un proceso de desamortización eclesiástica por el que los bienes seculares del clero, tanto rústicos como inmobiliarios, quedan nacionalizados para ser luego vendidos en subasta pública y contribuir así al saneamiento del erario nacional. Así, al amparo de esa Ley, todos los bienes de las distintas órdenes religiosas son requisados y sus miembros, obligados a abandonar sus conventos y a emigrar al extranjero o a pasar al clero diocesano, lo que ocasiona la desaparición de la mayoría de los conventos. De igual manera, los Carmelitas se obligados a abandonar sus conventos y emigrar al extranjero o pasar al clero diocesano. Por esa época, los carmelitas contaban en España con 118 conventos y 2.124 religiosos. En 1868, el año en que triunfa ‘la Gloriosa’, y pasada ya la crisis, los Carmelitas volvieron a establecerse de nuevo en España y Andalucía en los últimos años del siglo XIX. Las tareas de reconstrucción fueron lentas y penosas.

  

La Orden del Carmelo, hoy

En la actualidad, la Orden Carmelitana se ha acomodado a los nuevos tiempos y ejerce su apostolado a través de la educación de la juventud, por medio de colegios o residencias universitarias, además de atender a los fieles por medio de parroquias, iglesias conventuales y misiones.

  

Los Carmelitas Descalzos en Málaga: el convento de San Andrés

 

 

    

Nuestra Señora de las Nieves (El Burgo), convento Carmelita suprimido también tras la desamortización de Juan Álvarez Mendizábal.

 

 

 

Durante más de 250 años (desde 1584 a 1836), los Carmelitas estuvieron íntimamente ligados al barrio del Perchel de Málaga, donde instalaron su primer convento. Con su llegada, se implantó también en nuestra ciudad la devoción por su principal advocación, Nuestra Señora del Monte

Carmelo, una devoción que fue poco a poco creciendo en aquel entorno urbano, poblado principalmente por pescadores, marineros y gente de mar. Un barrio que pronto identificó a la iglesia del Convento Carmelitano Descalzo de San Andrés (hoy conocido también como Colegio de San Sebastián) con el nombre de Nuestra Señora del Carmen, su sagrada imagen titular.

Sin embargo, desde la llegada de los Carmelitas al Perchel (1584), aún tendría que pasar algún tiempo para que arraigara la devoción a la Patrona del Carmelo. Desde que Málaga fue conquistada por los Reyes Católicos en 1847, los marineros y pescadores de nuestra ciudad habían tenido como patrón a San Telmo, cuya ermita de San Andrés (situada en la playa cerca de las Torres de Fonseca) se erigía en los Percheles.

En esta ermita dedicada a San Andrés oían misa los pescadores y gente de la mar que habitaban el barrio del Perchel. Cuarenta y cuatro años más tarde, en el año 1568, llegaba al Ayuntamiento de la ciudad una petición del Obispado solicitando la edificación de una nueva iglesia, de mayor capacidad, para cubrir las necesidades de una población en constante aumento.

  

El convento de San Andrés a lo largo de la historia

En 1583, un antiguo fraile carmelita ‘mitigado’ llega a Málaga. Su nombre era fray Gabriel de la Concepción, más conocido llamado también como ‘fray Peñuela’ por haber sido fundador del convento descalzo de esa localidad. En el año 1584, fray Gabriel solicita al corregidor Diego Ordóñez de Lara y al obispo Francisco Pacheco de Córdoba permiso para fundar el convento. La primera misa celebrada en la nueva iglesia de los padres carmelitas, antes ermita de San Andrés, fue el 27 de junio de 1584. El rey Felipe II confirmó la cesión de la iglesia y el huerto colindante a la Orden Carmelita. Cinco años más tarde, el 14 de julio de 1589, se acuerda que los frailes del Carmen llevasen a su convento una imagen de Nuestra Señora que custodiaban las Descalzas en su convento.

Con el paso de los años, el convento fue creciendo físicamente merced a la donación de terrenos procedentes de propiedades colindantes.

A lo largo de los siglos que van del siglo XVI a la actualidad, el convento carmelita descalzo de San Andrés fue uniendo su historia a la de la ciudad y a la de su propio barrio. Nació y creció como convento de clausura, y fue hospital cuando hizo falta, enfermería cuando las circunstancias lo exigieron y cuartel cuando lo tomaron tropas propias o enemigas.

Las cofradías establecidas en la iglesia del convento a lo largo de su historia también han contribuido a enriquecer la propia vida del mismo. Actualmente, se tiene conocimiento de la presencia muchas cofradías (Hermandad de San Telmo, Hermandad de la Santa Cruz, Cofradía de los Hermanos de Santa Elena...), más de las que, en principio, sería de esperar, tratándose de un convento de clausura.

A mediados del siglo XVIII, la iglesia conventual sufre una nueva remodelación, adquiriendo el templo una mayor complejidad espacial, ya que al recinto de un principio se van edificando numerosas capillas, laterales a él adosadas, unas capillas que fueron construidas por la propia comunidad o por malagueños vinculados de alguna manera a la Orden, con la finalidad de ser usadas como criptas de enterramiento, pilas bautismales, o sede de cofradías (como es el caso de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús de la Misericordia).

 

 

    

 

Parroquia Stella Maris (Alameda Principal, Málaga).

 

 

Con la llegada del turbulento siglo XIX, el convento carmelita de San Andrés se ve inmerso en la mayor parte de los acontecimientos acaecidos en nuestra ciudad (epidemias, conflictos bélicos...).

Durante este siglo, uno de los acontecimientos históricos más conocido de los que tuvieron lugar en el convento fue el haber servido como prisión del general liberal José María Torrijos y sus 49 compañeros, la noche antes de ser fusilado por orden del rey Fernando VII.

  

La desamortización de Mendizábal

Como hemos adelantado, 1835 fue un año especialmente triste para los carmelitas de Málaga, como también lo estaba siendo para los de toda España. La Ley de Desamortización de Mendizábal va a ser la causa inmediata de la desaparición de los conventos carmelitanos de Mijas, Antequera, Ronda y El Burgo (Las Nieves), entre otros. Sus religiosos de estas congregaciones pasaron, en un primer momento, al convento de San Andrés de Málaga, único que había logrado resistir, hasta entonces, el proceso desamortizador. Pero un año después, en 1836, todos los bienes de la comunidad carmelita de San Andrés son requisados y todos sus miembros expulsados de Málaga, y, aunque el recinto que fue iglesia siguió abierto al público, el resto de las dependencias del convento fueron vendidas a particulares para diversos fines.

A raíz de estas expropiaciones, y como consecuencia de la continua persecución a que es sometida de manera callada, la Orden Carmelita Descalza decide abandonar España, a la que no volverán hasta 1868, año en que se funda el convento de Marquina (Vizcaya). En 1896, se funda el primer convento andaluz en Córdoba. A la ciudad de Málaga no vuelven hasta 1943, siendo obispo Balbino Santos Olivera. A partir de ese año, se encarga, sucesivamente, de la atención religiosa de las parroquias de San Pablo, del Puerto de la Torre, de la Purísima (en Gamarra) y de San Rafael (que posteriormente cambia su nombre por el de ‘Stella Maris’, situada en la Alameda Principal y donde actualmente permanece la orden).

   

   

PARA SABER MÁS:

DE LA BERDURA, C. (1985): Los carmelitas en Málaga. Cuatro siglos de historia. 1-ª ed., Ed. Miriam, Sevilla.

RODRÍGUEZ MARÍN, Francisco José (2000): Málaga conventual. Estudio Histórico, Artístico y Urbanístico de los Conventos Malagueños. 1.ª ed., Ed. Arguval/Cajasur, Málaga.

   

   

Eduardo Postigo Pérez (Málaga, 1986) es Diplomado en Maestro en Educación Primaria por la Universidad de Málaga. Realiza sus estudios Primarios y Secundarios en el Colegio Privado Concertado ‘El Divino Pastor’. Estudia Bachillerato en las ‘Escuelas del Ave María’ de Málaga. Los estudios de Magisterio los cursa en la Facultad de Ciencias de la Educación.

   

   

GIBRALFARO. Revista de Creación Literaria y Humanidades. Año VII. Número 58. Noviembre-Diciembre 2008. ISSN 1696-9294. Director: José Antonio Molero Benavides. Copyright © 2008 Eduardo Postigo Pérez. © 2002-2008 Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura. Facultad de Ciencias de la Educación. Universidad de Málaga.

   

   

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