N.º 72

MAYO-JULIO 2011

12

   

   

   

   

   

   

   

EL NUDO GORDIANO

   

Por Daniel Fernández Requena

   

   

   

C

on relativa frecuencia, la lengua de un cierto nivel cultural suele emplear frases como «El cigarrillo fue durante mucho tiempo mi nudo gordiano; no hallaba la manera como dejarlo» o «Con esta ley, el Gobierno pretende zanjar, de una vez por todas, los problemas que plantean para los usuarios el nudo gordiano de unas huelgas como las de los controladores aéreos», en las que se hace referencia a un problema aparentemente sin solución, que requiere ser resuelto de manera tajante y sin contemplaciones o con la puesta en práctica de una medida drástica. Y así, aunque de manera muy escueta, el DRAE nos dice que ‘nudo gordiano’ es una expresión figurada que denota un ‘nudo muy enredado o imposible de desatar’. También se suele utilizar para referirse a lo esencial de un asunto que es difícil de comprender, pero que si le llega descubrir, se pueden resolver sus implicaciones. Ahora bien, lo que con toda seguridad no está muy generalizado es el conocimiento de su origen. ¿Cuál es, pues, el sentido originario de tal expresión?

        
     

     
  

El reino de Frigia. La parte amarilla indica la extensión inicial. La línea naranja delimita la expansión que alcanzó en su etapa de es-plendor.

 
     

Por la Historia sabemos que, en torno al siglo XIII a. C. aproximadamente, una oleada de gente procedente de tierras indoeuropeas penetra en Asia Menor y se asienta en la parte occidental de la península de Anatolia, territorio perteneciente a la actual Turquía, donde, a expensas de un decadente Imperio Hitita, logra formar un núcleo de población, inicialmente pequeño, con el nombre de Frigia. Pero no es hasta el siglo VIII a. C. cuando ya se tienen noticias de la existencia de un reino como tal, con capital en Gordión, y bajo la influencia cultural de los griegos. Homero, en su poema épico La Ilíada, nos dice que los frigios desempeñaron un papel relevante en la caída de Troya a manos de la alianza aquea, tras el largo asedio a que fue sometida esta ciudad estado.

Cuenta una leyenda frigia que, hacia el año 750 a. C., la vida en comunidad de estas gentes se había degradado tanto que la convivencia resultaba bastante difícil. Con el tiempo, las rencillas y disputas entre los diversos clanes habían sumido la vida social en un tremendo caos y continuos desórdenes. Este lamentable estado social hacía necesaria la autoridad de un líder justo que impusiera la paz entre la ciudadanía con la aplicación de leyes justas.

Por estas fechas, y en medio de tal situación, consultado Zeus cuándo quedarían restablecidos el orden y la paz entre los frigios, el omnipotente dios augura que tal misión sería llevada a efecto por un hombre que habría de entrar a la ciudad subido en un carro tirado por bueyes unidos por un yugo. El hombre haría su entrada por la Puerta del Este y, en ese preciso momento, un cuervo se le posaría sobre el hombro. Los frigios habrían de designar rey a ese hombre y cumplir las decisiones que tomara por muy cruentas que fueran, pues tenían como fin que el pueblo tuviera un país justo y reinase la calma social.

Pasado un tiempo, cierto día, cuando el sol empezaba ocultarse ya tras las montañas y una espesa niebla se iba adueñando de la ciudad, Gordias, un campesino de la región y persona conocida por todos los habitantes del lugar, hacía su entrada en la ciudad por la Puerta del Este, subido en su carro tirado por dos bueyes.

Gordias venía a la ciudad a pasar la noche. Entraba cansado y con sus ropas roídas y polvorientas, después de un duro día de trabajo y el largo camino. En ese preciso instante, un cuervo negro como el carbón y con un pico rojo como fuego descendió surcando el cielo entre las nubes y fue a posarse justo en el yugo de su carro, soltando un sonoro y estrepitoso graznido.

Quienes aquello vieron quedaron sorprendidos largo tiempo, mirándose unos a otros en silencio. El oráculo se había hecho realidad. Maravillados ante el fiel cumplimiento del augurio divino, comenzaron a vitorear al que iban a proclamar su rey. El acto se convirtió en una fiesta a la que no faltó ningún habitante del lugar.

     

     

El nudo gordiano.

 
   

Al finalizar la fiesta, los sacerdotes y los altos dignatarios dieron a conocer a Gordias el motivo de su designación como rey, designación que él aceptó muy complacido, en tanto que el pueblo en pleno se entregaba a la preparación de la ceremonia de proclamación del nuevo mandatario de Frigia.

Una vez coronado rey, Gordias funda la ciudad que lleva su nombre, Gordión, a la que elevó al rango de capital del reino, y, en memoria de aquel día y de cómo había sido elegido, ordena que su carro fuese expuesto en el templo erigido en honor de Zeus, atado por el yugo a una alta y resistente columna con un nudo muy elaborado, hecho de corteza fresca de sauce. El nudo tenía los cabos enroscados y prietos de tal manera y con tal artificio que era imposible desatarlo, y menos aún, con la corteza ya seca y encogida.

En ese momento, la voz del todopoderoso Zeus dejóse oír de nuevo, augurando que solo quien consiguiera deshacer el nudo tendría la sabiduría y fuerza necesarias para expandir Frigia más allá de sus actuales fronteras y de conquistar toda Asia.

Durante mucho tiempo, fueron muchas los hombres que acudieron a Frigia para intentar superar el desafío y hacerse acreedores del vaticinio. Sabios y personas de toda índole, de todos los rincones del mundo, acudieron convencidos de solucionarlo y todos, uno tras otro, marcharon derrotados y cabizbajos. Tal era la complejidad del nudo que, con el paso de los años, la imposibilidad de desatarlo pasó a ser una leyenda.

Cuenta la tradición que, varios siglos después de este acontecimiento,  la suceso de aquel oráculo llegó a oídos del joven Alejandro (356-323 a. C.), hijo de Filipo, rey de Macedonia, al que le encantaban los desafíos y los acertijos de todo tipo. Llevado de una audacia y valentía inusitadas, Alejandro se dispuso a afrontar el reto.

Durante el duro camino que separaba a Alejandro de Frigia, se dice que sus oficiales le pedían que cesara en su empeño, que sólo era una leyenda sin trascendencia alguna, un cuento de niños… Pero él estaba convencido de que podría ser una gran victoria moral para él y su ejército. Plenamente confiado en el fundamento real que subyacía a la leyenda, estaba convencido que deshacer aquel nudo sería la llave que necesitaba para conquistar toda Asia.

Alejandro llega a su destino en el 333 a. C. Tras refrescarse por su larga y calurosa caminata, se dirige directamente hacia el centro de la ciudad, donde se encontraba el famoso carro de Gordias. En él se dejaba notar el desgaste causado por el paso del tiempo, pero seguía en buen estado gracias al cuidado de los sacerdotes del templo.

     
     

  

"Alejandro corta el nudo gordiano",

de Jean-Simon Berthélemy (1743-1811), École des Beaux-Arts de París.

   

Se cuenta que Alejandro estuvo varias horas estudiando meticulosamente el nudo atado por Gordias sin siquiera tocarlo. Nunca se le había visto tan concentrado, inmóvil y pensativo; no se notaba ni su respiración; su rostro estaba serio; tenía fruncido el entrecejo y las gotas de sudor surcaban su cara hasta caer al suelo. Un coro de personas se aglomeraban a su alrededor, esperando su irremediable fracaso.

Fue un sacerdote algo rollizo y de barba rizada quien se dirigió a él con respeto pero con cierta ironía y un tono burlón, pidiéndole que cesara en su empeño, dado que era un problema de imposible solución. No creía que un bárbaro como el que tenía ante él, fuese capaz de conseguir lo que nadie había logrado durante tanto tiempo.

Las palabras del sacerdote impacientaron tanto al joven Alejandro que empezó a manipular con avidez el nudo buscando un punto débil, la clave que desenmarañara aquella atadura. Aguantando las burlas del populacho, no cesó en su empeño. Repentinamente, estalló en carcajadas asegurando que tenía la solución y que era más sencilla de lo que ellos podían suponer.

La muchedumbre enmudeció al momento. El sacerdote de barba rojiza palideció. Y sin decir más palabras, el intrépido macedonio desenfundó su firme y brillante espada y, de un solo y contundente tajo, cortó las ligaduras que le llevarían a conquistar toda Asia. En ese mismo instante, una tormenta de rayos envolvió tanto al carro como a Alejandro, simbolizando la complacencia de Zeus con dicha solución.

Una vez finalizadas las respectivas celebraciones, el joven que había logrado deshacer el ‘nudo gordiano’ marchó al frente de su ejército dispuesto a conquistar toda Asia. Y una vez más, el oráculo volvió a cumplirse: aquel audaz y empeñado macedonio llagaría a vencer a los persas, apoderarse de sus territorios y llevar las fronteras de sus conquistas hasta el río Indo, formando así el imperio más grande hasta entonces conocido. Con toda razón ha pasado a la historia con el nombre de Alejandro ‘el Magno’.

   

   

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

«Alejandro Magno», en ARTEHISTORIA [En línea]. Disponible en web: <http:// www.artehistoria.jcyl.es/historia/personajes/4186.htm>. (Consulta de 11 de febrero de 2009).

«El nudo gordiano. Problema de ingenio», en Juegos Tradicionales, Entre-tenimientos e Información [En línea]. Disponible en web: <http://www. acanomas.com / Problemas- de- Ingenio / 1247/ El-nudo-Gordiano.htm>. (Consulta de 12 de febrero de 2009).

«Frigia», en WIKIPEDIA [En línea]. Disponible en web: <http://es.wikipedia.org /wiki/Frigia>. (Consulta de 11 mde febrero de 2009).

«Nudo gordiano», en Cuentos Infantiles Idóneos [En línea]. Disponible en web: <http://cuentosinfantiles .idoneos.com/index.php/ Cuentos_mitol%C3%B3gicos / Leyendas_mitol%C3%B3gicas>. (Consulta de 12 de febrero de 2009).

«Nudo Gordiano», en Enciclopedia Libre Universal en Español [En línea]. Disponible en web: <http://enciclopedia.us.es/ index.php/ Nudo_Gordia-no>. (Consulta de 12 de febrero de 2009).

«Nudo gordiano», en WIKIPEDIA [En línea]. Disponible en web: <http:// es.wiki-pedia.org /wiki/ Nudo_gordiano>. (Consulta de 12 de febrero de 2009).

   

   

Daniel Fernández Requena (Málaga, 1986). Diplomado en Maestro en Educación Física por la Universidad de Málaga.

   

   

GIBRALFARO. Revista de Creación Literaria y Humanidades. Publicación Bimestral de Cultura. Año X. II Época. Número 72. Mayo-Julio 2011. ISSN 1696-9294. Director: José Antonio Molero Benavides. Copyright © 2011 Daniel Fernández Requena. © Las imágenes, extraídas a través del buscador Google de diferentes sitios o digitalizadas expresamente por el autor, se usan exclusivamente como ilustraciones, y los derechos pertenecen a su(s) creador(es). Edición en CD: Director: Antonio García Velasco. Diseño Gráfico y Maquetación: Antonio M. Flores Niebla. Depósito Legal MA-265-2010. © 2002-2011 Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura. Facultad de Ciencias de la Educación. Universidad de Málaga.

   

   

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