N.º 61

MAYO-JUNIO 2009

10

  

GIBRALFARO

  

EL  DICHO Y EL  HECHO

  

  

  

  

  

  

¡ES DE LOPE...!

  

Por José Antonio Molero

   

   

L

a expresión «Es de Lope» no está en el uso corriente actual de nuestra lengua. Recuerdo haberla oído una vez en un programa de ‘Radio 5. Todo Noticias’, en el que la voz de una amable locutora puso un encomiable empeño en explicar su sentido y uso, todo bien adobado con suficientes ejemplos ilustrativos. También recuerdo haberme tropezado con ella en algún libro de nuestros clásicos, pero de esto no sé daros ahora noticia alguna. Supe entonces que el nombre “Lope” aludía a Lope de Vega y que la expresión se empleaba para “ponderar que algo es excelente, notable o superior”. En efecto, fue tanta la popularidad que Lope de Vega gozó durante su vida en el mundo de la cultura y eran tantas las excelencias que se le atribuían, que sus obras alcanzaron una mítica reputación, hasta el punto de que empezó a generalizarse el uso de la expresión «Es de Lope» para ponderar que algo era excelente y, por tanto, de calidad indiscutible, expresión que, durante el siglo XVII y, probablemente, algunos de los siguientes, la lengua continuó utilizando en ese mismo sentido.

   
     

 

Félix Lope de Vega y Carpio (1562-1635), con razón llamado "Fénix de los Ingenios". Ma-lévolamente quizá, Cervantes lo llamó también "Monstruo de la Naturaleza".

   

Ejemplifiquemos ahora un caso de este uso. Supongamos que leemos en algún periódico que “Zamora rindió ayer un homenaje al compositor Albéniz, en el año del centenario de su muerte, con un recital que incluyó cinco visiones diferentes de su música. Los interpretes han sido Diego Fernández Magdaleno, Guillermo González y Juan Manuel Consuegra, quienes, con intervenciones «de Lope»,  supieron estar a la altura de la conmemoración”. Llegado el caso, habríamos de entender que la audición de música clásica en cuestión fue, en su conjunto, de extraordinaria calidad por la magnifica actuación de los cantantes que intervinieron, la acertada selección de las composiciones y la perfecta realización musical de la orquesta.

Procedamos ahora a justificar históricamente el uso de esta expresión.

De Félix Lope de Vega y Carpio sabemos que nació en Madrid el 25 de noviembre 1562 y que la literatura universal lo considera uno de los más importantes poetas y dramaturgos de nuestro Siglo de Oro. Por la extensión de su obra se le puede considerar como uno de los autores más prolíficos de la literatura universal. En lo referente a sus relaciones literarias, fue amigo de Quevedo y enemigo acérrimo de Alarcón, Cervantes y Góngora.

La vida y obra de Lope de Vega fueron de una exuberancia extrema, lo que le valió que muchos lo llamaran el “Fénix de los Ingenios”, y Miguel de Cervantes, a pesar de la antipatía que sentía contra él, lo llamó el “Monstruo de Naturaleza” por su fecundidad literaria, aunque también pudo haberlo hecho por tratarse de alguien que se malquistaba con gran facilidad, quizá sin proponérselo, los celos y envidias de los contemporáneos que, como él, se dedicaron a la creación literaria.

A Lope de Vega se le debe la creación de la fórmula (o canon) del teatro clásico español del Barroco y, en la actualidad, sus obras continúan representándose en festivales de teatro clásico. Entre ellas, Peribáñez y el comendador de Ocaña (1610), Fuenteovejuna (1612-1614), La dama boba (1613), Amar sin saber a quién (1620-1622), El mejor alcalde, el rey (1620-1623), El caballero de Olmedo (1620-1625) y El castigo sin venganza (1631) son de una calidad dramática extraordinaria. Es también uno de los grandes líricos de la lengua castellana y su huella en la cultura española continúa viva.

Fue autor de 3.000 sonetos, 3 novelas, 4 novelas cortas, 9 epopeyas, 3 poemas didácticos, y varios centenares de comedias (1.800 según Juan Pérez de Montalbán), y cultivó todos los géneros literarios, a excepción de la novela picaresca.

Su muerte, acaecida en Madrid el 27 de agosto de 1635, fue muy sentida por la mayoría de los españoles del mundo de la cultura y de la política. Se ha constatado que unos doscientos autores, en Madrid y Venecia, le escribieron y publicaron elocuentes elogios, tanto a su persona como a su obra.

Relacionado con esto último, su discípulo Juan Pérez de Montalbán (Madrid, 1602-1638), teólogo y escritor, nos cuenta en su impreso Fama póstuma a la vida y muerte del doctor frey Lope de Vega Carpio, compuesto y publicado en Madrid en 1636 para enaltecer la memoria del “Fénix”, que una anciana vio pasar un entierro magnífico diciendo que “era de Lope”, a lo cual apostilló Montalbán que “acertó dos veces”, en alusión a que en el féretro iba realmente Lope de Vega y a la grandiosa y multitudinaria concurrencia del cortejo fúnebre.

El relato de cómo aconteció este hecho lo refiere, con todo lujo de detalles, José Moreno Montilla (vid. infra), que transcribimos aquí como sigue.

Moreno Montilla escribe: «En 1635, el 27 de agosto, Lope llevaba varios días enfermo de suma gravedad, y había pasado muy inquieto la noche del domingo 26 al lunes 27. Cuando el nuevo día amanece y, según cuenta el escritor Juan Pérez de Montalbán, amigo fidelísimo de Lope, éste se encuentra tan extremadamente débil que apenas puede ya hablar y su fin se percibe muy próximo. Le acompañan en esos momentos algunos amigos: el duque de Sessa, el Maestro José de Valdivieso, don Francisco de Aguilar, varios religiosos, don Alonso y don Juan Pérez de Montalbán... Algunos rezan, otros hablan sigilosamente, un silencio hecho de respeto y de dolor se extiende: Lope ya está en la verdad.

   
    

 

Representación teatral en el patio de una casa de vecinos.

   

El entierro se efectúa al día siguiente. El cadáver del escritor ha sido vestido con el hábito de caballero de San Juan y su rostro aparece descubierto. A las once de la mañana empieza a caminar el numerosísimo cortejo que acompañará a los mortales restos de Lope de Vega hasta su sepultura. En Madrid pocas veces se habían unido tantas personas en un entierro. No se ha sacado aún el féretro de la casa mortuoria cuando la cabeza del cortejo está llegando a la iglesia parroquial de San Sebastián. El itinerario de la fúnebre comitiva principia en la calle de Francos (la que se llamará de Cervantes a partir del siglo XIX), desde la casa que ha sido hogar del escritor y donde éste ha fallecido, y sigue por las calles del Niño (de Quevedo después), de Cantarranas (de Lope de Vega más tarde, donde se encuentra el convento de monjas trinitarias descalzas, una de ellas sor Marcela de San Félix, la hija de Lope y de Micaela Luján, que ha rogado que el féretro se detenga unos instantes, ante la reja de la clausura, para poder así contemplar, por vez postrera, el rostro de su padre, lo cual se hará en escena de desgarrada emoción); del León, por la plazuela de Antón Martín, y, por último, por la calle de Atocha para ir al templo de San Sebastián, en el que se celebra la misa de réquiem. Concluidos los oficios religiosos el escultor Antonio Herrera hace un vaciado en cera de la cabeza del escritor. Y, por fin, el cuerpo del escritor es enterrado en uno de los nichos de la bóveda del presbiterio de la iglesia de San Sebastián, muy cerca de los nichos donde yacen los restos de Marta de Nevares —último amor del “Fénix”— y de otro autor de comedias, Juan Ruiz de Alarcón.

Una anciana que ha visto pasar el cortejo que acompañaba al muerto e ignora quién es éste, sorprendida por tan notable entierro, lo pondera con la frase habitual entonces para destacar la calidad de algo, y exclama: «¡Es de Lope...!». Y, sin saberlo, acierta con la verdad.»

En original de Moreno Montilla nos hemos decidido por sustituir el verbo en forma personal «parece», que él propone, por la de «es», ya que esta última es la que aparece en todas las referencias que he encontrado en Internet sobre el curioso acontecimiento. Esta decisión mía se ha consolidado al leer que el lema de la XXXII edición del Festival de Teatro Clásico, celebrado este año en Almagro (Castilla-La Mancha), ha sido precisamente «Es de Lope» y no «Parece de Lope», lo que nos da pie a pensar que «¡Es de Lope...!» es la expresión que debe consagrarse para la historia.

   

   

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

“Juan Pérez de Montalbán”, en WIKIPEDIA [En línea]. Disponible en web: <http://es.wikipedia.org/wiki/Juan_P%C3%A9rez_de_Montalb%C3%A1n>. (Con-sulta del 15 de Abril de 2009).

“Lope de Vega”, en BIOGRAFÍAS Y VIDAS [En línea]. Disponible en web: <http:// www.biografiasyvidas.com/biografia/v/vega.htm>. (Consulta del 15 de Abril de 2009).

José Montero Padilla:  “Parece de Lope”, en BIBLIOTECA VIRTUAL CERVANTES, SECCIÓN ‘Buzón de Rinconete: La Letra y los Días’, 27 de Agosto de 2003 [En línea]. Disponible en web: <http://cvc.cervantes.es/el_rinconete/anteriores/ agosto_03/ 27082003_02.htm>. Consulta del 15 de Abril de 2009).

   

   

     

José Antonio Molero Benavides (Cuevas de San Marcos, Málaga, 1946) ha cursado los estudios de Magisterio y Filología Románica en la Universidad de Málaga, en donde ejerce en la actualidad como profesor de Lengua, Literatura y sus Didácticas. Desde que apareció su primer número, está al frente de la dirección de GIBRALFARO, revista digital de publicación bimestral patrocinada por el Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura de la Universidad de Málaga.

   

   

GIBRALFARO. Revista de Creación Literaria y Humanidades. Año VIII. Número 60. Enero-Febrero 2009. ISSN 1696-9294. Director: José Antonio Molero Benavides. Copyright © 2009 José Antonio Molero Benavides. © 2002-2009 Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura. Facultad de Ciencias de la Educación. Universidad de Málaga.

   

   

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