N.º 64

NOVIEMBRE-DICIEMBRE 2009

9

   

   

   

   

   

   

   

VOY A SER MAMÁ

   

Por  Georgina Mena García

   

   

C

ata y Yoryi son dos adolescentes normales de hoy en día. Como cualquier otra chica de su generación, asisten al Instituto, donde cursan tercero de ESO. Siempre van juntas a clase, se cuentan secretillos y comparten chismes, no sólo los relacionados con sus compañeros —que dan para mucho—, sino también los que versan sobre sus sentimientos e inquietudes más profundas e íntimas, demostrando que comparten un vínculo de amistad sincero, hoy día poco menos que envidiable.

   
     

  

Cata y Yoryi son dos adolescentes normales de hoy en día. Como cualquier otra chica de su generación, asisten al Instituto, donde cursan tercero de ESO.

   

Catalina se muestra desde hace un tiempo muy triste y ensimismada. Ella, que siempre se ha distinguido por ser una muchacha alegre, vivaracha, con una sonrisa perpetua dibujada en los labios y una imaginación desbordante, que raras veces concede un momento de asueto a sus allegados, parece ahora un mera sombra de sí misma. En definitiva, ya no se comporta como la Cata a la que todos están acostumbrados.

Yoryi, su más cercana amiga, que la conoce mejor que nadie, no duda en acorralarla al final de las clases y preguntarle sin tapujos: «Chica, estás de un rancio… ¿A ti qué te pasa?».

Sus ojos brillan por un momento casi mostrando alivio. No hace falta ser un genio para saber que este momento tendría que llegar más pronto que tarde. Cata no puede mantener por más tiempo tanta angustia contenida, así que decide compartir con su amiga del alma lo que la inquieta. Y es que Catalina tiene un secreto. Y menudo secreto: «Voy a ser mamá», espeta bruscamente, como si no pudiera contener la información para ella sola. Una bendición natural que puede convertirse rápidamente en un mal trago si no sabes qué hacer, cómo manejar la situación y, lo más difícil, cómo contárselo a los padres.

Ambas se abrazan sin mediar palabra. Después de consolarla y tranquilizarla lo mejor que sabe, Yoryi, como amiga suya que es, siente en lo más profundo sí que debe ayudar a su amiga como sea, que debe prestarle su consejo desde la perspectiva que le propicia la objetividad. Pero, ¿qué recomendación puede darse ante una situación tan delicada y la carencia absoluta de experiencia en la materia?

No, definitivamente no se siente capacitada para opinar, por lo que decide hacer algo diferente. Va a contarle una historia… una historia real. Algo que le aconteció a una amiga de su madre, de nombre Tatiana. Así, Yoryi pretende que lo que le sucedió a otra persona en circunstancias similares le sirva de guía a su amiga o, por lo menos, le ayude a aclarar sus ideas, facilitándole una salida viable en las decisiones que esté considerando tomar, que no habrán de ser pocas. Y así comienza Yoryi a hablar con su amiga:

—Mira, Cata; mi madre tiene una amiga que se llama Tati. Son íntimas, como nosotras. Bien, pues Tati se quedó embarazada a los dieciséis años. Fue en 1985. Indudablemente, era una época mucho más difícil que ahora para asuntos como éste, pues una madre soltera estaba muy mal visto. Para colmo de males, Tati vivía en un pueblo. Ya sabes cómo son las gentes de los pueblos. Todo el mundo se conoce y la vida de los demás es la comidilla de los vecinos.

   

     

Va a contarle una historia… una historia real. Algo que le aconteció a una amiga de su madre, de nombre Tatiana.

 
   

Cata se limita a escuchar con atención.

—Cuanto esto tuvo lugar, Tati estaba en tercero de BUP, prácticamente a las puertas de entrar en la Universidad. Era muy buena estudiante y lo mantuvo en secreto durante tres meses, resistiéndose a creer que pudiera estar embarazada, negándose a sí misma que algo semejante pudiera sucederle precisamente a ella de manera tan torpe. Pero lo que más le preocupaba a Tati era cómo se lo iba a contar a sus padres. Podía imaginar sin demasiado esfuerzo los comentarios que se sucederían: «Una niña tan estudiosa y tan buena…». «¿Cómo ha podido suceder esto…?». «¿En qué hemos fallado?”». Y muchos otros interrogantes que se agolpaban en su mente, amenazando con dejar sin aliento a la pobre muchacha.

Catalina asiente. En sus ojos se reflejan las mismas preocupaciones que unos cuántos años atrás habían atenazado el corazón de la otra mujer. Yoryi prosigue:

—La información sexual de aquel entonces dejaba mucho que desear. En realidad, no había tal información. No existía. El sexo era considerado un tema tabú. Posiblemente esto fue lo que falló, no sólo a nivel escolar, sino también familiar. Aquella clase de conversaciones no se mantenían en casa, ni siquiera con las amigas, con las que apenas si comentabas algunas tonterías sobre los besos y poco más.

»Y si hablar del tema con sus amigas le avergonzaba, imagínate lo que debió suponer para Tati hablar con sus padres y contarles que se hallaba en estado de gestación. Pero, pasados los tres primeros meses, no le quedó otra alternativa. El tiempo transcurría como el verdugo inevitable que es y Tati no tuvo más opción que comentar con su madre el retraso que estaba experimentando en el periodo. La buena mujer, inocente absoluta en estas disquisiciones, lo que menos se podía imaginar era un embarazo, así que llevó a su hija rápidamente a visitar al ginecólogo, convencida de que debía tratarse de una enfermedad grave. El médico realizó un cuestionario sobre relaciones sexuales a Tati que, avergonzada, mintió en sus respuestas. ¡Cómo le iba a dar ese disgusto a su madre!

Su interlocutora aprehende cada palabra que Yoryi pronuncia como si de un salvavidas se tratase. Presta una atención inusitada en completo silencio, contradicción inefable para su habitual verborrea.

—Pero el tiempo es un verdugo que no entiende de sentimientos, pero también resulta el mejor valedor, tanto para lo bueno como para lo malo. Las mentiras de Tati iban engordando el problema hasta que el ginecólogo, preocupado por no hallar un diagnóstico lógico, hizo que la examinasen en un hospital de Málaga y prescribió las pruebas pertinentes, que terminaron por señalar lo inevitable: Tati estaba embarazada.

»Imagina la estampa de Tati cuando salió del hospital con los resultados en la mano. La madre, llorando; el padre, que no sabía si bronquear a su esposa o a su hija, y Tati, traumatizada, sin saber qué decir o hacer… Todos pensando en qué momento del camino habían fracasado. ¡Una locura completa! Y aún les quedaba afrontar otro reto, quizá el peor, porque habría de enfrentarse al tan temido qué dirán de sus convecinos. Además, tenían que comunicarlo a los responsables del centro donde estudiaba. Y a una buena parte de los amigos y compañeros de Tati... La noticia correría como la pólvora.

Los ojos de Catalina comenzaron a inundarse de lágrimas, convirtiéndose en sendos espejos que amenazaban con estallar. Probablemente, ya se veía en el lugar de Tati e imaginaba, en primera persona, las sensaciones por las que ella misma tendría que pasar antes o después. Yoryi le pone una mano en la rodilla y la aprieta ligeramente antes de continuar.

   
     

  

Las mentiras de Tati iban engordando el problema hasta que el ginecólogo, preocupado por no hallar un diagnóstico lógico, hizo que la examinasen en un hospital de Málaga y prescribió las pruebas pertinentes, que terminaron por señalar lo inevitable: Tati estaba embarazada.

   

—Tú sabes, como lo sé yo, que, de toda experiencia vital, por negativa que ésta pueda ser, se extrae algo positivo, una lección que se aprende y jamás se olvida. A partir de aquellos momentos, Tati descubrió la verdad sobre sus padres en la forma de su apoyo incondicional, su profusa valentía, el hondo amor que sentían por ella y la tranquilidad que suponía el hecho de saber que siempre estarían a su lado, sin rendición posible.

»Gracias a ellos, a la fuerza que le transmitían, gracias a su apoyo incondicional, Tati no abandonó el instituto. Su padre se encargó de darle en persona la noticia al jefe de estudios, que permitió la asistencia de la joven a las clases sin el menor inconveniente y con la cabeza muy alta y algo que en ningún momento había perdido: la dignidad. A fin de cuentas, ni era la primera mujer, ni sería la última a la que le sucediera algo así. Su madre, que tenía la experiencia que sólo puede conceder vivir las cosas en primera persona, la cuidó con ternura, mimándola más aun si cabía, y poniendo especial énfasis en su alimentación y en los bienes que el bebé iba a necesitar al nacer: ropita, pañales, cuna, etc., como si, de repente, le hubiera alcanzado una suerte de fiebre de coleccionista compulsiva. Todo para que a su nieto o nieta no le faltara nada. En fin… los preparativos necesarios para acoger una nueva vida que nos resulta querida y preciosa.

»Tati, por su parte, reunió el valor para explicar la situación a sus familiares y amigas: primero a las más íntimas, después al resto.

En este momento, Cata curva sus labios en una leve sonrisa. Comprende que no está todo perdido. Sabe que quizá lo que le ha ocurrido puede verse como un error y que contará con detractores, pero también con personas que la querrán y que la arroparán en los momentos precisos.

Su mano busca inconscientemente la de Yoryi, que, tras estrecharla con cariño, prosigue la narración:

—Cuando nació el bebé —que, por cierto, fue una preciosa niña—, sus amigas se volcaron ayudándole a sacar con éxito los estudios. Tampoco te voy a engañar en esto: no lo tuvo nada fácil, pero, precisamente, es en estas situaciones de la vida, en las más complicadas, cuando mayor constancia y fuerza debemos mostrar. Lo que sí te puedo asegurar es una cosa: después de todo este tiempo, de todas las dificultades superadas y del valor demostrado, si de algo no está arrepentida Tati, es de haber hablado con sus padres de su embarazo. Hoy en día, es madre de una hija de veinticuatro años y, después de haberla criado sola, con el esfuerzo y trabajo que supone ser madre soltera, estoy segura de que lo que más le dolería sería que su hija le ocultara una noticia tan seria e importante como es un embarazo.

»Pero tu caso —continuó Yoryi diciendo— se presenta en un contexto más sencillo. Ahora, las cosas han evolucionado en este sentido y resultan mucho menos complicadas de cara a la sociedad. Además, podrás decidir si deseas tener el bebé o si prefieres abortar la gestación. Ya nadie va a juzgarte por ello.

   

     

Finalmente, optó por contarles a sus padres el problema que la estaba asfixiando.

 
   

»Cata, mi querida amiga, estoy segura de que, en función de tus circunstancias y la relación que te une a tus padres, ellos van a aconsejarte mejor que yo y que cualquier otra persona. Para ellos, sería mucho más doloroso enterarse por terceras personas de que su hija ha abortado sola en una clínica, sin avisarles, a enterarse de que estás embarazada. Dales la oportunidad de saber lo que te ocurre».

Con estas palabras, en cuyo mensaje cree sinceramente, Yoryi termina de relatarle a Catalina la historia de Tati.

Tras recorrer el camino a casa juntas, se separan. Ambas tienen mucho que reflexionar.

Cata permaneció varios días —muchos, para ser sinceros— totalmente perdida, sin saber cómo actuar. Lo normal, si tenemos en cuenta que Catalina no dejaba de ser una niña que había de afrontar una decisión tremendamente complicada incluso para una persona adulta.

Finalmente, optó por contarles a sus padres el problema que la estaba asfixiando. Dada la buena relación que les unía, creo que tomó la decisión correcta. Lo que no puedo contaros es si, finalmente, ha decidido interrumpir su embarazo o no. Eso es mejor dejarlo en la intimidad de su hogar. No obstante, no quisiera concluir mi relato sin dejar bien claro que, con fuerza y constancia, se puede vencer prácticamente cualquier avatar que nos depare el destino: sólo hay que saber ser pacientes y, lo más importante, «dejar siempre abierta una puerta a la esperanza».

   

   

Georgina Mena García (Málaga, 1968). Diplomada en Maestro en Lengua Extranjera (especialidad: Francés) por la Universidad de Málaga. Ha cursado los estudios de Magisterio en la Facultad de Ciencias de la Educación de esa Universidad. Georgina conoce de manera cercana la situación que nos narra en su cuento y quiere poner de manifiesto que cada circunstancia tiene su edad apropiada, pero sobre todo quiere señalar que, con fuerza, constancia y confianza en los demás, se puede vencer prácticamente cualquier avatar adverso que nos depare el destino.

    

    

GIBRALFARO. Revista de Creación Literaria y Humanidades. Publicación Bimestral de Cultura. Año VIII. II Época. Número 64. Noviembre-Diciembre 2009. ISSN 1696-9294. Director: José Antonio Molero Benavides. Copyright © 2009 Georgina Mena García. © 2002-2009 Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura. Facultad de Ciencias de la Educación. Universidad de Málaga.

    

    

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