N.º 60

MARZO-ABRIL 2009

10

  

  

EL DILEMA

Por Maite Vargas Martín

  

  

A

quella tarde de junio parecía más calurosa de lo normal. El curso escolar ya había terminado para los de primarias. Eso explicaba los gritos y risas de los niños que jugaban en las piscinas próximas. Para Álex y Adrián el problema de los exámenes aún no había concluido. Ellos estudiaban Bachillerato y se hallaban en plena época de exámenes. Sin embargo, lo que para muchos podría ser augurio de un merecido descanso, para ellos significaba momentos de trabajo y angustia. Y todo por el examen de Historia que tenían dentro de dos días.

Eran conscientes de que estaba en juego lo que habían pensado hacer durante las vacaciones. Desde la última evaluación, que había aprobado por los pelos, apenas si habían tocado un libro. Los últimos encuentros de la Liga, los estrenos de cine, dos conciertos de música rap, el chateo con los amiguetes, las prolongadas sesiones de televisión... no habían dejado mucho tiempo para echarle un vistazo a los acontecimientos que tuvieron lugar en la Europa de fines del siglo XIX. Ni idea de nada.

Álex y Adrián estaban considerando dos vías distintas para conseguir el aprobado que tanto deseaban. Se trataba de dos planteamientos muy diferentes entre sí, tanto en sus ventajas como en los inconvenientes. El primero se atenía a las normas académicas, pero, lógicamente, presentaba sus dificultades; el otro era mucho más fácil, pero podría meterlos en un buen lío, incluso su expulsión del instituto.

En efecto; el primero consistía en estudiar los cuatro temas cuyo contenido entraba en el examen, para luego poder contestar todo el cuestionario, lo que implicaba privarse de diversiones y entregarse de lleno al estudio, y el segundo, en valerse de la ayuda de una “chuleta” con lo más relevante y dificultoso de cada uno para luego copiarse en el examen.

El dilema los había conducido a un callejón sin salida. Los pros y los contras habían llevado la balanza al más justo equilibrio. No se decidían por ninguna de las dos opciones, así que acuerdan comentarle la cuestión a Dani, chico serio y sensato, y muy apreciados de todos los compañeros de clase y del centro.

Le pusieron al tanto de su desconocimiento casi extremo de los contenidos que iban a ser objeto de examen y lo que había tramado para aprobarlo. Los escuchó en silencio y, una vez acabaron de hablar, Dani hizo una extraña mueca con el entrecejo. No dijo nada. Por unos instantes, dio la impresión de haber caído en una rara suerte de letargo.

     
    

 

Estudiantes durante un examen.

     

―Desde luego, todo puede hacerse; éste no es problema; lo malo son las consecuencias ―dijo rompiendo de improviso el silencio. Y como si hubiese olvidado lo que tenía angustiados a Álex y Adrián, comenzó a narrar una historia que los dejó perplejos. Dani empieza a contar:

“En una ocasión, un ciervo, que descuidadamente había abandonado la manada, atravesaba jadeante la espesura de un bosque, perseguido por un gran perro. Al verse casi alcanzado por aquel fiero animal, corrió hacia una cueva para esconderse y evitar el final.

Apenas hubo entrado en ella, tiene la mala fortuna de que saliese del fondo de la cueva un león que, abalanzándose sobre el desdichado ciervo, lo despedazó en un momento con sus poderosas garras.

¡Pobre de mí! ―exclamaba el ciervo a punto de morir―. Entré a esta caverna para huir de un perro y mantenerme a salvo la vida y, sin imaginarlo, he venido a caer en las afiladas garras de este inmisericorde carnicero. Si saliese de ésta bien parado, a buen seguro que sacaría buena lección de este trance, pero ya es tarde; todo está perdido.”

Tras concluir su relato, Dani apartó la mirada de ellos por un momento, al tiempo que esbozó una leve sonrisa, como indicando que había concluido su intervención. Luego dijo:

―Sólo añado que si me necesitáis para aclararos algunos conceptos, podéis contar conmigo desde ahora mismo. Es más, si os parece bien, podemos juntarnos los tres para estudiar y comentar aquellos aspectos de la Historia que encontremos más controvertidos.

No fue necesario más. Álex y Adrián habían captado de inmediato lo que su compañero había querido decirles.

Se despidieron de Dani y marcharon pensativos para casa, reflexionando sobre lo que habían escuchado.

Sin embargo, no procedieron los dos de igual manera. Álex siguió el consejo de su amigo Dani y optó por el estudio. Adrián, por el contrario, fue más temerario e improvisó una chuleta, contando con un aprobado fácil y seguro.

¡Gran error el del pobre Adrián! Fue sorprendido copiándose en el examen, lo que le reportó un buen suspenso, y no fue expedientado porque el profesor se compadeció de él y se limitó a una amonestación. Álex, al actuar conforme al consejo de su amigo, logró aprobar la asignatura, no con una puntuación elevada, pero sí suficiente.

Aquel verano fue uno de los que iba a tardar mucho tiempo en olvidar. Saber que había obrado con honestidad y que había aprobado con su esfuerzo fue un motivo de gran satisfacción para él. Desde entonces, fue uno de los amigos más íntimos de Dani, al que siempre procuró emular en la resolución de los ejercicios, la participación en tareas de clase y la preparación de los exámenes.

  

  

«Entre dos peligros graves, escoge siempre el menor.»

(POPULAR)

  

  

 

Maite Vargas Martín (Málaga, 1985) es licenciada en Pedagogía por la Universidad de Málaga, en cuya Facultad de Ciencias de la Educación ha cursado los estudios.

    

    

GIBRALFARO. Revista de Creación Literaria y Humanidades. Año VIII. Número 60. Marzo-Abril 2009. ISSN 1696-9294. Director: José Antonio Molero Benavides. Copyright © 2009 Maite Vargas Martín. © 2002-2009 Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura. Facultad de Ciencias de la Educación. Universidad de Málaga.

    

    

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