N.º 70

ENERO-FEBRERO 2011

10

   

   

   

   

   

   

   

EL EXISTENCIALISMO

EN LA OBRA DE EMILIO PRADOS

   

Por Lorena Pozas Caballero

   

   

   

P

oeta nacido en Málaga. En 1914 se traslada a Madrid para ingresar en el Grupo de Niños de la Residencia de Estudiantes, donde conoce a Juan Ramón Jiménez, quien determinará su pronta orientación hacia la poesía. Más tarde, en el grupo universitario de la Residencia, forma parte del círculo de Moreno Villa, García Lorca, Salvador Dalí, Luis Buñuel, José Bello y Juan Vicens. Durante sus estancias juveniles en Suiza, Alemania y París, conoce el ambiente cultural y vanguardista de los años veinte, que influirá decisivamente en su obra. A su regreso a Málaga funda, junto a Manuel Altolaguirre, la revista Litoral y la Imprenta Sur, de cuyos talleres salen algunos de los mejores títulos de la poesía del 27. Su militancia en la causa republicana durante la Guerra Civil le lleva en 1939 al exilio en México, donde permanecerá hasta su muerte, el 24 de abril de 1962.

  

Introducción: Objetivos de este trabajo

Tras haber indagado en las distintas etapas de la obra poética de Emilio Prados, he decidido centrar mi investigación en la poesía densa y existencial de la última etapa del autor: la que coincide con su exilio en México (1939-1962).

Siguiendo el estilo del autor, podemos observar que su producción lírica tiene mucho que ver con su propia vida, y, en lo que a esta etapa se refiere, se deja notar un marcado carácter existencialista, ya que el sentimiento que Prados tiene como centro de su interés vital  durante estos postreros años es el de la soledad que le arrastra el exilio forzado al que se ve sometido tras la guerra.

Para indagar más sobre este tema, he analizado los escritos de los autores que cito a continuación:

     
     

   

Emilio Prados Such

(Málaga, 1899 - México, 1962)

   

Carlos Blanco Aguinaga ha estado muy vinculado al poeta, ya que Prados fue profesor del novelista en sus años jóvenes en el Instituto Luis Vives de México. Póstumamente, Blanco Aguinaga analiza y publica su obra con el título de Poesías Completas de Emilio Prados (1979), y ha recreado la vida de este poeta exiliado en la novela En voz continua (1997). Así, voy a tener en cuenta las aportaciones de este autor a la hora de indagar en el aspecto existencialista de la última etapa de Prados.

Adolfo Sánchez Vázquez, amigo del poeta desde la época de la Guerra Civil, que analiza la obra del poeta malagueño desde la cercanía que había entre ellos.

Francisco Chica es otro de los autores que estudian pormenorizadamente la obra de Prados y del que he extraído información para llevar a cabo el análisis del existencialismo que invade su poesía.

El objetivo principal de esta investigación es conocer el giro de la temática de la obra de Emilio Prados, desde una primera poesía llena de luz y de gracia andaluza a una obra filosófica y de corte existencialista, precisamente la que comprende todos los poemas de su época del exilio. Un objetivo secundario que me he marcado es conocer los orígenes de su estilo existencialista.

   

Desarrollo: La etapa existencialista

Como indicaba en la introducción, la temática de la obra del poeta está muy ligada a su propia vida. Así, según Francisco Chica:

  

«La unión indisociable que establece el autor entre vida y poesía constituye no sólo el principal cimiento de su mundo creador, sino también la clave que nos permite llegar al interior del hondo significado que acompaña a su palabra. Más que entenderla en sentido estricto, lo que hay que hacer es dejarse envolver por ella, oírla desde dentro de sí misma, desde el terreno de la emoción y la proximidad afectiva del que nace su diálogo con el lector. La práctica quedará ahí como algo imborrable: leer es sentir. Haciéndola circular por la vía del sentimiento (escenario abierto a todos y en el que se produce lo esencial de la experiencia humana), Prados aplica a la poesía la forma de convivencia y vinculación sensible en que se desenvuelve su relación con cuanto le rodea, persona y naturaleza» [1].

  

Teniendo en cuenta este aspecto, para indagar en las raíces existencialistas de su poesía, hay que adentrarse en la época de su exilio en México (1939 a 1962), tiempo que dedicó a componer una poesía reflexiva, de lucha con el propio lenguaje, para que su palabra lograra transfigurarse y, de este modo, ayudar al ser humano a evolucionar y a reconocer su verdadera esencia.

En esta época, su poesía emana de un profundo sentimiento de desarraigo y soledad. En su recta final, la trayectoria poética de Prados se dirige hacia una poesía cada vez más densa y filosófica, hacia el concepto de vida nueva, de solidaridad y amor; autoafirmándose en su independencia y en la visión abierta y vanguardista que siempre había defendido la generación del 27. En este periodo final había asumido la idea de un panteísmo (sistema de quienes creen que la totalidad del universo es el único Dios) que admite la pluralidad de individuos, una especie de comunidad universal.

La primera muestra importante de esta nueva temática filosófica la tenemos en el libro Mínima muerte (1944), sobre el que Blanco Aguinaba decía:

  

«…arranca de lo muerto y avanza hacia un voluntario recogimiento interior que será germen positivo de más vida hacia fuera de sí mismo» [2].

  

Formalmente, supone la vuelta al esquema de canción de los primeros libros de Prados. Se acusan los símbolos, como el de la rosa, y el conceptismo expresivo de la mística. Busca un camino para resolver el antagonismo vida-muerte que obsesiona a Prados desde su profundo sentimiento de desarraigo. La muerte es la forma mínima de una verdad interior, que es vida, heredera continua de sí misma.

En este sentido, cabe destacar la importancia de Jardín cerrado (1940-46), libro rigurosamente estructurado y de un lenguaje condensado y hermético, en el que Prados expresa su lucha interior por conseguir un equilibrio, roto el cordón umbilical con el cosmos (desde el microcosmos que es Málaga, paisaje mínimo e íntimo) por la profunda hendidura de la guerra. En cierto modo, este libro nos explica, junto con Mínima muerte (1946), el tránsito, el doloroso camino que va de la nostalgia obsesiva hasta el justo sentido del tiempo del hombre en su pasado, su presente y su futuro.

Para explicar esta transfiguración, Prados acomoda su poesía al sistema de símbolos y de conceptos aprendidos en la literatura mística del XVI. En estas obras vuelve al coto de su intimidad y descubre el sentimiento trágico de la huida de sí mismo.

  

La muerte está conmigo,

mas la muerte es jardín

cerrado, espacio, coto.

  

«Poeta de la muerte» le definió María Zambrano. Sí, de una soledad honda y creciente hasta llegar a la conciencia de su propio deshacinamiento:

  

Hubiera preferido nacer

a espaldas de la muerte

bajo ese enorme mar ilimitado.

  

   

     

Emilio Prados, con algunos de sus compañeros y amigos de la Residencia de Estudiantes.

 
   

Pero no se abandonó a la desesperación vacía ni al nihilismo vacuo de la negación de la vida. El malagueño sabe encontrar una solución: el ascenso deliberado hacia el infinito, hacia arriba «¡Cuidadme a los hombres, que el corazón se me rompe!» o la entrega amorosa a la totalidad viviente para liberarse del demonio de su nada.

Signos del ser (1962), canción a la realidad suprema y eterna de la vida, pero a través de su yo corporal. Y el antagonismo que le dividía («Soy desgarrado centro») se concierta en un final acorde: el cuerpo exterior se interioriza, se hace suyo, y el interior se desparrama en el mundo, estira sus brazos («Habito en cualquier parte de mí mismo»).

La poesía de Prados, como la de Cernuda, nos descubre un mundo en el que es difícil adentrarse. El problema de la poesía hermética consiste en que el valor de su profundidad oscura carece de comunicabilidad. Este problema se resuelve por una áspera condensación mental, que lleva a la síntesis conceptual poética objetiva. Así, el poeta llega a definiciones escalofriantes:

  

Andar de mi pensamiento:

qué peregrinar de luz

por su infinito desierto.

  

Pero siempre subsisten irreconciliables su mundo interior y el que se agita fuera de sí mismo. Drama típico de un hombre que vivió en el fragor de una gloriosa batalla de la historia de España.

En México se muestra el mapa de un mundo imaginario en el que sigue siendo posible el largo sueño del hombre. Un sueño que para Prados se sostiene no en el frío gesto del creador aislado y atento sólo a los vaivenes de una determinada moda literaria, sino en valores tan comunes, sencillos e indestructibles como la amistad, el diálogo o la solidaridad humana. Si en algo creyó Emilio Prados es precisamente en la necesidad de rescatar la esperanza que late tras ese tipo de valores, aprendidos en la calle y convertidos por él en la experiencia colectiva que da sentido a toda su obra.

Sumergida en el inagotable río de la vida, la palabra liberadora de Prados necesita entregarse, apoyarse en los que le rodean. Es en la esencia del puro existir entre los demás donde reside el tipo de responsabilidad que el escritor contrae con el mundo, a partir de la cual se irá desarrollando la visión unitaria (el hombre inserto en la imagen total del cosmos) que encontramos en su poesía última. Radical compromiso con lo humano, que le lleva a la idea de una fraternidad universal en la que queda envuelta toda su palabra. Surgida del contacto con los otros y del modelo constante que supone para él la naturaleza, la mística final de Prados queda resumida en frases como la que encontramos en el cuaderno preparatorio a La piedra escrita (1961): «El Amor me hace vivir fuera de mí —total— en el universo».

Prados vive en México sólo para la poesía, lleno de recuerdos, nostalgias, de preocupación por la muerte y de tantas esperanzas. Pero no hay una poesía que niegue todo lo anterior, aunque ya no queda nada de su aliento alegre, cascabelero, de los años luminosos de las playas malagueñas, sino un aliento doloroso, cribado por la tragedia y la pena de la patria perdida:

  

Agua de Dios, soledad:

por los mares del olvido

mi cuerpo nadando va...

Que a tus playas llegue vivo.

  

Pero ¿dónde está el origen del estilo existencialista de su obra? Cabe pensar que le puede venir dado por la pasión que, según su condiscípulo de colegio Vicente Aleixandre caracterizaba a Prados, le hacía concebir un tipo de literatura nueva, distanciado respecto al de generaciones pasadas. De ahí que cuando determina dedicarse por entero a la poesía, tras sufrir los embates de una enfermedad pulmonar, que lo tiene recluido varios meses de 1921 en el sanatorio suizo de Davosplatz, considere necesario ampliar su bagaje cultural y su formación filosófica, y se matricule, en 1922, en las universidades alemanas de Berlín y Friburgo, donde profesa Husserl y estudia Martin Heidegger.

     
     

   

Portada del número especial 31-32 de la revista literaria LITORAL, fundada en el verano de 1924 por Emilio Prados y su paisano Manuel Altolaguirre en Málaga.

   

Cuando al año siguiente regresa a la Residencia y propone a sus compañeros una poesía de corte filosófico, en la línea de la que hicieron los autores presocráticos, y de marcada influencia oriental, no va a encontrar un auditorio receptivo, pues los poetas de su entorno seguían más interesados en el juego lúdico que propugnaban los movimientos vanguardistas de la década anterior. No obstante, Prados no se resiste a esta novedosa tendencia, y así lo expresa en sus obras de la última etapa, en la que su poesía se ve invadida por un carácter existencialista y filosófico.

  

Conclusión

Lo expuesto en el epígrafe anterior puede dar respuesta al motivo del giro que Prados imprime a su obra, pasando de una poesía alegre, llena de luz y gracia andaluza a otra de carácter existencialista. Y, como queda dicho, el motivo principal de este giro en su obra se atribuye a los años que pasa en el exilio, lejos de la Málaga que lo vio nacer.

Además, se puede destacar que el estilo existencialista tiene su origen en sus estudios de filosofía que llevó a cabo en Friburgo, que condicionan, a partir de entonces, toda su obra y en concreto su última etapa.

Concluyo afirmando que, a lo largo de mis indagaciones, he tropezado con un escollo que no he logrado justificar, pues, aunque el existencialismo es evidente en la última etapa de su vida (la que hemos apuntado) y las razones que lo motivan se nos han presentado evidentes, ese sentimiento existencial presenta ya brotes en etapas anteriores de su creación lírica como, por ejemplo, en la que cubre los años que van de 1926 a 1933, en cuya poesía irrumpe un lenguaje surrealista con influjos existencialistas.

  

  

Notas

1 Francisco Chica: Antología esencial. Ed. Algaida, Sevilla, 1999.

2  Carlos Blanco Aguinaga y Antonio Carreira: Poesías completas de Emilio Prados. Visor, Madrid.

   

   

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

BLANCO AGUINABA, Carlos y Antonio CARREIRA [eds.] (1999): Poesías completas de Emilio Prados. Col. Visor de Poesía Mayor, 2-3), Visor, Madrid; 2 tomos.

CHICA, Francisco (1999): Antología Esencial. Ed. Algaida, Sevilla.

Gurmendez, Carlos: «Emilio Prados, poeta de dos mundos», en ISLA TERNURA [En línea].  Disponible en web: <http://www.elpais.com/articulo/cultura/PRADOS/ _EMILIO_/ESCRITOR/Emilio/Prados/poeta/mundos/elpepicul/19770626elpepicul_10/ Tes/>. (Consulta de 05 de junio de 2010).

HERNÁNDEZ, Patricio: «Emilio prados en su centenario», en ISLA TERNURA [En línea]. Disponible en web: <http://www.islaternura.com/APLAYA/NoEresElUnico/P/ PR/ PRADOS-emilioFebrero 2005/Emilio%20Prados%20En%20centenario.htm>. (Con-sulta de 5 de junio de 2010).

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SÁNCHEZ VÁZQUEZ, Adolfo: «Imagen lejana en mis recuerdos de Emilio Prados», en Revista de la Universidad de México [En línea]. Disponible en web: <http://www.revistadelauniversidad.unam.mx/4908/sanchez/ 49-sanchez.html>. (Consulta de 23 de junio de 2010).

   

   

Lorena Pozas Caballero (Málaga, 1980). Diplomada en Maestro en Lengua Extranjera (especialidad: Inglés) y diplomada en Turismo por la Universidad de Málaga.

   

   

GIBRALFARO. Revista de Creación Literaria y Humanidades. II Época. Año X. Número 70. Enero-Febrero 2011. ISSN 1696-9294. Director: José Antonio Molero Benavides. Copyright © 2011 Lorena Pozas Caballero. © Las imágenes, extraídas a través del buscador Google de diferentes sitios o digitalizadas expresamente por el autor, se usan exclusivamente como ilustraciones, y los derechos pertenecen a sus creadores. Edición en CD: Director: Antonio García Velasco. Diseño Gráfico y Maquetación: Antonio M. Flores Niebla. Depósito Legal MA-265-2010. © 2002-2011 Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura. Facultad de Ciencias de la Educación. Universidad de Málaga.

   

   

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