N.º 66

MARZO-ABRIL 2010

10

   

   

   

   

   

   

   

PROUST Y EL PROBLEMA EDITORIAL DE SU OBRA

   

Por Fernando V. Espinosa

   

   

   

E

n busca del tiempo perdido es la obra principal de Marcel Proust, de cuyas pocas otras obras daremos cumplida reseña en las líneas que siguen. La razón principal de que este autor haya escrito tan pocos títulos hay que buscarla en la brevedad de su existencia. Por otra parte, Proust no llegó a ver publicada la totalidad de sus escritos en su redacción definitiva; fue su hermano, el doctor Robert Proust y sus editores, tanto los actuales en el momento de su deceso como los iniciales, los responsables de que circularan dos versiones de esta vasta obra.

Andan circulando, en efecto, por ahí, sobre todo en formato electrónico, obras suyas que no guardan el orden cronológico que estableció el autor y que pueden ser motivo de despiste a los lectores. Arreglar este desajuste es lo que nos ha motivado a escribir estas líneas, amén de informar al lector, previamente a la lectura de sus obras, de todo lo que rodeaba a Marcel Proust.

Como primer paso y guía para los lectores, vamos a establecer el orden cronológico exacto de la mencionada obra En busca del tiempo perdido, que apareció, como es sabido, en ocho tomos consecutivos:

I: Por el camino de Swann.

II tomo: A la sombra de las muchachas en flor.

II tomo: El mundo de Guermantes.

IV tomo: Sodoma y Gomorra.

V tomo: La prisionera.

VI tomo: Albertina desaparecida.

VII tomo: La fugitiva.

VIII tomo: El tiempo recobrado.

Este último título, el octavo, es el tomo con el que se cierra la serie.

   

Planteamiento del problema

No estamos totalmente de acuerdo con las traducciones de los títulos de los tomos I y III, pero eso es lo que hay y nos tenemos que atener a la traducción hecha por los editores en español, por más que no sea exactamente la más adecuada.

   
     

 

Marcel Proust

(Auteuil, 1871 - París, 1922)

   

Las disparidades a que hemos hecho referencia al inicio, son las siguientes: Circula como tomo I uno titulado Un amor de Swann, cuando, en realidad, el contenido de éste, no es más que una parte del tomo I original, Por el camino de Swann. De hecho, en la versión digitalizada que ofrece Librodot, figura en la página 158. Por otra parte, se cierra en falso el V tomo, La Fugitiva, al que le faltan 55 páginas, que se publican como el VI con el título Albertina desaparecida, nombre bajo el cual se editó primitivamente y que, con posterioridad, y sin saber las causas, se desgajó del principal y cambió de nombre en una de las versiones al español, por los motivos que fueran, en la cual, más que cerrarse en falso el tomo V, se mutiló el principio del VI. No obstante, dejamos al buen sentido del lector la propuesta de los criterios y conclusiones pertinentes, siempre que respete el orden que aquí establecemos.

Al objeto de corroborar lo que antecede, reproducimos la advertencia a una de las ediciones en español en la que se advierte de lo siguiente:

    

«La presente edición reproduce el texto del ejemplar mecanografiado de Albertine disparue, parcialmente corregido por Marcel Proust. El texto mecanografiado se ha cotejado con los cuadernos manuscritos “en limpio”, a partir de los cuales había  sido fijado (fundamentalmente el cuaderno XII y algunas páginas del XV). La secretaria de Marcel Proust, Yvonne Albaret, reproduce las indicaciones a veces confusas del escritor, cuando, en el cuaderno manuscrito, éste vacila sobre la ordenación de determinados pasajes. Comoquiera que el ejemplar mecanografiado no fue ordenado por él, hemos tratado de ceñirnos al máximo a sus instrucciones. A veces, los resultados difieren bastante de los obtenidos por A. Ferré para La Bibliothèque de la Pléïade (cfr. pp. 73-77 y 458-461).

Como nuestros predecesores, nos hemos visto obligados a decidir incorporar añadidos marginales, a restablecer o suplir construcciones, a modificar determinados casos de puntuación. Cuando la lectura errónea se produce en un pasaje que Proust, al ponerlo “en limpio”, había vuelto a copiar o dictado textualmente de un cuaderno de apuntes, a veces hemos logrado localizar la primera versión y sustituir el texto erróneo.

El “Fondo Proust” de la Bibliothèque Nationale de France nos fue generosamente abierto por Madame Florence Callu, conservadora en la sección de manuscritos, y se nos brindó toda clase de facilidades para nuestro trabajo en el Institut des Textes et Manuscrits Modernes, dirigido por Bernard Brun. Reciban ambos nuestro más sincero agradecimiento.»

    

Todo este galimatías no causa más que la confusión en el lector, lo que nos ha llevado a las siguientes conclusiones: Los editores franceses son los principales culpables de la trasgresión de que ha sido objeto la obra proustiana, modificando su concepción original. Incluso hay editores de otros países que mantienen fielmente dicha concepción cronológica, como, por ejemplo, Italia. En las versiones españolas se mantiene un guirigay similar al francés, lo que obliga al lector a tener que hacer verdaderos equilibrios mentales para seguir el hilo de la trama urdida por el genial Proust. No obstante, y como fruto de las investigaciones a fondo que hemos realizado, exponemos el siguiente documento hallado en el transcurso de las mismas:

    

«Durante el verano y otoño de 1922, Proust llevó a cabo modificaciones finales en el manuscrito de Albertine disparue. Excepto para los contados contemporáneos, como su hermano Robert, Jacques Rivière y Jean Paulhan, este hecho había quedado ignorado. Gracias a un providencial concurso de circunstancias, fue posible redescubrirlo en 1986. Claude Mauriac, casado con una sobrina de Proust, descubrió un texto mecanografiado, todo lleno de tachaduras y adicciones, así como las páginas manuscritas por él. Todo esto cambiaba radicalmente su obra. Su nieta, Nathalie Mauriac, se ocupó de la edición del manuscrito. Los proustianos constatarán con emoción que el propio Proust deseaba que la última versión de Albertina desaparecida fuera más breve, más densa de lo que era la que se disponía hasta la fecha. Mediante ciertos retoques, añadidos y supresiones, variaba el sentido del libro, inyectándole esos “átomos de verdad” que acrecentaban el rigor de su composición y le proporcionaban su perfil definitivo. Si en 1925 no le fue posible al profesor Robert Proust editar la “verdadera Albertine disparue”, ahora ya es posible leer la última versión de la obra maestra.»

    

Gracias a lo que antecede, podemos confirmar nuestras aseveraciones iniciales, de las que el mundillo de los editores no se entera, no quiere enterarse y va a lo suyo (a vender), a pesar de que, con ello, comentan una auténtica tropelía, un delito de lesa infidelidad al espíritu proustiano, toda vez que estos datos fueron hechos públicos, pero ellos lo ignoraron.

Prosiguiendo nuestras investigaciones, hemos podido constatar que, dependiendo del editor de que se trate, adjudican unos a Albertine como una tercera parte de Sodome et Gomorrhe o indican en sus portadas Albertine disparue ou La Fugitive.

Queda claro, por tanto, que el orden de volúmenes que indicamos al inicio es el planificado por Proust y modificado luego por Claude y Nathalie Mauriac, y lleva una ilación lógica y verdadera de su obra. En ediciones de otros países se siguen manteniendo las premisas iniciales, sin haber introducido modificación alguna.

Nos complace, por todo ello, poder presentar a los amantes de la literatura proustiana esa relación que les permitirá degustar su obra tal como la concibió el maestro. Respecto a la «Nota» publicada al inicio de la verdadera Albertina desaparecida, tenemos la impresión de que lo que han hecho es recoger parte de la información facilitada en su día por Nathalie Mauriac, que, desgraciadamente, nos ha sido imposible localizar. No obstante, no podemos negar su contribución a la claridad de la localización exacta de la obra, sea cual fuere la forma como la obtuvieron.

   

Somera biografía

Marcel Proust nació en Auteuil, París, fruto del matrimonio entre Adrien Proust y Jeanne Weil el 10 de julio de 1871, en casa de su tío-abuelo materno Louis Weil, sita en el 96 de la calle de la Fontaine. Casi dos años más tarde, el 24 de mayo de 1873, nace su hermano Robert. Entre abril y mayo de 1881, padeció su primera crisis de asma estando en los Campos Elíseos, en París, enfermedad que le marcó toda su vida y que culminó haciéndose crónica al pasar de la treintena, obligándole a estar casi todo el tiempo recluido en una habitación revestida de corcho en la cual desarrolló su obra maestra. Con posterioridad, y gracias a los avances de la ciencia, ha podido constatarse que no era asma lo que padecía, sino la famosa EPOC, siglas del síndrome conocido como ‘enfermedad pulmonar obstructiva crónica’, que tanto daño está causando entre nuestros contemporáneos, sobre todo a los fumadores.

   

     

El conde Robert de Montesquiou-Fézesanc (1855 - 1921).

 
   

En octubre del año siguiente, se matricula en el Liceo Condorcet, en el que permanece hasta 1889, en el cual, en julio de ese año, obtiene el Bachillerato en la sección de Letras. Ese mismo año, el 15 de noviembre, se incorpora como voluntario al 76 Regimiento de Infantería de Orleans. En Noviembre de 1890, se inscribe en la Escuela de Ciencias Políticas y en la Facultad de Derecho. Es asiduo, costumbre de la época, de los salones de Mme. Strauss y Mme. Armand de Caillavet.

Obtiene el título de Diplomado en Derecho el 5 noviembre de 1892. Inicia sus colaboraciones en las revistas Banquet y Revue Blanche. En marzo de 1893, se encuentra con el conde Robert de Montesquiou, quien le introduce en la alta sociedad parisina. Los meses de agosto y septiembre de ese año los pasa en Saint-Moritz y Trouville, imaginamos que a causa de su enfermedad.

Dos años más tarde, en marzo de 1895, obtiene la Licenciatura en Letras. En septiembre de 1895, marcha a Beg-Meil con Reynaldo Hahn y da comienzo a su primera obra, Jean Santeuil, que no se publicó hasta 1952. En junio del 1896, logra publicar Plaisirs et les jours con el editor Calmann-Lévy. En septiembre de 1899, pasa un tiempo en el Balneario de Evian. No vuelve a desplazarse hasta mayo del año siguiente, ya en 1900, en el que está un tiempo en Venecia. No se le registra otro viaje hasta 1902, cuando se traslada a Holanda, en donde residirá desde el día 2 al 20 del mes de octubre.

El 26 de noviembre del año siguiente fallece su padre Adrien. Durante ese año y hasta 1905, publica en el periódico Le Figaro unas crónicas sobre los salones de moda de esa época en la capital francesa. En febrero de 1904, publica La Biblia de Amiens, del autor John Ruskin, al que dedicó parte de su tiempo, en la revista  Mercure de France. El 26 de septiembre de 1905 fallece su madre. En diciembre, a causa de un agravamiento de su enfermedad, tiene que ir a la clínica del Dr. Sollier, en Boulogne-Billancourt. En mayo de 1906 se le publica Sésame et les lys en la ya mencionada revista Mercure de France.

Huyendo del agobio capitalino, y en busca de un ambiente más benigno para su enfermedad, se establece en Versailles, donde permanecerá de agosto a diciembre. En este mes, el día 27, establece su domicilio en el 102 del Boulevard Haussmann. Al año siguiente se marcha al Gran Hotel, de Cabourg, y realiza excursiones en automóvil por Normandía con Alfred Agostinelli y Odilon Albaret.

En 1908 refleja en Le Figaro unos comentarios sobre el asunto Lemoine. En otoño inicia su obra Contre Sainte-Beuve, que, a partir del año siguiente, se va transformando poco a poco en una novela, y que, en agosto, Mercure de France rechaza publicársela. Ya no se le conoce nada destacable hasta los meses de agosto y septiembre, que, curiosamente, parecen fijos en sus vacaciones, en los que vuelve al Gran Hotel, en Cabourg. Curiosamente también, hasta entonces, toda su obra había sido manuscrita de la forma que relataremos en otro apartado. Durante esta estancia, la secretaria del hotel, Cecilia Hayward, le mecanografía el primer capítulo de la obra que estaba desarrollando a la sazón.

Durante todo este tiempo ha ido dando forma a su obra maestra, aunque, en diciembre de 1912, la Editorial Fasquelle y la Nouvelle Revue Française rechazan la publicación de la misma. En la primavera de 1913, Alfred Agostinelli es contratado por el maestro como secretario. En noviembre se publica el primer tomo de su gran obra, Du côté de chez Swann, que aparece en los registros de autores del editor Bernard Grasset. En diciembre, Agostinelli huye hacia la Costa Azul. En mayo del año siguiente muere éste en accidente de aviación, con gran pesar para Proust, pues eran amigos desde 1907. El mes de agosto se paraliza cualquier actividad editorial por causa de la I Guerra Mundial y la movilización general.

En 1915, establece la redacción definitiva de las últimas partes de su gran obra. En marzo de 1916, rompe el contrato con Grasset y se aproxima a la NRF, aproximación que se refleja en la publicación por ésta del segundo tomo, A l'ombre des jeunes filles en fleurs. Pocos meses después publica Pastiches et Mélanges y el prefacio de Propos de peintre, de Jacques-Emile Blanche. El 10 de diciembre de 1919 recibe el prestigioso premio Goncourt por el segundo tomo de su obra arriba mencionado y es nombrado Caballero de la Legión de Honor el 25 de septiembre de 1920.

Al mes siguiente se le publica la primera parte del tercer tomo, Côté de Guermantes. En marzo redacta el prefacio de una obra de Paul Morand y, seguidamente, se publican el tomo II de Guermantes y el primero de Sodoma y Gomorra. Casi un año después aparece el II de ésta última, postrer escrito que vio su autor publicado, pues fallece el 18 de noviembre de 1922 en su domicilio parisino de la calle Hamelin, número 44.

En noviembre de 1923 se publica La prisionera; dos años después, Albertina desaparecida. Con el último tomo, El tiempo recobrado, culminará la publicación de gran obra. Corría el mes de septiembre de 1927. En  apartados siguientes se tratarán otros aspectos de la vida de este autor no esenciales en esta sinopsis biográfica básica.

    

El proyecto proustiano

Después de haber renunciado, en 1908, a seguir traduciendo las obras del escritor inglés John Ruskin, Proust decide escribir un ensayo dirigido contra Sainte-Beuve, denunciando métodos de crítica literaria opuestos a los suyos. Durante el otoño de ese mismo año, comienza a preparar su estudio, que decidió finalmente incluirlo en un recital matutino. Ya en la primavera del año siguiente, el proyecto inicial queda convertido en una novela sobre la memoria involuntaria, movimiento filosófico-literario que tomó cuerpo en el siglo XIX propiciado por Henri Bergson y Charles Baudelaire y del que Proust fue su máxima expresión, así como la del Modernismo. Las causas de esta conversión en novela fueron las paulatinas incorporaciones de su primera novela Jean Santeuil, la cual había abandonado en 1899.

   
     

 

El crítico y escritor Charles-Augustin Sainte-Beuve.

(1804 - 1869)

   

En agosto, considera tenerlo ya lo suficientemente avanzado como para proponerle su edición al director de ediciones del Mercure de France, pese a su título provisional, Contre Sainte-Beuve. Las sucesivas negativas de Vallette y, posteriormente, del director de Le Figaro, Gaston Calmette, no le desanimaron, sino, más bien, todo lo contrario, impulsaron al escritor a darle una nueva dimensión a la obra que había emprendido.

A partir de 1910, Proust retoma los fragmentos de escritos contenidos en los diez cuadernos escolares que componían Contre Sainte-Beuve, modificándolos y desarrollándolos. En otoño de 1912, termina una novela titulada Les Intermitences du Coeur, dividida en dos partes: El tiempo perdido y El tiempo recobrado. Por desgracia, Fasquelle y la NRF no aceptan publicársela. Las fuentes consultadas dicen «por desgracia», pero nosotros, desde el punto de vista literario, diríamos que «por suerte para la posterioridad». Se ve obligado a establecer una cuenta de autor con el editor Bernard Grasset para publicarla y, en noviembre de 1913, aparece À la recherche du temps perdu. Du côté de chez Swann. Su continuación, ya compuesta en imprenta para pruebas, debería haber salido a las librerías en 1914, pero la movilización general motivada por la guerra interrumpió toda actividad editorial.

Proust va a aprovechar los cuatro años de guerra para rehacer en profundidad la estructura de su obra y aumentarla considerablemente. Prueba de ello es que cuenta con acabar siete novelas, en lugar de las dos previstas inicialmente. El escritor se reconcilió con André Gide y la NRF, que le reportó como consecuencia la publicación en esa casa del resto de su obra. Ejemplo de ello son: en 1918, aparece À l'ombre des jeunes filles en fleur, que obtiene el Goncourt. Le siguen Le côté de Guermantes (I), en 1920; el tomo II de este título y Sodome et Gomorrhe (I), en 1921, y el tomo II de esta última, en 1922.

La muerte le sorprende en 1922, mientras corregía la versión mecanografiada de La prisionera. A partir de entonces, son su hermano Robert y Jacques Rivière quienes se aseguraron de la publicación de este tomo, en 1923, y, con posterioridad, en 1925, Albertina desaparecida, y, finalmente, en 1927, El tiempo recobrado.

    

Proust y la BNF

Por fortuna, el escritor había conservado la totalidad de sus manuscritos. Cuando acaeció su muerte, su hermano Robert heredó este preciado depósito, asegurando la publicación de los tres últimos volúmenes de En busca del tiempo perdido. Tras el fallecimiento de éste, su única hija, Suzy Mante Proust, le tomó el relevo en esa labor, facilitando las tareas de los investigadores, con el objetivo de asegurar la conservación de los documentos originales y darles una mayor difusión. Gracias a esto, en 1962 se crearon los Fondos Proust en la Biblioteca Nacional de Francia.

Estos fondos estaban compuestos en su mayor parte por los manuscritos de su tío, sus papeles escolares y sus obras de juventud (Les plaisirs et les jours, Jean Santeuil), sus artículos críticos y las traducciones de las obras de Ruskin, así como la obra completa de En busca del tiempo perdido. En 1984, dos nuevas adquisiciones permitieron completar este prestigioso Fondo.

Una vez abiertos los Fondos a los investigadores, los documentos proustianos no han dejado de ser objeto de estudios en profundidad, al objeto de fechar e identificar las innumerables notas, añadidos y versiones definitivas, a partir de las cuales se establecieron las pruebas mecanográficas y las pruebas de ediciones anteriores de diferentes partes de la obra.

Para plasmar su obra, Proust utilizó un único soporte, el cuaderno escolar. Por todo ello, se han podido estructurar los archivos de la siguiente manera: 4 cuadernillos de notas preparatorias de 1908 a 1918; 75 cuadernos de borradores de cada parte de la novela, en los diferentes estadios de su evolución; 20 cuadernos conteniendo el pasado a limpio de las 4 últimas obras, enriquecidos con las famosas ‘paperoles’, bandas de papel pegado, precursoras de las modernas y oficinescas hojas adhesivas de distintos nombres; 18 volúmenes mecanografiados y corregidos parcialmente, y 14 volúmenes de planchas y de pruebas de imprenta que incluían numerosas variantes y añadidos autográficos.

Estos documentos son testigos irreemplazables de la génesis de En busca del tiempo perdido, y son excepcionales gracias a la riqueza de su contenido y a la calidad de la información que se encierra en ellos acerca del proceso creador de uno de los más grandes escritores del siglo XX.

    

La memoria involuntaria

En un apartado anterior ya hemos dado cuenta de la génesis de la «memoria involuntaria», sus creadores y desarrollo en el Modernismo. La idea esencial de la memoria involuntaria es que está causada por las experiencias vividas. Toda aquello que queda en la memoria y no ha sido causado por dichas experiencias vividas es llamado «memoria pura». Proust incorporó esto al conjunto de su obra, toda vez que inició la aplicación de esta teoría en su escrito Contre Sainte-Beuve, al que achacaba su criticismo a la memoria involuntaria.

   

     

Proust, el hombre, el escritor, fallece el 18 de noviembre de 1922 en el número 44 de su domicilio parisino de la calle Hamelin.

 
   

El tema hace aparición en el cuadro del ‘despertar del narrador’: al salir del profundo sueño nocturno, las sensaciones físicas que experimenta le hacen rememorar los lugares donde durmió otras veces. A partir de este momento, se va desarrollando y dará lugar al nacimiento de la novela de la que surgirá la futura En busca del tiempo perdido.

El autor continuará, efectivamente, haciendo uso de esta técnica en el famoso episodio de la magdalena mojada en el té por el narrador, rememorando asimismo Combray y sus alrededores y, a través de este motivo, toda su infancia.

En el último libro de la serie, los recuerdos ligados a la memoria involuntaria juegan un papel determinante en la vocación del narrador. De vuelta a París tras la guerra, revivirá su pasado gracias a una serie de reminiscencias de este tipo, lejos de las veladas matinales en casa de la Princesa de Guermantes. La siguiente experiencia la tiene en Venecia, y nuestras fuentes consultadas las relatan muy detalladamente, así como otras sucesivas, pero nosotros consideramos más útil para el lector irlas descubriendo paulatinamente a medida que se producen.

   

Lugares especiales

En la vida y obra del autor hay tres lugares especiales, en los que pasó parte de su vida y narró en sus obras: Combray, Balbec y París. Los dos primeros quedan ampliamente reflejados en las mismas, y hablando de ellas, no haríamos sino quitar encanto a la trama al evitar que el lector los descubra por sí mismo. Sí hablaremos de París, pero, simplemente, para especificar los distintos lugares de residencia de Proust. El resto ya está suficientemente descrito en las obras, por lo que nos abstenemos por las mismas razones expuestas anteriormente.

París fue, en efecto, la residencia habitual durante toda su vida, y, más particularmente, en el distrito VIII, en el corazón de la explanada Monceau. Efectivamente, en vida de sus padres, dividió su residencia entre el número 9 del Boulevard Malesherbes y el 45 de la calle Courcelles. Una vez desaparecidos, pasó al número 102 del Boulevard Haussmann, en donde concibió y desarrolló su obra principal en la famosa habitación forrada de corcho. En 1919, Proust se mudó al distrito XVI, algunos meses al número 8-bis de la calle Laurent Pichay y, poco después, al que iba a ser su último domicilio, en la calle Hamelin, número 44, donde Marcel Proust fallecería la fecha ya mencionada.

    

Otros aspectos

En la vida del autor hay otros aspectos de sobra conocidos en los que no entramos, no por pudor ni desacuerdo, sino simple y llanamente porque este escrito está dirigido a los aspectos de su vida literaria y las repercusiones que tuvo en el mundo, además de arrojar un poco de luz sobre un entuerto editorial. La vida privada es —así lo estimamos nosotros— coto privado de cada uno, y somos de la opinión que no se debe entrar en el mismo y juzgar el decurso de toda una vida.

   

   

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Son tantísimas las fuentes consultadas, todas ellas por Internet, que haría falta casi otro ensayo para relacionar las mismas. No obstante, nos cabe destacar como las más importantes La Biblioteca Nacional de Francia y su página digital Gallica.com, de las que hemos extraído buena parte de los datos arriba consignados.

   

   

Fernando V. Espinosa (Madrid, 1941) reside actualmente en Vitoria y toda su vida laboral está ligada a las finanzas. Ha publicado en Internet trabajos de diversa índole, entre los que merece ser destacado En busca del Homo Sapiens perdido, un trabajo sobre la historia de la especie humana, desde la formación de la Tierra hasta la aparición del Homo Sapiens. Este trabajo ha sido reconocido por el CNICE del Ministerio de Educación, Cultura y Deportes de España e incluido en sus listas de páginas profesionales de las áreas de Ciencias de la Naturaleza y de Geografía e Historia. Asimismo, ha obtenido el Certificado de Calidad de Egiptomanía.com y el reconocimiento de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Otros trabajos son: Modificación de Conducta, un pequeño curso sobre modificación de conducta dirigido especialmente a padres, educadores y trabajadores sociales, que ha tenido también el reconocimiento del CNICE del MECYD, que lo han incluido en las páginas profesionales de Educación Especial. Hay un tercer trabajo, quizá menos relevante, pero que presenta la particularidad de ser el único en español sobre el tema, Guillermo el Mariscal, el mejor caballero del mundo. Tiene publicados asimismo pequeños artículos sobre ‘Genotipos’.

   

   

GIBRALFARO. Revista de Creación Literaria y Humanidades. II Época. Año IX. Número 66. Marzo-Abril 2010. ISSN 1696-9294. Director: José Antonio Molero Benavides. Copyright © 2010 Fernando V. Espinosa. © 2002-2010 Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura. Facultad de Ciencias de la Educación. Universidad de Málaga.

   

   

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