N.º 64

NOVIEMBRE-DICIEMBRE 2009

8

   

   

   

   

   

   

   

ANÁLISIS DE EL BASTÓN DEL DIABLO,

DE JUAN CAMPOS REINA

   

Por  Miriam Rodríguez Pareja

   

   

   

C

uánto hay del autor en su obra o, si se prefiere preguntar de otra forma, cuántas veces un personaje de un relato o de una novela no es sino el propio autor camuflado bajo su piel de ficción. Mucho. Rara es la narración que no tiene algo de autobiográfico. Se sabe que la vida de los autores se refleja, de una forma u otra, en sus obras, por eso se hace necesario empezar el comentario de cualquier obra, haciendo un breve recorrido por la vida del autor.

  

El autor

Juan Campos Reina, autor de El bastón del diablo, nació en Puente Genil (Córdoba) en 1946. Durante unos años, residió en Sevilla. En la Universidad de la ciudad hispalense estudió Derecho, cuya licenciatura consigue, para trasladarse luego a Málaga, donde residirá hasta su muerte, acaecida el 27 de octubre de 2009, a los 63 años, tras soportar una larga enfermedad.

Todas estás ciudades aparecerán en sus obras, en las que quedan plasmadas claramente el gran conocimiento que Campos Reina tiene de ellas. Por lo tanto, se hace necesario decir que Campos Reina es un autor que escribe acerca de lo que conoce, lo cual da mucha veracidad a lo que cuenta, además de notarse en la lectura de su obra que está muy bien documentado acerca de lo que relata. Todo esto valoriza sus obras y su trabajo mucho más, ya que un autor que hable sobre lo que conoce hace un trabajo más serio por su cercanía al tema que trate o al escenario donde éste se desarrolle. Por tanto, es necesario informarse acerca de lo que se va a escribir antes de comenzar a redactar cualquier obra y esto Campos Reina lo hace, como así se puede comprobar en esta obra.

   
     

 

Juan Campos Reina, autor de El bastón del diablo, nació en Puente Genil (Córdoba) en 1946.

   

Inicia su producción novelística con Santepar (1988), novela con la que se dio a conocer; a ésta le siguieron Un desierto de seda (1990), Tango rojo (1992), El bastón del diablo (1997) y La rosa de Apolo (1997), año en que fue galardonado con el III Premio Andalucía de la Crítica, en su modalidad de Narrativa. Siguieron los títulos Librepensamiento (2000), La góndola negra (2003) y La cabeza de Orfeo, dilogía que aparece en 2006 aglutinando los títulos Fuga de Orfeo y El regreso de Orfeo.

Muchos son los comentarios que se han hecho refiriéndose a Campos Reina. Por mi parte, tan sólo resaltaré las palabras de Horacio Vázquez-Rial, por la visión de conjunto que nos da de su producción literaria. Este escritor hace referencia a Juan Campos Reina diciendo que «la de Campos Reina es una de las producciones novelísticas más finas y perfectas de la España contemporánea».

  

La obra: El bastón del diablo

Sobre El bastón del diablo hay que empezar diciendo que forma parte de una trilogía, llamada la Trilogía del Renacimiento. En este trinomio, Campos Reina hace un recorrido histórico por el siglo XX, que casi podría decirse que, más que un recorrido, es un estudio.

Destacable es el hecho de que el autor haya dedicado casi 20 años a elaborar la ‘obra completa’, como bien dijo él mismo en el diario Córdoba: «La Trilogía del Renacimiento me ha llevado muchos años de trabajo desde 1986 y, desde ahora, me voy a olvidar tanto de la Guerra Civil española como de la saga familiar de los Maruján». Este hecho corrobora lo expuesto líneas atrás, es decir, Campos Reina es un autor que transmite mucha veracidad histórica a través de su narración. Es fácilmente palpable en cada una de sus líneas el exhaustivo trabajo de campo previo realizado antes de la redacción de este libro.

El bastón del diablo, que es la segunda parte de ese conjunto de tres, obtuvo el Premio Andalucía de la Crítica. De esta manera, la Trilogía del Renacimiento queda compuesta por las siguientes obras: Un desierto de seda (1990), El bastón del Diablo (1996) y La góndola negra (2003).

El bastón del diablo fue publicada en un principio en Alfaguara, aunque actualmente la trilogía completa se puede encontrar en otras editoriales, como son Random House Mondadori y De Bolsillo.

Antes de introducirnos de lleno en El bastón del diablo, diré que cada libro que compone La Trilogía del Renacimiento representa una zona simbólica. Así, Un desierto de seda hace referencia al “Paraíso”, El bastón del diablo escenifica el “Infierno” y La góndola negra representa el “Purgatorio”.

Dicho esto, pasaremos a introducirnos de lleno en la obra que nos concierne, El bastón del diablo.

La trama de esta obra, muy bien narrada, es la de una familia atrapada en la época en que la pertenencia a la derecha o la izquierda se acentúa y, por medio, una historia de amor que endulza lo trágico de la época, un amor que, aunque difícil y accidentado, es puro y está exento de platonismo, como no podía ser de otra manera, si nos atenemos a la época.

Esta obra comienza con un flashback que rompe con la linealidad narrativa del libro. Joaquín Maruján se encuentra en la cárcel en sus últimos días de vida, y de fondo, una España que atravesaba por momentos conflictivos y complicados.

La historia prosigue dando un salto a veinte años y algunos meses antes de ese suceso, para situarse en el otoño de 1915. A partir de ahí, Campos Reina nos introduce en la época referida y nos envuelve perfectamente en el contexto social e histórico del personaje.

La historia está recreada en múltiples escenarios, que nos representa con emocionante precisión y no menos acierto lo trágico de una época convulsa y difícil y que, a pesar de ser ficción, la recreación, los personajes y la trama están tan logrados que se diría que verdaderamente ocurrió.

 

Puente Genil, escenario de la trama novelística

La novela está escrita en una prosa en la que prima la narración. Nos describe perfectamente el sitio en donde transcurre la historia (Puente Genil, lugar de nacimiento del autor). El autor hace una rica descripción del lugar; rica, pero sin pecar de pesadez. La descripción que Campos Reina hace en todo el desarrollo de su obra, la hace de forma tal que deja a la imaginación del lector parte de lo que él pretende transmitir, con lo cual, el lector forma parte de la historia, puesto que está inmerso en ella. Esto colabora a que la obra atrape como un imán, en cuyo proceso el lector el hierro atraído.

El autor, sin proponérselo, analiza una época grotesca de la historia de España, atrasada en el tiempo, donde una rígida moral católica no da margen a las avanzadas ideas que se expandían por Europa como un vendaval, pero que, a pesar de la fuerza de los vientos, no fue capaz de derribar el muro que suponía una manera de entender las cosas a prueba de todo avance social. Época que relata el paso del reinado de Alfonso XIII hasta el inicio de la Guerra Civil, pasando, claro está, por la dictadura de Primo de Rivera, la caída de la Monarquía y el advenimiento de la II República.

Como ya se ha dicho más arriba, el autor pone como escenario a Puente Genil, pero podía haber cogido cualquier otro pueblo de Andalucía o de España, puesto que la conciencia moral era la misma, pero la elección de su pueblo natal muestra el interés del autor por realizar un documento serio, con la necesaria objetividad y lleno de validez, objetivo que consigue gracias al conocimiento que demuestra del lugar.

 

El valor de sus descripciones

Campos Reina procura no excederse en sus descripciones, poniendo en juego los detalles precisos al referirse a los personajes, como podemos comprobar en el siguiente fragmento:

   

«José fue estudiando el comportamiento de los hermanos de Isabel. El mayor, Jesús Leopoldo, era un hombre adusto y muy reservado, que no hacía acto de presencia hasta la hora de la cena, ya que Lola Maruján le había encargado la dirección y el control de las labores en sus fincas. […] Joaquín, el segundo de los hermanos, parecía el polo opuesto de Jesús Leopoldo. En su rostro destacaban los ojos, de extraordinaria viveza, que le conferían cierto aire entre arrebatado e intelectual» (pág. 28).

  

Lo cual no constituye un impedimento para que, llegado el caso, nos detalle todo aquello que, a su entender, es vital para la comprensión total de la obra, sin caer en el fácil pecado de la meticulosidad. Podríamos citar una antítesis a la descripción trabajada en esta obra la que encontramos en la novela La pasión turca, de Antonio Gala, en la que el relato se torna muchas veces aburrido víctima de la profunda y exhaustiva descripción que realiza este autor, una descripción que anula, a mi entender, la imaginación del lector.

   

     

Juan Campos Reina con su dilogía "La cabeza de Orfeo", publicada en 2006.

 
   

Raro es encontrarnos con diálogos, que sólo aparecen en momentos muy puntuales. Éstos están formados por frases cortas, claras, directas y sin ambages. La narración de los hechos mezcla la ficción con la historia formando un todo indisoluble que traslada al lector a la época y la vive con sus protagonistas, y eso, sin lugar a dudas, es un acierto de Campos Reina. Y si bien es cierto que la mayoría del texto se dedica a la narración y descripción de los hechos, no menos cierto es también que la lectura no se hace monótona ni fatiga el interés del lector, ya que la forma en que dicha narración está expresada, genera por sí sola un ritmo vivo. El texto atrapa y llama la atención por sí mismo.

El libro es de lectura fácil; pero no simple, no vulgar; nada más que fácil; que es lo difícil en un libro. Toca temas como la Masonería, la República, la Monarquía, la Guerra Civil, el Fascismo, etc. de manera tan llana, que hasta el lector menos versado llega a ilustrarse sin necesidad de acudir a los libros de consulta. Obra, pues, altamente didáctica, destinada al gran público por el atractivo de su lectura, muy lejos de tópicos cursis, pedantes y trasnochados.

  

Política y neutralidad del autor

El contexto histórico que tengamos como telón de fondo es de vital importancia en algunas novelas, y en esta obra más, teniendo en cuenta su temática, cargada de gran contenido político y social.

Aunque habla de política, el autor no deja entrever su posicionamiento. Lo mismo nos dice que:

  

«…los automóviles quedaban requisados por el Ejercito de la República […] y volvieron con Julio, el hijo de Jesús Leopoldo, esposado y cabizbajo. Al sopesar en qué podía terminar aquello, José se interpuso en el camino […], a lo que respondió el jefe de los milicianos con una sonrisa de desprecio, en tanto señalaba: “Nada hay en contra de ti ni contra tu familia; así que apártate y no nos provoques. Es el hijo de un fascista» (pág. 245).

  

Que nos dice que:

  

«Joaquín Maruján se hallaba en su casa de la capital, y, hacia las seis de la mañana, abrió la puerta a dos policías, los cuales le comunicaron su detección y lo esposaron antes de obligarlo a subir a la caja de un camión militar» (pág. 227).

  

Aunque es muy difícil que un autor no deje reflejado su pensamiento o su idea propia hacia algún hecho, Campos Reina, en este libro, se acerca mucho a la muy difícil posición de la neutralidad.

En esta familia observamos cómo, con maravillosa narrativa, el autor nos presenta a dos hermanos muy diferentes entre sí, y que, por circunstancias de la vida, se verán en bandos opuestos. Uno, el ilustrado, el reaccionario, el inquieto, el inconformista y el idealista, es de izquierdas. Enfrente, el hermano de derechas, al cual Campos Reina da una personalidad conformista, iracundo y naturalmente poco o nada ilustrado, pero con un fondo de razón personal que justifica su actitud, ya que matan a su hijo y a su mujer.

  

Puente Genil, una zona aislada

Además, al centrar la historia en esta zona de Andalucía, el autor deja constancia de su interés por lo que pasó durante esa época en su pueblo natal, ya que queda plasmado en la el relato el estudio previo a la realización del libro que este autor tuvo que hacer y que, de hecho, hizo. La ficción y la realidad histórica, corren, pues, de la mano en esta obra.

Puente Genil se muestra en la novela como una zona aislada. Ir a la capital suponía un largo viaje y salir de la provincia casi una odisea. Este aislamiento que el autor muestra del pueblo hace que el carácter de los personajes se vea modificado de forma tal que se produce también un aislamiento espacio-temporal de éstos. Además, el aislamiento de este pueblo adquiere en la novela un valor simbólico, ya que la época en la que se narra la historia era una etapa de represión. Así, vemos el reflejo de este aislamiento en una solitaria Isabel, privada de vida social y casi de vida sentimental, aunque esto último sólo en un principio.

  

Valor de los personajes

Los personajes en general son sencillos, nada rebuscados, fruto del pueblo y de sus circunstancias, con historias creíbles para la época en que se desarrolla la trama. El trabajo del autor en este libro atestigua la preocupación por el problema. Todos los personajes están inmersos en su mundo interior, que no va más allá de un pueblo de capital, que no trasciende porque las mentes están anquilosadas y reprimidas.

En esta historia cabe destacar a Joaquín, personaje indispensable en esta historia. Gracias a él, Campos Reina nos muestra la realidad política y social que quiere transmitir de la España de entonces fuera de los límites del pueblo.

Por otro lado, está José, que, tras la muerte de su patrón, la única persona que tenía en su vida, sufre un pequeño trastorno psicológico pasajero, mostrado en el libro a través de la aparición del fantasma de su patrón. Dicho fantasma no es más que el reflejo de la pérdida tan grande que ha supuesto para él la muerte de su patrón. Pasado el período de adaptación a su nueva situación, José, poco a poco, recobrará el equilibrio en su vida, equilibrio que había perdido tras haber desaparecido el principal pilar referente de su vida, su patrón Pepe Maruján, y con la vuelta del equilibrio, desaparecerá el espectro que lo acuciaba.

  

Papel del narrador

El narrador es omnisciente, narrando siempre en tercera persona, como así muestra dicho fragmento:

  

«José comprendió pronto que la estancia de los recién llegados se prolongaría, y se alegró de que cerca de él brotara el calor humano de un hogar» (pág. 28).

  

Mediante un discurso indirecto, el autor nos explica todos los pensamientos de los personajes, sus sentimientos… El narrador no interviene en ningún momento en la acción, pero domina toda la historia, domina tanto lo que ocurre dentro como lo que ocurre fuera de los personajes. Se adentra en el mundo interior de éstos, emitiendo juicio y valor.

Se aprecian varias figuras retóricas. El uso de metalepsis es bastante usado, el narrador no dice las cosas explícitamente, sino que las da a entender con un uso del lenguaje muy cuidado e intuitivo. Como ejemplo destaco el siguiente fragmento:

  

«José Heredia, alias ‘El Poeta’, ya no se conformaba con ver aparecer a Isabel todas las mañanas por la bodega. Sentía vértigo cuando ella se aproximaba para revisar las cuentas o, simplemente, para hablar con él» (pág. 61).

  

Ni que decir tiene que José estaba locamente enamorado de Isabel. Aprovecho este fragmento para señalar la connotación tan notable que hace el autor al decir «sentía vértigo».

Avanzando en el mismo fragmento antes citado, encontramos el siguiente:

  

«[…] no obstante, intentaba aguantarse y seguir representando el papel de buen vecino y de hombre respetuoso, aunque supiera que ese camino no conducía más que a la cotidiana mortificación […]».

  

Algo sobre el estilo

   
     

 

El autor de "El bastón del diablo", con Francisco Morales Lomas (a la izquierda de la imagen).

   

El uso de una hipérbole tan clara como es la de «cotidiana mortificación» hace que el lector otorgue una notoria importancia a los sentimientos tan profundos que José tenia hacia Isabel.

También encontramos el uso de eufemismos varios. Uno de ellos, que sobrecoge de manera tal que uno se da cuenta con la maestría de que este autor hace uso del lenguaje, es el siguiente:

 

«[…] con manchas evidentes de humedad en las perneras de los pantalones […]» (pág. 254)

  

haciendo referencia al momento antes del fusilamiento.

Tanta maestría tiene en el uso del lenguaje que, a pesar de primar las oraciones largas sobre las breves, en ningún momento lleva a la confusión lo que quiere decir.

Encontramos rasgos diatópicos en el lenguaje, ya que hay términos que, aunque hoy día ya no se usan por anticuados, en su época eran muy usados, más aún en pueblos que en ciudad, como es el de «arrobas de vino» (pág. 244). Otros términos que son reflejo de la época son: dar el paseo, salvoconducto, tortura, condena a muerte…

  

Conclusión

Para finalizar el estudio de esta obra, debemos destacar que la documentación del autor es impecable sin duda y no deja nada al azar ni a la improvisación. El autor, de principio a fin, se propone captar la atención del lector y lo consigue de buen grado: cuesta separarse de la lectura, dada la sucesión de acontecimientos a la que se presta. A medida que avanza por estas jugosas páginas, el lector, además de ver enriquecido su conocimiento histórico, se plantea preguntas sobre esa época pasada, sobre nuestro presente y nuestro futuro. El bastón del diablo contribuye a desvelarnos el lado oscuro de la política y la peculiar psicología de los que mandan y obedecen.

La audacia provocativa con la que Campos Reina narra la historia y mete mano en el santuario de la moral de entonces hace que sea un texto de crítica corrosiva hacia los valores decadentes que dominaban otrora la sociedad.

Cierro este análisis de El bastón del diablo, y, cuando lo hago, siento que el que lo ha escrito es un hombre de gran talento, ya que es un texto cuyo estilo está fuertemente musculado, y, precisamente, este tipo de estilo contribuye, en mi opinión, al mayor mérito.

El vacío que deja la terminación del libro promete nuevos encuentros con la lectura y soy fiel cumplidora de mis promesas.

   

   

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

“Juan Campos Reina”, en CORDOBAPEDIA [En línea]. Disponible en web: <http:// wikanda.cordobapedia.es/wiki/Juan_Campos_Reina>. Consulta de 16 de Diciembre de 2008).

CAMPOS REINA, Juan (2003): El Bastón del Diablo. 1.ª ed., Eds. Alfaguara, Madrid.

CORTÉS, Rafael: “El escritor que sigue el juego de las editoriales se convierte en un muñeco”, en SUR.es [En línea]. Disponible en web: <http://www.diariosur.es/ pg060308/prensa/noticias/Cultura/200603/08/SUR-CUL-294.html>. (Consulta de 13 de Diciembre de 2008).

LARA, P.: “Campos Reina se olvidará de la Guerra Civil y de los Maruján”, en CÓRDOBA.com [En línea]. Disponible en web: <http://www.diariocordoba.com/ noticias/noticia.asp?pkid=95084>. (Consulta de 9 de Diciembre de 2008).

MORALES LOMAS, Francisco: “Juan Campos Reina: el adiós de un gran amigo”, en LITERATURA ESPAÑOLA ACTUAL [En línea]. Disponible en web: http://moraleslomas. blogspot.com/2009/11/juan-campos-reina-el-adios-de-un-gran.html.> (Consulta de 15 de Diciembre de 2008).      

RODRÍGUEZ, Antonio: “Juan Campos Reina escritor: «Escribí la novela escuchando música de Saite y dejándome invadir por la ciudad», en CÓRDOBA.com [En línea]. Disponible en web: <http://www.diariocordoba.com/noticias/noticia.asp?pkid=238677>. (Consulta de 12 de Diciembre de 2008).

VV. AA.: “Juan Campos Reina: El bastón del diablo”, en LECTURALIA  [En línea]. Disponible en Web: <http://www.lecturalia.com/libro/41245/el-baston-del-diablo.> (Con-sulta de 15 de Diciembre de 2008).

   

   

Miriam Rodríguez Pareja (Málaga, 1983). Diplomada en Maestro en Lengua Extranjera (sección: Inglés). Ha cursado los estudios de Magisterio en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Málaga.

   

   

GIBRALFARO. Revista de Creación Literaria y Humanidades. Publicación Bimestral de Cultura. II Época. Año VIII. Número 64. Noviembre-Diciembre 2009. ISSN 1696-9294. Director: José Antonio Molero Benavides. Copyright © 2009 Miriam Rodríguez Pareja. © 2002-2009 Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura. Facultad de Ciencias de la Educación. Universidad de Málaga.

   

   

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