N.º 70

ENERO-FEBRERO 2011

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EL PADRE DAMIÁN,

UN CURA PARA EL SIGLO XXI

   

Por Francisco J. Albarracín Cerezo

   

   

   

D

amián Ramírez Lozano, actualmente vicario parroquial de la Asunción (en las inmediaciones de Cruz de Humilladero) desde noviembre de 2004, capellán del Cementerio de San Gabriel desde el mismo momento, confesor de los jóvenes del Colegio Ave María (zona de Huelin) y director espiritual de la Hermandad del Rocío de nuestra ciudad, nació en Málaga el 5 de mayo de 1974, fruto del matrimonio de José y Pastora.

 

Primeros estudios

El menor de cuatro hermanos, Damián fue educado en los valores cristianos, buen estudiante y muy responsable de sus deberes familiares. Desde pequeño, su comportamiento ya daba muestras de la que sería la vocación a la que entregaría toda su vida, hecho que, en más de una ocasión, tanto sus maestros como los propios familiares no dudaron en reconocer.

Por proximidad a su domicilio, cursó los estudios de EGB en el Colegio Doctor Fleming, de Málaga, donde superó todos los cursos con buenas notas y sin ningún tipo de contratiempo académico, ya que fue un alumno que sabía afrontar con responsabilidad y entusiasmo sus compromisos con las tareas escolares.

Recibió la Primera Comunión en 1982. Por este tiempo, el pequeño Damián establece un vínculo muy especial con el quehacer de su parroquia, ayudando como monaguillo al sacerdote titular en la celebración de la misa.

Finalizados los estudios de BUP y COU, estuvo a punto de orientar su vida hacia la enseñanza y solicitar la admisión, para estudiar Magisterio, en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Málaga, pero, afortunadamente para la comunidad cristiana malagueña, Damián estaba ya profundamente marcado por el bien hacer de todas las personas que Dios había puesto en su camino, destacando entre ellos el padre Francisco Ballester. Con sus consejos, respeto personal y ejemplo de vida, este sacerdote fue un modelo de comportamiento para Damián y demás niños que colaboraban como monaguillos en su parroquia, a quienes siempre trataba, pese a sus cortas edades, como si fuesen personas mayores, además de transmitirles una felicidad y una paz interior que calaron profundamente en el alma del joven.

Francisco Ballester, su querida familia y las catequesis a las que de niño asistía fueron los verdaderos desencadenantes del descubrimiento de su verdadera vocación. El propio Damián considera la vocación en su caso no como una llamada repentina de Dios, sino como “un chispear del que no te das cuenta y que, cuando eres consciente, estás calado hasta los huesos”.

En 1993, el joven Damián, cuando contaba con 19 años apenas cumplidos, tomó la determinación de encaminar su vida hacia Dios y ponerla al servicio de los demás, y fue así como ingresó en el Seminario Diocesano de Málaga, donde estuvo interno, a excepción de las salidas que se llevaban a cabo para el ejercicio de labores pastorales, durante siete años, dedicado a la formación de su espíritu y al cultivo de materias como Teología, Sagradas Escrituras o Psicología, consciente de su utilidad en el empeño de construir el Reino de los Cielos en este mundo.

  

Damián es ordenado sacerdote

Finalmente, y tras tan largo periodo de preparación para la nueva vida que le esperaba, fue ordenado sacerdote por nuestro actual obispo, don Antonio Dorado Soto, el 2 de septiembre de 2000 en la Santa Basílica Catedral de Málaga.

Pese a que la primera misa la celebró en la parroquia de San José (zona de Carranque), ya que era allí donde asistía diariamente a oír misa como un feligrés más, su primer destino como párroco fue, sin embargo, un pequeño pueblo de la Axarquía llamado Frigiliana, cubriendo también la zona de Maro. Sin duda, este primer encargo parroquial marcó profundamente la trayectoria del joven sacerdote, que, en armonía, respeto y convivencia con los habitantes de ambos pueblos, descubrió el verdadero servicio a los demás y la orientación del testimonio evangélico que debía transmitir.

Consciente de la complejidad de la labor que le ha sido encomendada, el joven cura se repite cada día la frase que lleva grabada en su alianza, símbolo de su eterno vínculo con Dios: “En todo, amar, servir y confiar”.

  

Su labor pastoral

El padre Damián se nos confiesa un enamorado de Santa Teresa de Lisieux, particularmente desde que conoció la vida modélica de esta religiosa a través de la lectura de su biografía.

Pese a la dificultad de la soledad física que conlleva el ejercicio del sacerdocio y de sufrir la cruda realidad de sentirse instrumentalizado por muchos, por ésos que muchas veces acuden al cura en provecho propio y al que, conseguidos sus propósitos, rápidamente abandonan, el padre Damián se siente tremendamente reconfortado en su ministerio por su labor con los enfermos y el trato cotidiano con la gente sencilla de su barrio parroquial.

    
    

 

Es precioso ver y escuchar a una persona joven, llena de paz, feliz, y con toda la tranquilidad del que se siente amado por Dios.

   

Damián descubrió esta vocación de atender a los enfermos durante sus salidas del Seminario, que le permitieron prestar su trabajo en diferentes lugares como las residencias de San Juan de Dios, las Hermanitas de los Pobres, Cotolengo…Hizo suyo aquel pasaje del Evangelio que se resume en esta frase: “Es a la oveja perdida a la que salió Jesús a buscar, no a la que tenía asegurada en su rebaño”.

Consciente de la falta que hace escuchar al prójimo en el mundo en el que vivimos, Damián es un perfecto ‘escuchador’ y un gran intermediario de Dios.

Considera que, aunque lentamente, la Iglesia va caminando hacia nuestros tiempos y es de la opinión que debe seguir en esa línea, manteniendo, desde luego, las raíces fundacionales que la sustentan como institución.

Damián en nada se identifica con el cura tradicional de los sermones de púlpito.

 

Una actitud por y para el pueblo

Consciente de que en la sociedad actual es cada vez más difícil para las personas mantener fija la atención en unos determinados principios y donde las celebraciones religiosas han pasado a ser meras pomposidades y festejos, Damián se enfrenta a toda esta problemática religiosa de un modo diferente. Y diferente es considerado por las casi cuatrocientas personas que prefieren celebrar la eucaristía con él, aunque ello les suponga tener que realizar algún desplazamiento en coche.

Y reitero diferente porque, pese a que estructura la misa en las mismas partes y celebra de igual manera los ritos eclesiásticos en cualquier parroquia de nuestra ciudad, bien cierto es que usa un lenguaje por y para el pueblo. Un lenguaje que pueda ser entendido por todos y cada uno de los presentes, desde un abogado a un niño que está preparándose para recibir su primera comunión.

Y es que Damián es un cura del siglo XXI. Saber sacarle provecho a los medios audiovisuales que la tecnología pone a nuestro alcance, introduciendo música ambiental en los momentos del clímax eucarístico, e incluso proyectando sobre el altar secuencias de imágenes elaboradas en Power Point, a fin de que todos los fieles puedan seguir y comprender más fácilmente sus explicaciones y aclaraciones sobre las lecturas evangélicas y demás textos bíblicos.

Lamentablemente, esta manera de llevar el Evangelio a las gentes ha sido incomprendida por algunos e, incluso, criticada por otros sacerdotes de nuestra diócesis; con todo, Damián, mi párroco, no ha perdido su norte y continúa con su labor de hormiguita en la construcción de un mundo mejor.

 

Su ideario de vida

Damián estructura su propia vida en cinco grandes bloques:

- Primero: Deseo de Dios y de ser feliz.

- Segundo: Búsqueda de Dios a través de  las personas, los Sacramentos, la catequesis…

- Tercero: Encuentro personal con Dios, en orden a un enamoramiento de Dios.

- Cuarto: Sentir los sentimientos y profundizar en Dios.

- Quinto: Transmisión del mensaje evangélico.

Éstos son los pasos que el propio Damián cree que está recorriendo y por los que lucha a diario.

Es precioso ver y escuchar a una persona joven, llena de paz, feliz, y con toda la tranquilidad del que se siente amado por Dios. Éste es el verdadero secreto de Damián, un cura del siglo XXI.

  

  

AGRADECIMIENTOS PERSONALES

Antes que nada, quisiera agradecer la rapidez y disponibilidad que, como para otros innumerables asuntos, ha puesto el padre Damián para atenderme personalmente en su casa y en su despacho parroquial. Y, en segundo lugar, debo mostrar mi más sentido agradecimiento a todas las personas que, aportando su granito de arena, han contribuido a que esta biografía, bien o mal redactada por mi parte, sea lo que pretende ser: un merecido reconocimiento a una gran persona, magnífico sacerdote y buen amigo.

  

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Nota del Editor.- Este escrito apareció en el número 48 de esta revista, correspondiente al bimestre Marzo-Abril de 2007. Dada la admiración y profunda amistad que su autor, nuestro exalumno y ahora amigo Francisco José Albarracín, profesa al biografiado, y a su encomiable insistencia en que su escrito no se viese reducido al rincón del olvido, hemos decidido volver a publicarlo en nuestro nuevo formato y en su versión grabada en cedé.

  

  

Francisco José Albarracín Cerezo (Málaga, 1977). Ha cursado estudios de Derecho. Llevado de su vocación a la enseñanza, ha cursado los estudios de Magisterio en la Facultad de Ciencias de la Educación. Hoy es diplomado en Maestro en Lengua Extranjera (sección: Inglés).

   

   

GIBRALFARO. Revista de Creación Literaria y Humanidades. Publicación Bimestral de Cultura. Año X. II Época. Número 70. Enero-Febrero 2011. ISSN 1696-9294. Director: José Antonio Molero Benavides. Copyright © 2007-2011 Francisco José Albarracín Cerezo. © Las imágenes, extraídas a través del buscador Google de diferentes sitios o digitalizadas expresamente por el autor, se usan exclusivamente como ilustraciones, y los derechos pertenecen a sus creadores. Edición en CD: Depósito Legal MA-265-2010. Disegro Gráfico y Maquetación: Antonio M. Flores Niebla. © 2002-2011 Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura. Facultad de Ciencias de la Educación. Universidad de Málaga.

   

   

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