ABRIL 2006

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INFANTE DON JUAN MANUEL

Escalona (Toledo), 1282 - Garcimuñoz (Cuenca), 1384

  

Por José Antonio Molero

   

  

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on Juan Manuel es un personaje que pertenece a la cultura española por partida doble: su figura interesa, como veremos, tanto a la historia de España como a las letras en lengua castellana. En efecto; por una parte, pertenecía a la más alta nobleza de Castilla y su influencia en los acontecimientos de la época fue, desde luego, indiscutible, y, por otra, la crítica le considera el prosista más importante de las letras del siglo XIV.

  

Don Juan Manuel, nieto y sobrino de reyes

Perteneciente a una familia de alto linaje, del que se jactó en no pocas ocasiones, don Juan Manuel era el hijo menor del infante don Manuel y de su segunda esposa Beatriz de Saboya; por tanto, nieto de Fernando III el Santo y sobrino de Alfonso X el Sabio, y, según él mismo nos cuenta en el Libro de las armas, había nacido en Escalona (Toledo) el día 5 de mayo de 1282.

  

Típico señor feudal

    
     

 

Alfonso XI el Justiciero, rey de Castilla y de León.

    

Huérfano desde muy temprana edad, don Juan Manuel recibió, como le correspondía por estirpe y la tradición cultural de su familia, una cuidada educación en la que se intentaba conjugar lo físico con lo intelectual.

De su padre había heredado el cargo de Adelantado Mayor del reino de Murcia y muchos señoríos en tierras de Castilla y Valencia, todo lo cual puso en sus manos gran poder político y social: él mismo decía que podía atravesar el reino de Castilla, desde Navarra a Granada, pernoctando cada noche en una villa o castillo de su propiedad.

La vida de don Juan Manuel discurrió a lo largo de cuatro reinados y fue una constante lucha. Típico señor feudal, participó en los principales acontecimientos de una época caracterizada por una constante inestabilidad política que derivó en frecuentes guerras civiles, en las que no vaciló en enfrentarse a sus reyes ni en aliarse con el más fuerte según su conveniencia personal; luchó contra los moros, pero cuando era de su interés, también se alió con ellos en contra de los cristianos, intentando, por todos los medios a su alcance, acrecentar su influencia, poder y riqueza.

  

Don Juan Manuel, la política y sus guerras

Desde muy temprano, don Juan Manuel intervino en las luchas dinásticas entre Castilla y Aragón que planteó el incumplimiento del testamento de Alfonso X el Sabio tras la prematura muerte de don Alfonso de la Cerda, designado heredero al trono de Castilla por el Rey Sabio, en las que defendió la causa de don Sancho, segundo hijo del rey y pretendiente a la corona contra los designios de su padre.

Particularmente intensa fue su influencia durante el reinado de Alfonso XI el Justiciero, en cuya minoría de edad ocupó, con el infante don Pedro, la corregencia de Castilla (1319), cargo que le permitió intervenir muy activamente en aquel ambiente de maquinaciones que caracterizó a la política castellana de la época. Hubo de abandonar el cargo en 1325 con motivo de la mayoría de edad del monarca, quien no cuenta con él como colaborador en las tareas del reino a causa de la exagerada crueldad con que había procedido contra sus enemigos durante la corregencia. En 1327 formó a la cabeza, junto con don Felipe, don Juan el Tuerto y don Tello de Molina, de las banderías contra este monarca, quien, en 1329, se ve obligado a pactar con él la reconciliación a cambio de reconocerle todos los privilegios que don Juan Manuel le exigía. Pero en 1335, la negativa del Infante a prestarle su apoyo en el cerco de Gibraltar fue sobrado motivo para que la enemistad se interpusiese de nuevo entre ambos, hasta que en 1337, tras muchas vicisitudes, quedaron definitivamente reconciliados.

Sin embargo, como cristiano comprometido con la Reconquista, tomó parte en la “política del Estrecho”. Así, cuando se avino de nuevo con Alfonso XI, don Juan Manuel marchó a su lado en socorro de Tarifa, sitiada por los musulmanes, apoyados en esta ocasión por los benimerines, que fueron derrotados en la batalla del río Salado (1340), quedando liberada la plaza del asedio; poco después, en 1343, participó también en una nueva victoria sobre esta alianza en la batalla del río Palmones, que propició la toma de Algeciras (1344).

  

Gran amante de las letras

Don Juan Manuel fue también un gran amante del saber y uno de los hombres más cultos de su época. Lamentablemente, en su ajetreada vida, pocas veces consiguió el sosiego y el tiempo necesarios para la creación literaria. Sin embargo, aunque su actividad en el campo de las letras ocupó fundamentalmente los años finales de su vida, hay que reconocerle a este controvertido personaje que amó la literatura y que le consagró una gran atención.

Don Juan Manuel tuvo exacta conciencia de la magnitud e importancia de su esfuerzo, de ahí su celo por evitar que los textos por él escritos pudieran sufrir alguna alteración a manos de copistas o por el paso del tiempo, a cuyo fin depositó sus originales en el monasterio de Peñafiel, para que, en caso de duda, pudieran ser consultados.

  

Escritor original

    

     

Castillo de Garcimuñoz (Cuenca).

(Imagen cedida por Pedro de Ejea)

 

    

Don Juan Manuel admiró a su tío el Rey Sabio, cuya labor literaria elogiaba, y del que fue digno continuador del empeño por crear la prosa literaria castellana, pero, a diferencia de su tío, lo hace de modo enteramente original. Los rasgos que diferencian a ambos personajes son tres:

a) Las obras compuestas en la corte alfonsí eran, en gran medida, fruto de un trabajo colectivo, aunque fuesen corregidas directamente por el monarca. Por el contrario, don Juan Manuel escribe personalmente las suyas. Poseen, por tanto, mayor unidad lingüística y estilística.

b) La mayor parte de la producción literaria del rey Alfonso consiste en traducciones de obras latinas, árabes, indias y hebreas anteriores. Don Juan Manuel no las traduce: se inspira en ellas, elaborando lo que lee y expresándolo a su modo. Y, muy frecuentemente, piensa por su cuenta y aduce sus propias experiencias.

c) Si la corte de Alfonso X tradujo y compuso preferentemente libros sobre Astronomía, Historia y Derecho, don Juan Manuel se siente especialmente atraído por problemas morales, y quiere formar caracteres recios. Es, ante todo, un educador.

De todos estos rasgos, el segundo es fundamental. Las obras de don Juan Manuel son los primeros textos pensados y elaborados por una mente castellana, sin la guía de un modelo que se traduce o se refunde.

  

Personalidad de Don Juan Manuel

Don Juan Manuel es uno de estos hombres contradictorios de sí mismos, pues entre su vida y sus obras hay oposición enorme. Parece como si hubiese tenido una doble personalidad: la que actuó en sociedad y la que escribió, porque su modo de pensar es tan distinto de su manera de obrar, que realmente son dos inteligencias y dos tendencias distintas. Ya hemos considerado cómo, desde muy joven, se muestra como persona orgullosa, cortesano intrigante, político turbulento y hombre de guerra fundamentalmente; sin embargo, a medida que avanzan los años, su actitud moral va acercándose a la que preconiza en sus obras.

  

Últimos años de Don Juan Manuel

Apartado ya de la política activa y retirado en su castillo de Garcimuñoz, en Cuenca, vive sus últimos años entregado al repaso y cuidado de su obra, cuando le sobreviene la muerte el 13 de junio de 1348. Su cadáver fue enterrado en el monasterio de los frailes predicadores de Peñafiel, a cuya fundación él mismo había contribuido.

Por desgracia, el códice con sus manuscritos, que tan celosamente había depositado allí don Juan Manuel, se ha perdido ―como también se perdieron sus restos― a causa de un incendio que sufrió el monasterio, y sólo a medianas copias de otras procedencias debemos el que hoy podamos conocer los escritos de este insigne prosista medieval; con todo, algunas de sus obras se han perdido definitivamente.

  

Obras de don Juan Manuel

Don Juan Manuel empezó su labor literaria movido de la admiración que profesaba a su tío Alfonso X el Sabio. Quizá por eso, aunque don Juan Manuel representa el punto culminante de la prosa castellana del siglo XIV, se sintiese motivado a manifestarse como poeta, y así escribió el Libro de los cantares o de las cantigas, colección de poesías, y las Reglas como se debe trovar, el tratado más antiguo de versificación, ninguno de los cuales ha llegado hasta nosotros.

    
     

 

Batalla del Salado. Detalle de un cuadro del claustro mudéjar del Real Monasterio de la Puebla de Guadalupe (Cáceres).

    

Otra prueba de su admiración por el Rey Sabio es su incursión en la historiografía (y política) con la Crónica abreviada, resumen de la Primera Crónica General de Alfonso X, que Don Juan Manuel redacta hacia 1324, en la que incluso trata de imitar el estilo breve y conciso de su tío.

Sus otras obras, con desigual valor literario, están escritas en prosa, y casi todas poseen un carácter didáctico o moral. Así ocurre con el Libro del caballero y del escudero (1326), en el cual, el primero aconseja al segundo acerca de la caballería y lo instruye en Teología, Astronomía, etc., el Libro de los estados, (entre 1327 y 1332), que es algo más que un tratado de educación de príncipes, pues en él, la observación de los diversos “estados” de la vida incluso de la miseria y la muerte desengaña de toda ilusión mundana y propone una actitud de profundo ascetismo religioso, y el Libro de los castigos, también conocido con el título de Libro infinido, escrito entre 1342 y 1344 para adoctrinar a su hijo y gran ejemplo de la literatura didáctica principesca, tan importante en la época.

Don Juan Manuel es autor también del Libro de la caballería, que no se conserva, pero que hubo de redactarlo antes de 1325, y del que se tienen noticias porque aparece varias veces citado en el Libro de los estados, y del que ofrece algunos extractos de dos de sus capítulos; el Libro de la caza (después de 1337); el Tratado de las armas (1342), de carácter autobiográfico, escrito para glorificación de sí mismo y de su familia mediante la explicación de sus armas y atributos heráldicos, y el Tratado de la Asunción de la Virgen (poco después de 1342), de carácter religioso, en el que defiende la asunción de la Virgen en cuerpo y alma al Cielo.

Pero la obra capital de Don Juan Manuel es la titulada Libro de los ejemplos del conde Lucanor y de Patronio, más conocida como El Conde Lucanor, escrita entre 1325 y 1335, que no sólo es la mejor expresión de sus cualidades narrativas, sino también donde se hace más evidente la intención de didáctica moral con que el autor escribe sus obras.

  

  

BIBLIOGRAFÍA

DON JUAN MANUEL (s. XIV): El Conde Lucanor. Edición de Alfonso I. SOTELO, 9.ª ed. en la Col. ‘Letras Hispánicas’, 53, Eds. Cátedra, Madrid, 1984.

GIMENO CASALDUERO, Joaquín (1975): «El conde Lucanor: composición y significado», en NRFH, XXIV, pp. 101-112.

GULLÓN, Ricardo [dir.] (1993): Diccionario de literatura española e hispanoamericana, A-M. (s.v. «Manuel, Infante don Juan»). 1.ª ed., Alianza Ed., Madrid; tomo I, pp. 961-963.

  

  

     

JOSÉ ANTONIO MOLERO BENAVIDES (Cuevas de San Marcos, Málaga) ha cursado los estudios de Magisterio y Filología Románica en la Universidad de Málaga, en donde ejerce en la actualidad como profesor de Lengua, Literatura y sus Didácticas. Desde que apareció su primer número, está al frente de la dirección de GIBRALFARO, revista digital de publicación mensual patrocinada por el Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura de la Universidad de Málaga.

  

  

  

GIBRALFARO. Revista de Creación Literaria y Humanidades. Año V. Número 39. Abril 2006. Director: José Antonio Molero Benavides. ISSN 1696-9294. Copyright © 2006 José Antonio Molero. © 2002-2006 EdiJambia & Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura. Facultad de Ciencias de la Educación. Universidad de Málaga.