N.º 64

NOVIEMBRE-DICIEMBRE 2009

4

   

   

   

   

   

   

   

LA CRUZ DE TIZA

   

Por  Alicia Cora Fernández

   

    

  

AZOGUE

  

«Fuera del alcance de nuestra presencia.

En el paraíso perdido de la probabilidad-

En otra parte. En otra parte.»

WISLAWA  SZYMBORSKA

  

  

Se conocieron en la tienda de regalos,

cuando el calor de enero sudaba en los cristales.

Al mirarse cara a cara sonrieron a dúo.

Ella lo buscaba hace mucho

y cuando vio su traje marrón tabaco y la camisa brillosa,

supo que tenía que llevarlo a su casa.

El insomnio compartido se hizo hábito entre los dos.

Lo convirtió poco a poco en su confidente y asesor de vestuario.

Él trató de no engañarla nunca

y sus consejos fueron reglas de oro.

 

Aquel día, los ojos de ella estaban raros,

arrojaban chispas incendiarias en el cuarto creciente.

Le confió casi en un susurro que había conocido a alguien muy especial,

que creía estar enamorada y que la vida empezaba a sonreírle.

Excusas pensó él,

ya no la tengo atrapada en mí

su mirada se posó en otra que no es la que yo reflejo.

Lágrimas de mercurio se cuajaron en su luna.

El amor que se atrevía a mirarlo cara a cara ya no estaba.

Destino de espejo el suyo, de reflejo solamente,

ella puso el clavo y lo esclavizó a sus ojos.

Y ahora él, colgando de su soga de ahorcado sigue extrañándola.

  

  

  

BRASAS

Extraña mezcla de calor en suspiros,

boca sedienta de besos en oasis imposibles,

junto a la chimenea estoy velando mis armas,

a la espera del combate final.

El fuego crepitando débilmente se está extinguiendo.

y se atisba tras la cortinas un nuevo amanecer,

ya no hay leña y las ultimas chispas se elevan en un adiós definitivo.

Las brasas queman las cuencas de mis ojos buscando tu figura.

Ahí estás, mitad humano y mitad animal, mirándome fijamente,

en tus manos la lanza guerrera se convierte en rosa.

Y yo, sentada, con un frío glaciar que inmoviliza

espero la herida de sus espinas sin mas escudo que mi alma.

  

  

  

LA CRUZ DE TIZA

La puerta está marcada con tiza

dibujando la señal de la infamia.

El aldabón de bronce

se cierra en una mano que castiga.

Mi sueño quiere entrar.

No le importan el frío o el viento.

Como en el cine de la infancia,

quiere entrar y logra colarse

por un nudo abierto en la vieja madera.

Tirada en un rincón color ceniza está la almohada consejera

y a su lado el eterno libro de Neruda marcando el poema 20.

En el cenicero el fósforo apagado de la pasión vuelve a titilar.

Y el broche sujetando en la soga de la ropa

el pañuelo de seda secándose después del adiós,

lo saluda con un aleteo de paloma.

Este sueño, insiste en volar,

mece en su revoloteo horas perdidas,

minutos y segundos olvidados en cajones vacíos.

Ahora, en la pirueta final,

levanta suavemente mi alma,

la coloca sobre un pétalo del pensamiento azul

que sobrevive en el jardín convertido en baldío

y la lleva suspendida hasta el espejo.

La acomoda, la peina, la maquilla,

completa su labor y logra que le devuelva una sonrisa.

Alma feliz la mía, me acerco al cuarto en penumbras

y te veo como antes, esperándome.

Antes de entrar en él y en vos, corro como una loca,

abro la puerta y borro con lágrimas de perdón

la cruz de la infamia marcada con tiza.

  

  

  

MOÑO ROJO

Tu nacimiento fue igual al de tantos,

una cama y una mamá de mirada furtiva,

una mamá con lágrimas y mucho miedo,

un papá ausente en retirada miserable.

 

Niñez con asombro,

ojos abiertos a un mundo de soledad,

tratás de entender y todo es muy difícil para vos.

 

Años de frío y temblor,

días con hambre,

horas sin sueño,

soñando la bici que sabés que nunca va a venir.

 

Tu única por siempre guía: MAMÁ,

la misma que superó el miedo,

se calzó los guantes de boxeador

y dio pelea, por ella y por vos.

 

Ganó por Knock Out,

la vida de miseria quedó en la lona,

vos y ella, ella y vos,

juntos hasta el fin del conteo.

 

Ahora a la distancia,

ves en los ojos de tu hijo,

el reflejo espejado de la bici que quisiste siempre.

Él la tiene, vos se la diste,

y estás orgulloso porque luce en su manubrio

un gran moño rojo colocado por su abuela.

   

   

                             

   

   

 

Alicia Cora Fernández (Buenos Aires, Argentina). Poeta autodidacta, estudió Periodismo. Es autora de innumerables trabajos publicados en medios gráficos y difundidos en entrevistas radiofónicas. Ha sido distinguida en Organismos, Asociaciones y Encuentros Literarios a nivel mundial. Ha publicado numerosos poemas y cuentos en  diversos Webs y Antologías, tanto de Argentina como del exterior. Es Socia de Honor del Grup Plomes Poètiques Masia “Can Mia”, de Palol de Revardit (Girona, España) y miembro del grupo “PRETEXTOS” (integrado por mujeres argentinas poetas), con el que ha editado un primer libro titulado Ronda de Pretextos y organizado los Encuentros Latinoamericanos de Poesía “Reunión de Voces” I , II, III, IV y V. Gran parte de su producción poética actual puede leerse en su blog “Alicia Cora”.

    

    

GIBRALFARO. Revista de Creación Literaria y Humanidades. Publicación Bimestral de Cultura. Año VIII. II Época. Número 64. Noviembre-Diciembre 2009. ISSN 1696-9294. Director: José Antonio Molero Benavides. Copyright © 2009 Alicia Cora Fernández. © 2002-2009 Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura. Facultad de Ciencias de la Educación. Universidad de Málaga.

    

    

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