OCTUBRE-DICIEMBRE 2017  

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ARIANA, LA CIBERNAUTA

   

   

Por Jorge Alberto Baudés

   

   

—Hola Houston, ¿me escuchan? Soy Ariana, la tripulante de la sonda Explorer V. Ya llevo muchos días terrestres en la luna de Saturno. Este es un nuevo intento de comunicarme, pues la antena parabólica de mi nave quedó averiada al chocar un pequeño meteorito sobre ella y no tengo muchas herramientas para arreglarla. Por suerte, pude descender en este pequeño asteroide que forma parte del tercer anillo y, para mi gran sorpresa, en él encontré vegetales gigantes donde guarecerme y un manantial de agua que brota de las piedras. Como verán, me estoy arreglando como puedo, pero… ¿podrían venir a buscarme? Ya sé, dirán qué pretenciosa esta Ariana. Primero, nos enloqueció con sus discursos hasta lograr entrar en la Academia de Astronavegantes y, luego, peleó el lugar que le hubiera correspondido a Andrés Jurado, el jamaiquino, especialista en caminatas espaciales, o a Javier de La Hoya, gran tripulante de los cargueros espaciales que viajan semanalmente hasta la Luna y, cada mes por medio, a Marte, para abastecer a las colonias de humanos que se están instalando en ellas. Ellos también querían tener el privilegio de sentar las bases para una nueva comunidad terráquea en este lejano planeta, pero, así somos las mujeres, tozudas y emprendedoras, y fue así como llegué hasta aquí, y, la verdad, que no me arrepiento, pues el cielo tiene un color azul profundo y las estrellas parecen luciérnagas que se prenden para acunar mis sueños. ¿Saben? Ya tengo aquí mi casita, y hasta me conseguí una mascota a quien hablarle. Sin radio ni tele, una se cansa de tanto silencio. ¿Que cómo me hice la casa? Pues busqué una cueva ente las rocas y la cubrí con grandes hojas, como si fueran helechos gigantes. La puerta del módulo la saqué y la puse delante sujetándola con lianas de corté de una especie de bosque que crece al otro lado de esta piedra gigante. Para buscar leña, solo debo esperar a que un anillo gire más rápido que el otro y, luego, salto al siguiente y al siguiente y al siguiente. Bueno, querida Tierra, me sumergiré en mi traje de astronauta y tomaré una pastilla para ponerme en suspensión criónica, es decir, como si fuera un hielito de la heladera, y descansaré un buen rato hasta que venga. Eh, ¿Houston? Nadie me escucha…? ¿Nadie me escu…? ¿Nadie me…?

—Comandante, estamos llegando a Saturno. Es increíble la vista de estos anillos. No se puede explicar un fenómeno estelar gigante donde una nube de polvo espacial y muchos pequeños asteroides puedan transformarse en una especie de pista de autos.

—Disminuye la velocidad y comienza el acercamiento. Hace nueve meses que hemos perdido todo contacto con la Explorer V a esta altura. No creo que encontremos vestigios de la sonda y, mucho menos, de Ariana, esa entusiasta astronauta que me ganó el concurso para llegar primero a descubrir este enigmático planeta.

—¿Enigmático dijo, mi comandante? Pues más enigmático aún le resultará  ver esas construcciones sobre uno de los anillos de Saturno, y lo más insólito es que se ve una especie de cordel que cuelga entre dos promontorios, y en él hay… ¡ropa de chica! Bajemos rápido, y busquemos a Ariana para llevarla de vuelta  a casa.

Sorprendida, apareció Ariana ante los incrédulos navegantes.

—¿Quién dijo a casa? Esta es mi casa y de acá no me voy a volver. Tardaron tanto en venir hasta Saturno que yo misma armé la primera Colonia, y ¿saben cómo se llama?

—¿Pues cómo?

— El Anillo de Perlas.

—¿De perlas, en Saturno?

—Sí, aquí, en los anillos, descubrí lugares con árboles frutales y arroyos con agua cristalina. No hay ninguna industria que me llene de humo y tampoco autos tocando sirenas. Los frutos de los árboles son muy ricos y, cuando el sol calienta más, cuando llega el verano saturnino, cosecho las verduras que planté de los alimentos envasados que había traído conmigo en la cápsula. ¿Y enciman quiere que vuelva a la Tierra?

—Pensándolo bien, comandante, me parece que me quedaré para hacerle compañía a Ariana, así tendrá con quién jugar cuando se sienta sola.

—¿Y vos crees que yo me volveré solo? Pues desarma la antena de transmisión de nuestra nave para que no puedan comunicarse con nosotros por un buen tiempo, y, mientras tanto, ampliemos la Colonia de Ariana, la que ya cuenta con sus tres primeros habitantes saturninos.

—¡Uipa! ¡Qué bueno! Vengan conmigo los dos, que les mostraré qué bien lustrado tengo este anillo y luego iremos a recorrer los demás para que elijan y les pongan también su nombre. ¿Qué les parece un anillo llamado Andressat  y el otro anillo Javiersat? Vamos, bajen todo de vuestra nave, que, mientras tanto, acomodo la mesa y les serviré una rica sopa de fideos anillados con queso de polvo estelar, ja, ja, ja.

  

   
     

     

  

  

      

    

JORGE ALBERTO BAUDÉS (Buenos Aires, Argentina, 1948). Poeta y narrador, ha encontrado en los niños los destinatarios más idóneos de sus mensajes literarios. Sus primeros poemas y cuentos vieron la luz en antologías compartidas con otros autores, entre las que destacan El reverso de la palabra (poemario), Entre escondites y sueños (cuentos y poemas), Entre escalones y zapatos (cuentos, poemas, fábulas y leyendas para niños), Desde El Chubut (I) y Desde el Chubut (II) (cuentos, poemas y narraciones). Es autor también de libros individuales, como Enigmas, cuentos fantásticos y de ciencia ficción para adolescentes (Ed. Vinciguerra, 1989); El guardián de la leyenda, risueña historia de la vida de un boy-scout en un campamento (Ed. del Cendro, 2004); Cuento con vos, colección de cuentos (Ed. Vinciguerra, 2005); Vórtice Patagonia. El portal, cuentos fantásticos y de ciencia ficción (Ed. Dunken, 2013), Cien verdades... y una mentira, cuaderno de reflexiones (Eds. Mis Escritos, 2013), Canticuentos, cuentos, poemas, fábulas y leyendas para los más pequeños (1.ª ed., Ed. Vinciguerra; 2.ª ed., Ed. Remitente Patagonuia, 2016); Patagonia, donde habitan los duendes, y otros cuentos (Ed. Remitente Patagonia, 2.ª ed., 2014), y Poesía embrionaria (Ed. Remitente Patagonia, 2017). Ha creado y conducido el taller literario infantil “Pequitas y Pecosos” y ha sido integrante y presidente de SADE, Filial Chubut, y cofundador del Grupo Literario Encuentro; junto a su esposa Esther Edith Gutiérrez, es cofundador y coordinador del reconocido ciclo Unión Café Concert. Se trayectoria literaria ha sido distinguida en diferentes eventos nacionales e internacionales, entre los que cabe destacar el Primer Premio en el Certamen Latinoamericano Jorge Luis Borges, de la Fundación Givré; el Cuarto Premio en el Certamen Internacional Netgame 2000 Ille de France (Francia) y la Medalla de Plata del Certamen Internacional Eisteddfod del Chubut 2011, por el poema «La Llave», que formaría parte de su poemario Poesía embrionaria.

    

    

GIBRALFARO. Revista de Creación Literaria y Humanidades. Publicación Trimestral de Cultura. Sección 1. Página 3. Año XVI. II Época. Número 98. Octubre-Diciembre 2017. ISSN 1696-9294. Director: José Antonio Molero Benavides. Copyright © 2017 Jorge Alberto Baudés. © La imagen incluida en esta publicación se usa exclusivamente como ilustración del texto, y los derechos de autor pertenecen en exclusiva a su(s) creador(es). Depósito Legal MA-265-2010. © 2002-2017 Departamento de Didáctica de las Lenguas, las Artes y el Deporte, adscrito a la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Málaga & Ediciones Digitales Bezmiliana, Castillón, 3, Rincón de la Victoria (Málaga).