N.º 75

ENERO-MARZO 2012

4

    

    

   

   

   

   

   

RECUERDOS

   

Por Rosana Victoria Molero

   

   

-P

erdona por el retraso.

Victoria apoyó las manos en sus rodillas, e intentaba recuperar el aliento mientras jadeaba sin parar.

—No te preocupes. Todavía queda un poco para que el avión salga —Carolina le lanzó una triste sonrisa—. Me alegro de que hayas podido venir.

Las dos chicas se dirigieron una mirada significativa, mientras intentaban averiguar cuál podía ser la mejor frase para romper el corto silencio.

—Seguro que disfrutarás en Londres. Ya has estado más veces y volviste encantada.

—Sí. Pero esta mudanza supone alejarme de todo lo que quiero.

—Pero, bueno, aunque te vayas a vivir allí, nos veremos, ¿no?

Carolina asintió, pero sabía perfectamente que la distancia era grande. No podría verla todos los días. Ni siquiera realizar esas eternas llamadas que hacía con su mejor amiga.

     
     

  

«No lo hagas. Dime «hola», como cuando éramos pequeñas. Decías que no te gustaba decir «adiós», porque para ti suponía el fin de algo y no querías que nada acabara. Te gustaba seguir disfrutando de todo. Y por eso, sustituiste esa palabra por una que indicaba un principio.»

   

—Te voy a echar de menos —dijo Carolina, por fin.

—Y yo. Muchísimo.

Victoria dejó la bolsa que llevaba en el suelo y rodeó a su amiga con los brazos.

Cuando se separaron, ambas tenían lágrimas en los ojos.

—No quiero decir adiós —lloriqueó Victoria.

—No lo hagas. Dime «hola», como cuando éramos pequeñas. Decías que no te gustaba decir «adiós», porque para ti suponía el fin de algo y no querías que nada acabara. Te gustaba seguir disfrutando de todo. Y por eso, sustituiste esa palabra por una que indicaba un principio.

Ambas soltaron una rápida carcajada.

Carolina se giró y alcanzó a ver a su madre haciéndole señales.

—Me tengo que ir.

Intercambiaron otro abrazo.

Hola entonces, aunque sea una nueva vida para ti.

Hola a una nueva experiencia en mi vida, que no borra nada de lo vivido anteriormente.

—Por cierto, toma —Victoria le entregó la bolsa.

—¿Puedo verlo?

—Ahora, no. Quiero que lo veas luego.

—Gracias —le dedicó su mayor sonrisa, y salió corriendo en dirección a sus padres.

Victoria se alejó lentamente, sin volver la vista hacia atrás, con las mejillas inundadas en lágrimas.

 

*     *     *

 

El avión comenzó a despegar.

Carolina tenía encima de sus piernas el regalo de Victoria. Sacó de la bolsa una carta en la que Victoria describía cuánto la iba a echar de menos.

Después se puso a evocar anécdotas vividas juntas, de las cuales unas le hicieron soltar carcajadas, pero otras no pudieron evitar que varias lágrimas rodaran por sus mejillas.

Luego, sacó una caja y comenzó a desenvolverla.

Cuando la abrió, vio que estaba cuidadosamente decorada con fotografías. Eran fotos de su amiga y de ella. La abrió.

El contenido la dejó completamente impresionada.

En primer lugar, había un peluche. Ese osito por el que tanto se habían peleado y que, al final, terminó quedándoselo Victoria. También lo mencionaba en la carta. Paseó delicadamente las yemas de los dedos por el gastado peluche.

Justo al lado, había un calendario. Completamente hecho por ella. Lo notaba en la forma. Había elegido un montón de fotografías de ellas juntas. Meriendas, paseos por el parque, momentos de pasárselo bien y de llorar.

Dejó el regalo en la caja y miró por la ventanilla unos segundos.

Se disponía a cerrar la caja, cuando vio algo más.

Cogió el mp3 negro por el que tantas veces habían escuchado música y sonrió tristemente.

Se colocó los auriculares y lo encendió.

Se quedó muda de asombro. La primera canción que empezó a sonar era la canción con la que habían compartido tantos recuerdos. Momentos de baile, de cante, de diversión.

Fue entonces cuando las lágrimas se desbordaron de sus ojos alocadamente, nublándole la vista.

Decidió cerrar los ojos y recordar, pasear su mente por cada uno de sus recuerdos y recrearse en ellos, volver a vivir aquella vez en la que se conocieron, aquella primera vez en la que Victoria le dijo «hola».

   

   

    

Rosana Victoria Molero Martín (Málaga, 1992). Ha cursado la Educación Primaria en el C. P. ‘Luis de Góngora’ y los correspondientes a la ESO y Bachillerato, en el Colegio ‘Sierra Blanca’, de Málaga. En la actualidad, cursa 2.º de Biología en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Málaga.

    

    

GIBRALFARO. Revista de Creación Literaria y Humanidades. Publicación Trimestral de Cultura. Año XI. II Época. Número 75. Enero-Marzo 2012. ISSN 1696-9294. Director: José Antonio Molero Benavides. Copyright © 2012 Rosana Victoria Molero Martín. © Las imágenes, extraídas a través del buscador Google de diferentes sitios o digitalizadas expresamente por el autor, se usan exclusivamente como ilustraciones, y los derechos pertenecen a sus creadores. Edición en CD: Director: Antonio García Velasco. Diseño Gráfico y Maquetación: Antonio M. Flores Niebla. Diseño Gráfico y Maquetación: Antonio M. Flores Niebla. Depósito Legal MA-265-2010. © 2002-2012 Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura. Facultad de Ciencias de la Educación. Universidad de Málaga.