N.º 62

JULIO-AGOSTO 2009

7

  

GIBRALFARO

  

ESTUDIOS BIOGRÁFICOS

Personajes en su Historia

  

  

  

  

  

  

RAFAEL FLORES NIETO, 'EL PIYAYO'

Málaga, 1855 - Málaga, 1940

  

Por Nike Pourshirazi

«¡A chufla lo toma la gente,

y a mí me da pena

y me causa un respeto imponente!»

JOSÉ CARLOS DE LUNA

  

  

A

unque son varias las regiones españoles cuya cuna se arrogan, el ‘Piyayo’ es un personaje malagueño, un artista de esta tierra andaluza que representa, como muchos otros, el espíritu artístico de una época ya pasada; un artista que, además, ha entrado en la historia del flamenco como creador de un cante que algunos han llegado a clasificar (si bien no muy acertadamente) como tango de Málaga (o del ‘Piyayo’).

La intención que ha motivado rescribir una corta biografía de este malagueño tiene como objetivo las nuevas generaciones de malagueños. Resulta sorprendente constatar cómo la juventud de nuestra tierra no sabe nada o casi nada de la idiosincrasia malagueña. Así, mientras los malagueños de generaciones anteriores saben quién fue el ‘Piyayo’, incluso muchos de ellos conocen y recitan de memoria el poema que le dedicó el también malagueño José Carlos de Luna, pocos jóvenes saben darte una noción de este cantaor; a algunos les suena, pero la mayoría no tiene de él la menor idea.

Si se trata, pues, de dar a conocer Málaga y su cultura a nuestra juventud, soy de la opinión que llevar a cabo este propósito a través de sus personajes es un buen procedimiento, y así, en las líneas que siguen, trataré del ‘Piyayo’, un gitano de los círculos flamencos de Málaga que pasó su vida cantando.

     
     

  

El barrio del Perchel era, sin duda, uno de los más típicos de la ciudad.

   

  

El ‘Piyayo’ y el Perchel

Al acercarse al ‘Piyayo’, el entorno referente a la época histórica y los aspectos sociales y culturales juegan un papel importante. No podemos entender la idiosincrasia de un personaje como este hombre, sin antes presentar el entorno en que le tocó vivir.

La Málaga de esos años era muy diferente a lo que es hoy día. El barrio del Perchel era, sin duda, uno de los más típicos de la ciudad, y de él salieron personajes que han destacado en distintos ámbitos de las artes, la cultura y la política, sin olvidar también aquellos que podían formar un tipo de ‘picaresca’, a los cuales, sin duda, estaba bastante próximo la figura del ‘Piyayo’.

Podemos citar a algunos personajes relevantes que vivieron en la misma época del ‘Piyayo’: el pintor José Moreno Carbonero; el escultor gitano Juan Vargas, el cual creó la famosa imagen del Cristo de ‘los Gitanos’; los toreros Matías Lara y Paco Madrid, y la bailaora ‘la Repompa’, singular artista tristemente desaparecida antes de tiempo.

En efecto; parece claro el carácter artístico de este barrio malagueño durante aquellos años (1900-1940), lo cual viene dado en parte por las carencias sociales del mismo, que eran suplidas por ese sentido vital de la existencia tan particular que tienen quienes allí habitan.

Famosas eran las fiestas de los patios; en concreto, las que ocurrían durante las fiestas de las Cruces de Mayo, en la cuales, haciendo uso de unos medios materiales muy humildes, se conseguía un verdadero ambiente de celebración. Un ejemplo es la creación de bandas de música improvisadas para tal ocasión. Ante la imposibilidad de pagar a músicos, la voluntariedad y disposición de los vecinos sabían arreglárselas de tal manera que conseguían lo que necesitaban: un tambor, algún saxofón y quizás un acordeón, para formar lo que popularmente se denominaba “yamba” (término que provenía de ‘jazz-band’).

     

     

Famosas eran las fiestas de los patios; en concreto, las que ocurrían durante las fiestas de las Cruces de Mayo, en la cuales, hacien-do uso de unos medios ma-teriales muy humildes, se conseguía un verdadero am-biente de celebración.

 
   

Además de las Cruces de Mayo, durante el mes de julio tenían lugar las denominadas ‘Veladillas’, fiestas en honor a la Virgen marinera (‘Nuestra Señora del Carmen’) que tanta devoción suscitaba en los percheleros de aquella época.

La modernización (y ampliación) del barrio llevada a cabo en los años noventa del pasado siglo arrastró no se sabe dónde aquel espíritu que hoy es añorado por los que vivieron aquellos tiempos.

  

‘El ‘Piyayo’’

Rafael Flores Nieto, más conocido por el nombre artístico el ‘Piyayo’, nació el 1 de mayo del año 1855 en Málaga, en el barrio El Perchel, concretamente en la calle del Cañaveral. Durante su juventud le tocó prestar el servicio militar en Cuba, en donde le sorprendió la guerra hispano-norteamericana que se desencadenó con motivo del hundimiento del Maine (1898). A juzgar por la letra de algunas canciones suya, allí sufriría prisión durante cierto tiempo, hasta que Estados Unidos, la potencia desencadenante del conflicto, lo liberó.

De su vida en Cuba en general, aparte de lo ya mencionado, no se sabe mucho. Sin embargo, su estancia en aquella isla tan querida de los españoles (y todavía lo es) dejó una impronta en el estilo de su cante, marcándolo con los aires aguajirados característicos de sus creaciones.

  

Su vida cotidiana

De regreso a Málaga, se dedicó a la venta ambulante de peines, que, según cuentan quienes llegaron a conocerlo, exhibía al público en el bolsillo superior de su bien aprovechada chaqueta. Cuando se le requería, daba recitales a grupos de particulares, que lo llamaban para que animase y diese su alegría a la celebración de cualquier evento. Cada día, acompañado de su guitarra, el ‘Piyayo’ recorría las tabernas y otros lugares donde pudiera encontrar un auditorio del que obtener cantando unas monedas. De esta manera, entre una y otra cosa, el ‘Piyayo’ lograba reunir un ‘dinerillo’ para su diario sustento e ir tirando por la vida con la dignidad que aquella vida le permitía.

  

Vida sentimental del ‘Piyayo’

     
     

  

Cada día, acompañado de su guitarra, el ‘Piyayo’ reco-rría las tabernas y otros lu-gares donde pudiera encon-trar un auditorio del que obtener cantando unas mo-nedas.

   

Respecto a su vida sentimental, se sabe que el ‘Piyayo’ se casó con ‘la Chunga’, una gitana que vendía encajes por las calles. Pero, poco tiempo después, ‘la Chunga’ y sus familiares se trasladaron a Estepona (Málaga), de donde pasaron posteriormente a la Línea de la Concepción (Cádiz), por lo que el matrimonio duró sólo un par de semanas. Poco después, se unió a otra gitana malagueña llamada la ‘Hampona’ (más conocida por ‘L´Ampona’), natural del Rincón de la Victoria, pequeña localidad de pescadores muy cercana a Málaga.

  

Muerte del ‘Piyayo’

Rafael Flores Nieto murió en Málaga, en la plaza de Santa María, en una caseta de madera que tenía por vivienda, el día 25 de noviembre de 1940, a los 85 años de edad, a consecuencia de una arteriosclerosis severa, consecuencia inevitable de la mala vida que le deparó la mala suerte. Sus restos fueron enterrados en el cementerio de San Rafael de la capital.

En 1978, el Ayuntamiento de Málaga le dedicó un festival homenaje, con la participación de El Camarón de la Isla, Chano Lobato, El Beni de Cádiz, Alfredo Arrebola, El Boquerón, Carmen Juan, Carmen Dios, Mari de la Trinidad, Juan Habichuela, Juan El Africano y Manolo Cómitre, entre otros.

  

El arte del ‘Piyayo’

Algunos entendidos han llegado a afirmar que el cante del ‘Piyayo’ no llegó a tener calidad cantaora, y menos, hondura, afirmación esta que, según la opinión de nuestro flamencólogo Rafael Arrebola, debería hacerse con prudencia y admitirse con mucha cautela, pues el ‘Piyayo’ fue, cuanto menos, un creador, algo que tanto falta en nuestra época, tan pródiga en cantaores de dudosa calidad artística. Su cante —asegura Arrebola— tenía una impronta personal e individual inaudita por entonces, hasta el punto de que se ha visto en él un artista original. Ahora bien, la creatividad de su cante no fueron, como alguien los ha denominado, los ‘tangos del ‘Piyayo’, aunque así esté recogido en la discografía de sus seguidores. Sus composiciones consisten, en realidad, en tangos, pero en ellos no se pierde nada de su esencia creadora, ya que están dotados de la particularidad de tener una estructura irregular, que lleva, y nos recuerda a cada momento, los ecos de la carcelera y de la guajira, forma de cante a la que él recurría para cantar letras de carceleras, como también para los romances. Por esto mismo, más bien debe hablarse de ‘cante del ‘Piyayo’.

Su biógrafo, Eusebio Rioja, nos ofrece de él la siguiente semblanza: «Su aportación al patrimonio del flamenco fue tan acertada que nada más que por una creación se le recuerda a menudo por los aficionados. Se trata de unos tangos que se conocen con su nombre o con el de ‘cantes del Piyayo’, por sus peculiaridades, que hacen a muchos desligarlos del género para otorgarle denominación propia. Si van a compás de tangos, la verdad es que sus tonos varían –la 7, mi 7, re en lugar de mi, la, sol, fa y el ritmo se hace algo más lento. Pero lo particular es la melodía. Se aparta de las características de tangos para, sobre su base, apuntar ecos de guajiras, rumores caribeños y lograr, en definitiva, un estilo genuino, agradable y pegadizo. Y tanto o más que la melodía, lo son sus letras. Por su temática, con frecuencia las hay de motivos jocosos y divertidos, con alusión a situaciones carcelarias, de extrema pobreza, absurdas y ridículas. También las hay con lírica jaculatoria del terruño, las que aluden a las posesiones cubanas y al mundo de la picaresca que pululaba por el puerto y que debió frecuentar Rafael. En ellas se aprecia una fina capacidad de captación de ideas y situaciones, síntesis exquisita para encerrarlas en sus estrofas y un sentido poético de calidad. Pero como techo de originalidad, figuran sus composiciones en décimas. Es la única vez en todo el género flamenco que se utiliza esta métrica nada popular, distinta por completo a las habituales y que no sabemos de dónde las sacaría el ‘Piyayo’».

     

     

Entre una y otra cosa, el ‘Piya-yo’ lograba reunir un ‘dinerillo’ para su diario sustento e ir tiran-do por la vida con la dignidad que aquella vida le permitía.

 
   

Por su parte, Juan Ballesteros Moreno opina del ‘Piyayo’ que «Tenía una manera muy peculiar de interpretar su cante y se acompañaba él mismo con una vieja guitarra: algunas de sus coplas tenían cierta nostalgia de sus tiempos como soldado en la campaña de la guerra de Cuba... Poseía un vasto repertorio de coplillas que según afirmaba, el mismo componía... Un pintoresco gitano malagueño, viejo y simpático, que se ganaba la vida cantando por bares y colmaos como también si le solicitaban para actuar en algunas juergas flamencas».

Es tradición oral —porque todavía hay testigos oculares— que el ‘Piyayo’ fue un buen cantaor de soleares y segurillas. Y debemos pensar y admitir que estos cantes tendrían un eco especial en la voz del gitanismo ‘Piyayo’. En definitiva, fue una verdadera y auténtica personalidad en el flamenco, pero da pena saber que los malagueños no han conocido bien a este celebre gitano, que pasó la vida cantando.

Después hubo buenos cantaores que continuaron desarrollando sus cantes, entre los que cabe destacar a ‘El Trinitario’, ‘El Chirle’, Manolillo de Feria, Manolillo ‘el Herraor’ y Ángel de Álora.

He aquí una muestra de su arte:

 

Tangos del ‘Piyayo’

 

I

En la cámara de popa

traigo toíto mi tesoro,

traigo el caballo de oro

y la manilla de copa,

con toíta su demás tropa,

sotas, caballos y reyes,

lo traigo en tan buenas leyes

para cuando salte a tierra

poner mi campo de guerra

y en la cortina del muelle.

 

II

En Málaga, los serenos

van diciendo por las calles

que duerma el que tenga sueño

que yo no despierto a nadie.

 

El río busca su cauce,

las golondrinas su nido,

la mujer que está viuda

va buscándose un marido.

 

Muchachos, si queréis novia,

primero le pisas el pie

y, si te mira y se ríe,

achucha, que tuya es

  

El poema El Piyayo y la celebridad de su arte

El nombre de Rafael Flores Nieto ‘el Piyayo’ se hizo célebre gracias a la popularidad que alcanzó el poema que le dedicó el también malagueño José Carlos de Luna (1890-1965), repetidamente publicado y declamado por numerosos rapsodas, lo que quiere decir que, pese a la originalidad de su feliz obra, su nombre no habría trepado a la cima de la fama, de no haber sido objeto de este poema.

     
     

 

  

Pasó también al cine de la mano del director Luis Lucia en la película El Piyayo, producida por Cifesa en 1956 e interpretada por el genial actor Valeriano León. (Detalle del cartel).

   

Lo malo del poema en cuestión es que el ‘Piyayo’ no salió muy bien parado. José Carlos de Luna se permitió unas licencias literarias tan amplias que, en realidad, inventó un ‘Piyayo’ que muy poco tenía que ver con Rafael Flores. Así, por ejemplo, si bien es cierto que era reseco y renegro, la verdad es que de chicuelo no tenía nada, pues disfrutaba de una talla más que mediana. Por otra parte, se ha constatado que este buen hombre jamás vivió en el Altozano ni tuvo bajo su custodia a ningún nietecillo, ya que no tuvo hijos. También consideramos equívoca la imagen de gitano pedigüeño que iba de feria en feria con la guitarra bajo el brazo. Falsa es también la imagen de borrachín con que nos lo pinta el poeta. Y, sobre todo, ni era tomado tan a chufla por la gente, ni su arte era tan extraño, ni pedía limosna por tangos.

Por lo que se ha averiguado después, parece ser que José Carlos de Luna inspiró su descripción en la figura de otro pintoresco malagueño de aquel tiempo llamado José Gavira Navarrete y conocido por ‘el Rabúo’. El ‘Piyayo’ no era, pues, una especie de curioso titiritero feriante, sino un cantaor profesional, con dejos profundos de artista poco afortunado en su trayectoria; uno de esos personajes tan habituales en los círculos flamencos de la Málaga de entonces, pero, también en este caso, una persona entrañable, simpática y querida. En el rastro de su personalidad, además de ser un solitario recalcitrante, surge siempre el recuerdo de sus extraordinarios sentimientos.

El poema apareció luego grabado en un disco con la voz aterciopelada de Juanito Valderrama, el ‘Aristócrata del Cante’, famosísimo cantaor que aún permanece en nuestra memoria por haber dominado todos los palos del cante. Y pasó también al cine de la mano del director Luis Lucia en la película El Piyayo, producida por Cifesa en 1956, en la que el genial artista Valeriano León aparece encarnando el tópico del ‘Piyayo’.

  

     

 

     

La Peña flamenca “El ‘Piyayo” se halla en Rincón de la Victoria.

 
   

El ‘Piyayo’ en la actualidad

En la actualidad, las huellas de este artista perchelero pueden verse aún en la ciudad de Málaga. La Peña flamenca “El ‘Piyayo”, situada en Rincón de la Victoria, es un buen ejemplo de ello. Los orígenes de esta asociación se remontan a 1985, cuando un grupo de amigos, todos ellos entusiastas aficionados al flamenco, empezaron a reunirse una vez por semana en el Bar Restaurante Lo Cea para hablar del flamenco, y, esporádicamente, contrataban a algún cantaor y guitarrista amigo para amenizar las tertulias. Pasados algunos meses, se atrevieron a organizar alguna cena dentro del referido establecimiento, y, en 1987, ya de una manera más organizada, le fueron dando a esas reuniones la forma y estructura de una ‘asociación’. Buscaron un nombre y se decidieron por Rafael Flores Nieto el ‘Piyayo’, por el hecho de ser malagueño, por haber creado un estilo muy peculiar y porque, durante un tiempo, estuvo vinculado a una gitana de Rincón de la Victoria.

En 1978, el Ayuntamiento de Málaga le dedicó un festival homenaje, con la participación de Camarón de la Isla, Chano Lobato, Beni de Cádiz, Alfredo Arrebola, El Boquerón, Carmen Juan, Carmen Dios, Mari de la Trinidad, Juan ‘el Habichuela’, Juan ‘el Africano’ y Manolo Cómitre, entre otros.

Su vieja guitarra, la guitarra que fue testigo irrecusable de su creación y amiga fiel de su cante, se conserva en el Museo de la Peña Juan Breva, de Málaga.

  

A modo de conclusión

Para concluir lo que pretender ser un sencillo homenaje a este perchelero, malagueño con el salero y la gracia de la Málaga de antes, reproducimos el poema que le compuso José Carlos de Luna, que, si bien lo hizo famoso, expandió de él una imagen que poco se correspondía con la realidad.

 

EL ‘PIYAYO’

¿Tú conoces al ‘Piyayo’:

un viejecillo renegro, reseco y chicuelo;

la mirada de gallo

pendenciero

y hocico de raposo

tiñoso...

que pide limosna por tangos

y maldice cantando fandangos

gangosos?

 

¡A chufla lo toma la gente,

y a mí me da pena

y me causa un respeto imponente!

 

…   …   …   …   …

 

Ata a su cuerpo una guitarra,

que chilla como una corneja

y zumba como una chicharra

y tiene arrumacos de vieja

pelleja.

 

Yo le he visto cantando,

babeando

de rabia y de vino,

bailando

con saltos felinos,

tocando a zarpazos

los acordes de un viejo ‘tangazo’,

y el endeble ‘Piyayo’ jadea,

y suda y renquea.

Y, a sus contorsiones de ardilla,

hace son con la sucia calderilla.

 

¡A chufla lo toma la gente,

y a mí me da pena

y me causa un respeto imponente!

 

…   …   …   …   …

 

Es su extraño arte

su cepo y su cruz,

su vida y su luz,

su tabaco y su aguardientillo...

y su pan y el de sus nietecillos:

“churumbeles” con greñas de alambre

y panzas de sapo,

que aúllan de hambre

tiritando bajo los harapos,

sin madre que lave su roña;

sin padre que ‘afane’,

porque pena una muerte en Santoña,

sin más sombra que la del abuelo...

¡Poca sombra, porque es tan chicuelo!

 

…   …   …   …   …

 

En El Altozano

tiene un cuchitril

—¡a las vigas alcanza la mano!—,

y por lumbre y por luz, un candil.

Vacía sus alforjas

—que son sus bolsillos—,

bostezando, los siete chiquillos

se agrupan riendo.

Y, entre carantoñas, les va repartiendo

pan y pescao frito,

con la parsimonia de un antiguo rito:

—¡Chavales!

¡Pan de flor de harina…!

Mascarlo despasio.

Mejó pan no se come en palasio.

Y este pescaíto, ¿no es ná?

¡Sacao uno a uno del fondo del má!

¡Gloria pura él!

 

…   …   …   …   …

 

—Las espinas se comen tamié,

que tó es alimento...

 

…   …   …   …   …

 

—Así… despasito,

mu remascaíto.

—¡No llores, Manuela!

Tú no pués, porque no tiés muelas.

¡Es tan chiquitita

mi niña bonita…!

 

Así, despacito,

muy remascadito,

migaja a migaja —que dure—,

le van dando fin

a los cinco reales que costó el festín.

 

Luego, entre guiñapos durmiendo,

por matar el frío, muy apiñaditos,

la Virgen María contempla al ‘Piyayo’

riendo.

Y hay un ángel rubio que besa la frente

de cada gitano chiquito.

 

¡A chufla lo toma la gente...!

Y a mí me da pena

y me causa un respeto imponente!

   

   

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Esta biografía no es más que una recopilación abreviada de todos los datos que, de forma más detallada, se pueden encontrar en las siguientes páginas digitales, de las que tan sólo reseño su dirección principal:

  

http://flun.cica.es/mundo_flamenco/flamcd/b/b2/6.htm

http://www.zambra.com/libreria/e/fiebre/cante/’Piyayo’.html

http://www.serraniaderonda.com/flamenco/los_tangos.htm

http://perso.wanadoo.es/aotaola/El%20’Piyayo’.htm

http://canales.diariosur.es/barrios/perchel4.htm

http://www.flamenka.com/CANTAORESMALAGUENOS1850-1950.htm

http://www.tiempodegitanos.com.ar/Tiempo%20de%20Gitanos_archivos/gitanos3.htm

http://canales.diariosur.es/barrios/perchel.htm

http://www.tristeyazul.com/artflam/’Piyayo’01.htm

http://usuarios.lycos.es/antrosvi/El%20’Piyayo’.htm

http://www.flamenka.com/PFEL’PIYAYO’.htm

http://www.turismoyarte.com/regiones/andalucia/malaga/malaga3/malaga257.htm

  

Origen de las imágenes:

http://www.ateneodecordoba.com/

http://www.limitedescargas.blogspot.com/2009_04_01_archive.html

http://www.flamenka.com/

  

  

Nike Pourshirazi (Wilhelmshaven, Alemania, 1979). Diplomada en Maestro en Educación Primaria.

   

   

GIBRALFARO. Revista de Creación Literaria y Humanidades. Año VIII. II Época. Número 62. Julio-Agosto 2009. ISSN 1696-9294. Director: José Antonio Molero Benavides. Copyright © 2009 Nike Pourshirazi. © 2002-2009 Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura. Facultad de Ciencias de la Educación. Universidad de Málaga.

   

   

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